jueves, 9 de abril de 2020

Grado de implicación del cristiano en su Iglesia

La vida cristiana es una tremenda y dulce experiencia. Es un crecimiento continuo. Dios quiere que crezcamos, que nuestra vida cristiana no pare de crecer. Para ello debemos tener muy en cuenta, que no debemos ser únicamente oidores de la dulce y maravillosa Palabra de Dios, sino hacedores de la misma.

 

Si alguno es oidor de la palabra de Dios pero no hacedor de ella, ése es semejante al hombre que considera su rostro natural en un espejo; él se considera a sí mismo natural y se va, y pronto olvida cómo era. Pero el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace. Santiago 1:23-25

 

La vida cristiana no es un evento sino una evolución continua, un proceso. Diremos que en ella hay tres niveles de crecimiento cristiano. Se va avanzando en ellos según el grado de implicación del cristiano mismo. Vemos, a modo de demostración, en Lucas 5 que inicialmente, el Señor ministró a orillas del lago de Genesaret.

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-1º nivel: Todos comenzamos en la orilla y conocemos a Jesús. Es en la orilla donde Dios toca nuestra vida. Pero Dios no quiere que sigamos siempre en la orilla. Las cosas importantes suceden más allá de la misma. La Biblia dice que había mucha gente alrededor de Él. Jesús estaba predicando y la gente, en este 1º nivel, simplemente oía. Estaban ahí para, simplemente, entretenerse y olvidarse de todos los problemas. Por lo tanto, aún no había ningún compromiso, incluso había cierta falta de interés en lo que Dios decía. El poco interés que había era por el beneficio personal en que Cristo hiciera un milagro por ellos, lo que solo demuestra egoísmo personal de cierta gente. Pero eso no es todo en la vida cristiana.

 

-2º nivel: La Biblia dice que, después, Él entró en una barca y se retiró un poco más alejado de la orilla y comenzó a enseñar. Ya no estaba predicando, ahora estaba enseñando. En la predicación se necesitan oyentes, mas en la enseñanza se precisan discípulos, y un discípulo necesita practicar lo que se le instruye, tiene algo que hacer en la Obra de Dios. 
En este 2º nivel hacemos, o sentimos, más o menos habitualmente, la lectura de la Palabra de Dios, la oración, el tiempo devocional con Dios, y la comunión (congregación) con nuestros hermanos en Cristo.
Los discípulos, en este 2º nivel, estaban limpiando las redes pero se sentían frustrados. Habían estado pescando toda la noche pero no habían atrapado nada. En la vida actual, es como si trabajáramos con denuedo y no viéramos el fruto de nuestro trabajo. Así se sentían los discípulos. Y en medio de ese ambiente el Señor les invitó a ir al 3º nivel. Y es en este nivel donde algo grande sucede.

¡Alto a la ansiedad!

No vivan pensando en qué van a comer, qué van a beber o qué ropa se van a poner. La vida no consiste solamente en comer, ni Dios creó el cuerpo sólo para que lo vistan.
Miren los pajaritos que vuelan por el aire. Ellos no siembran ni cosechan, ni guardan semillas en graneros. Sin embargo, Dios, el Padre que está en el cielo, les da todo lo que necesitan. ¡Y ustedes son más importantes que ellos!
¿Creen ustedes que por preocuparse vivirán un día más? Aprendan de las flores que están en el campo. Ellas no trabajan para hacerse sus vestidos. Sin embargo, les aseguro que ni el rey Salomón se vistió tan bien como ellas, aunque tuvo muchas riquezas.
Si Dios hace tan hermosas a las flores, que viven tan poco tiempo, ¿acaso no hará más por ustedes? ¡Veo que todavía no han aprendido a confiar en Dios!
Resultado de imagen de Alto a la ansiedadMateo 6:25-30
Vivir consiste en sentir emociones positivas, pero también negativas; vivir momentos de plenitud y momentos tristes, de agobio, de miedo. Esto es vivir. Hay una frase que dice: “En un momento me sentí acosada por la ansiedad, pero me deshice del miedo estudiando el cielo”. La ansiedad se caracteriza por un sentimiento de miedo, desasosiego y preocupación.
Pero el problema está cuando la inquietud o ansiedad empiezan a formar parte de nuestra vida; son expresiones que no agradan a Dios. Jesús nos exhorta a que no nos preocupemos (en exceso) por las cosas terrenales, ya que esto solo lo hacen las personas que no tienen ninguna confianza en Dios.
La ansiedad es un padecimiento que muchas personas tienen, con muchas consecuencias físicas. Estas pueden ser trastornos de ansiedad generalizada, y espirituales.
El versículo 27 nos recalca ¿Creen ustedes que por preocuparse vivirán un día más?
Claro que no, pero Dios nos manda que confiemos en Él; que vivamos un día cada vez, y que confiemos en que Él es nuestro proveedor. De ahí que solo nos dejó que pidiéramos el pan de cada día, es decir, que nos preocupáramos solo por el presente, porque cada día trae su propio afán.
Depositen en él toda ansiedad, porque él cuida de ustedes. 1 Pedro 5:7

