viernes, 3 de mayo de 2013

La manera en que Dios califica las pruebas - Devocional, Reflexión

Recuerdo que cuando estaba en la universidad, un profesor en una ocasión nos cogió por sorpresa y nos dijo que nos haría un examen. Inmediatamente, todo el grupo empezó a reclamar el por qué no nos había informado con anticipación, y entonces el profesor nos respondió: “ustedes tienen que estar preparados para el día de la prueba, y si son buenos estudiantes no tendrán por qué asustarse; si no, significa que no se han preparado lo suficiente para formar parte de esta universidad”. En ese momento, muchos de los estudiantes empezaron a manifestar su disconformidad y a expresar lo injusto que estaba siendo el profesor, al realizar el examen sin previo aviso.
Lo particular de esta experiencia es que en ocasiones, el Señor también nos coge a nosotros por sorpresa, no con la intención de hacernos perder la prueba; más bien sus pruebas nos cogen por sorpresa, porque cuando llegan no estamos lo suficientemente preparados para afrontarlas; quizá por eso, en algunas de esas ocasiones sentimos que nuestras fuerzas se derrumban, que por más que oramos y le buscamos nos sentimos incapaces de continuar peleando la batalla, que por más que le anhelamos no sentimos su Presencia cerca de nosotros, y hasta se nos llega a pasar por la mente que Él nos ha olvidado y entonces, empezamos a juzgarle como esos estudiantes al profesor.
Desde que decidimos ser parte de la universidad de Dios; es decir, de aprender a vivir con Él, asumimos el compromiso de vivir en constante preparación a través de su palabra, de su verdad; entonces, si realmente lo hacemos así, ¿por qué pensar que no vamos a ser capaces de pasar la prueba?, ¿por qué se nos olvidan sus promesas en los tiempos difíciles? No importa sentirnos débiles, no importa sentir que se nos acaban las fuerzas, no somos perfectos y además no es pecado expresar nuestras debilidades, especialmente en aquellos momentos en los que pensamos que todas las puertas están cerradas.
Precisamente son en esos los momentos en los que debemos acercanos con humildad ante el Señor, para que sea Él quien nos fortalezca y nos ayude a salir adelante; esta es una manera de reconocer que nuestras fuerzas no son nada si no le tenemos a Él; no importa si suspendimos el examen, pues hay carreras que Él necesita solamente que las corramos, aunque no lleguemos en primer lugar a la meta.
Lo ideal es que no esperemos a que lleguen las pruebas para pensar en prepararnos, que no esperemos a que lleguen para empezar a orar y meditar en su palabra; sin embargo, si en este momento estás pasando por una prueba y te pilló por sorpresa, no te preocupes, no te desanimes, bienvenido al grupo; sólo créele a Dios, no desconfíes de Él, algo bueno saldrá de esa prueba que atraviesas, ten la plena seguridad. Él no te va a condenar ni te va a calificar mal porque no te hubieras preparado adecuadamente; al contrario, Él te recordará lo grande que es su misericordia, te hará entender con esta prueba que debes depender en toda circunstancia de Él, en los buenos y en los malos momentos. Así que cuando estés pasando por un buen tiempo, no olvides esta prueba y recuerda que nuestro compromiso es estar en permanente preparación. Confía en Él y Él hará.
“Así que no temas, porque yo estoy contigo; no te angusties, porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré y te ayudaré; te sostendré con mi diestra victoriosa”. Isaías 41:10 (Nueva Versión Internacional).
Lo bello de nuestro Amado Padre Celestial, es que Él no va a calificarnos de la misma manera en que lo haría un profesor; con Él siempre vamos a ganar, independientemente de que acertemos o no en las respuestas; a Él lo único que le interesa, es que mientras estemos afrontando esas pruebas nuestro corazón esté firme y seguro en Él. Cuando sintamos que estamos a punto de desmayar, de tirar la toalla, lo más significativo es que en nuestro corazón conservemos la firme esperanza de seguir creyendo en sus promesas, de seguir creyendo en que Él nos sacará del estado en el que nos encontramos. Él lo único que espera de nosotros es que le amemos y le reconozcamos, este es nuestro único requisito para ser parte de su universidad.
“Los que confían en el Señor renovarán sus fuerzas; volarán como las águilas: correrán y no se fatigarán, caminarán y no se cansarán”. Isaías 40:31 (Nueva Versión Internacional).
Su misericordia es nueva cada mañana. Él nos levantará de cada prueba y nos hará mejores personas, más maduras, más especiales de lo que ya somos.

¡Él no es un Dios condenador, Él es un Dios Misericordioso y en cada prueba está con nosotros!

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