lunes, 6 de abril de 2020

La paz de Dios

Se dice que hay una paz que no es de este mundo. ¿Cómo la podemos reconocer? ¿Cómo se puede encontrar? Y una vez que se encuentra, ¿cómo se puede conservar? Consideremos cada una de estas preguntas por separado, ya que cada una refleja un paso diferente en el camino.
Examinemos la primera: 
-¿Cómo se puede reconocer la paz de Dios? 
Resultado de imagen de la paz de DiosLa paz de Dios se reconoce al principio solo por una cosa: desde cualquier punto de vista, es una experiencia radicalmente distinta de cualquier experiencia previa. No trae a la mente nada que haya sucedido antes. No evoca nada que se pueda asociar con el pasado. Es algo completamente nuevo. Verdaderamente hay un contraste entre esta experiencia y cualquier otra del pasado. Pero curiosamente, no es éste un contraste que esté basado en diferencias reales. Es decir, el pasado sencillamente se desvanece, y la quietud eterna pasa a ocupar su lugar. Eso es todo. El contraste que inicialmente se creía que debía percibirse, sencillamente no aparece. La quietud se ha extendido para cubrirlo todo.
-¿Cómo se encuentra esta quietud? 
Nadie que la busque únicamente con sus condiciones deja de encontrarla. Eso sí, la paz de Dios NO puede hacer acto de presencia allí donde hay ira, pues la ira niega forzosamente la existencia de paz. Todo aquel que, de alguna manera o en cualquier circunstancia, considere que la ira se puede justificar, proclama que la paz es una insensatez y no podrá creer en su existencia. En estas condiciones no se puede hallar la paz de Dios. El perdón es, por lo tanto, la condición indispensable para hallarla. Más aún, donde hay perdón tiene que haber paz. Pues, ¿qué otra cosa sino el ataque conduce a la guerra? ¿Y qué otra cosa sino la paz es lo opuesto a la guerra? Vemos entonces, que, ahora sí, el contraste inicial resalta de una manera clara y evidente. Cuando se halla la paz la guerra deja de tener sentido. Y ahora es el conflicto el que se percibe como inexistente e irreal.
-¿Cómo se conserva la paz de Dios una vez encontrada? 
Si la ira retorna, en la forma que sea, el pesado telón volverá a caer una vez más, y la creencia de que no es posible que haya paz inevitablemente regresará. La guerra se volverá a aceptar una vez más como la única realidad, y ahora tendrás que blandir tu espada nuevamente, aunque no te hayas dado cuenta de que ya la habías depuesto. Pero al recordar, aunque solo sea vagamente, cuán feliz eras sin ella, te darás cuenta de que antes ya debiste haberla blandido para defenderte. Detente entonces, solo un momento, y piensa en lo siguiente: ¿prefieres el conflicto o la paz de Dios sería una opción mejor? Una mente tranquila no es un regalo baladí. ¿Cuál te aporta más? ¿No es preferible vivir a elegir la muerte?

Heme aquí, envíame a mí

Y Dios comienza preguntándose: ¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros? Al escuchar esta pregunta, uno entiende que Dios llama urgentemente; Él estaba buscando a alguien que fuera a llevar su mensaje. Un mensajero que fuera fiel, y que lo diera exactamente como Él se lo daba.
Después oí la voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros? Entonces respondí yo: Heme aquí, envíame a mí” (Isaías 6:8).

Este texto en la Biblia es conocido como el llamamiento de Isaías, llamado a ser mensajero de Dios.

Posiblemente en estos tiempos, la iglesia está enfocada en lo que sucede alrededor de ella. Las almas se están perdiendo, y no hay muchos que sientan el dolor que esto le causa a Dios.

EL DOLOR QUE TIENE DIOS EN SU CORAZÓN ES:

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  • a) Porque las almas se están perdiendo.
  • b) Porque no tiene a quien enviar.
  • c) Porque su Iglesia está distraída con las cosas de este mundo.
Hoy en día se están levantando muchos ministerios de alabanza por todas partes del mundo, pero lo que más se necesita actualmente en el pueblo de Dios, son misioneros que vayan y lleven el evangelio de salvación a todo el mundo. (Romanos 10:14-16)

¿Por qué muchos no sienten el dolor que siente Dios?

Será porque estamos ocupados en nuestras cosas, en lugar de estar ocupados en las cosas del Señor. Jesús dijo:
Entonces él les dijo: ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que en los negocios de mi padre me es necesario estar?” (Lucas 2:49)
Por esta razón Jesucristo nunca se desvió, porque siempre se mantenía ocupado en los negocios de su padre.
Y hoy en día, es al revés, nosotros nos desviamos por no estar en los negocios de nuestro padre.

Rahab: Una pecadora redimida

Cuando Josué envió secretamente a dos espías para reconocer la tierra de Jericó, fueron enviados específicamente a la casa de una mujer con nada bueno destacable. Al contrario, en la primera presentación de Rahab, la Biblia nos dice que era una ramera (Josué 2:1).
A pesar de esto, ella se convirtió en una mujer de fe ejemplar, e incluso llegó a ser parte de la genealogía del Señor Jesús. Su historia es una historia de gracia y redención.

Resultado de imagen de Rahab: Una pecadora redimidaLa historia de Rahab

Como amorrea, Rahab pertenecía a un pueblo idólatra. Vivió en Jericó, y su casa estaba junto a la muralla (Josué 2:15). Era un lugar privilegiado y próspero; a pesar de ello, y para su desgracia, el trabajo de Rahab era la prostitución. Jericó era parte del reino amorreo, un reino de personas violentas y depravadas. Dios condenó a este pueblo y ordenó a los israelitas que los hicieran desaparecer. (Deuteronomio 20:17).
La colaboración de Rahab con los espías significó el comienzo de la caída de Jericó. Los espías israelitas no estaban allí con el mismo propósito con el que llegaban los demás hombres. Eso sí, la trataron con mucho respeto y dignidad mientras hacían su reconocimiento; le explicaron quiénes eran y en nombre de quién venían. Seguramente también le testificaron del Señor.
Cuando el rey de Jericó mandó decir a Rahab que sacara a los hombres que habían entrado en su casa, hombres que ella ya había escondido, ésta dijo que no sabía a dónde habían ido (Josué 2:2-5). ¡Sorpresa!, Rahab era una mujer que vendía su cuerpo, y posiblemente se hubiera ganado una buena recompensa por entregar a los espías, pero por el contrario, Rahab los ocultó y les salvó la vida, evidenciando su inesperada expresión de fe.
La fe de Rahab dio frutos inmediatamente, como leemos en Hebreos 11:31: “recibió a los espías en paz”.
Ella contó a los espías lo que había oído acerca de los israelitas y de cómo cruzaron el Mar Rojo. En Josué 2:11 leemos cómo Rahab hace una notable confesión de fe:El Señor, el Dios de ustedes, es Dios arriba en los cielos y abajo en la tierra”.
Los espías juraron que tratarían con bondad a Rahab y a su familia cuando el Señor les diera la tierra. Le pidieron que pusiera un cordón escarlata en la ventana (Josué 2:17-18). Esta señal estaría a la vista de todo Israel y nadie sería sacado de la casa cuando Jericó cayera.
Rahab fue salvada junto a su familia, y Josué 6:25 nos dice que “ella ha habitado en medio de Israel hasta hoy”.
Rahab no se vuelve a mencionar por su nombre en el Antiguo Testamento. Cuando Josué se percató que ella vivía todavía en Israel, seguramente ya había pasado mucho tiempo. Ya no era aquella mujer que una vez fue… ¡ese es el resultado de la gracia de Dios y del efecto transformador de la fe que nos salva!
Después aprendemos que Rahab no solo fue usada por Dios para salvar a los espías, sino también para que de su familia viniera el Salvador. Así nos lo cuenta el evangelista Mateo en 1:5-6: “Salmón fue padre de Booz, cuya madre fue Rahab; Booz fue padre de Obed, cuya madre fue Rut; y Obed fue padre de Isaí; Isaí fue padre del rey David…”.

domingo, 5 de abril de 2020

Cómo orar en tiempos de crisis

Vuelve, y dile a Ezequías, príncipe de mi pueblo: Así dice Jehová, el Dios de David, tu padre: He oído tu oración, he visto tus lágrimas y voy a sanarte: dentro de tres días subirás a la casa de Jehová. 2 Reyes 20:5

Este texto corresponde a la respuesta de Dios a la oración que hizo el rey Ezequías cuando estaba enfermo de muerte, y nos permite comprender el valor y la importancia que tienen, tanto para nosotros como para nuestro Dios, las oraciones que hacemos cuando estamos pasando por tiempos de crisis y enfermedad. 

En el tiempo que estamos viviendo en el mundo, es importante que comprendamos la importancia que tienen nuestras oraciones, pues si algo tenemos que hacer como pueblo de Dios que somos es ORAR. La palabra de Dios nos demuestra la importancia de la oración en la vida de los hijos de Dios: 
La oración de Ezequías | Historia bíblicaLa oración de un hijo de Dios es poderosa y efectiva (Santiago 5:16). 
La oración produce paz en nuestra vida en tiempos de aflicción (Santiago 5:13). 
Debemos orar con la seguridad de que nuestro Dios nunca es indiferente a las oraciones de sus hijos (1 Pedro 3:12). 

Por medio de la palabra de Dios, ¿Cómo debemos orar en los tiempos de crisis y de angustia? Para responder esta pregunta, vamos a tomar como ejemplo las oraciones que los hombres de la Biblia hicieron cuando se encontraron en momentos así, como los nuestros, de angustia, de crisis y enfermedad. 

I) EN TIEMPOS DE CRISIS DEBEMOS ORAR COMO ABRAHAM, SIN EGOÍSMO (Génesis 18:23-33) 
El Señor le reveló a Abraham que iba a destruir a Sodoma y Gomorra por sus pecados, lo cual directamente no le afectaría a él pues no vivía en ese lugar, pero sí tenía familia en ese lugar, su sobrino Lot y su familia vivían allí. Y Abraham intercedió por los justos que posiblemente habría en esas dos ciudades. Él clamó para que Dios tuviera misericordia de los justos que vivían en ese lugar, y así nosotros, como cristianos, debemos orar a Dios, sin egoísmo, pidiendo misericordia no solo por nosotros y nuestras familias, sino también por todos los hijos de Dios que están alrededor del mundo, y no solamente por los hijos de Dios, sino también por todas aquellas personas que si mueren irán a la condenación eterna. 

Oremos por misericordia. Posiblemente haya personas cristianas que piensen que está bien lo que está pasando en países que son idólatras o que están llenos de ateos, y en países donde se persigue a los cristianos o que no permiten que el evangelio se predique.
Quizás pensemos, o digamos, que “se merecen lo que están viviendo”, pero tenemos que recordar las palabras de nuestro Señor Jesús a sus discípulos, cuando estos querían pedir que cayera fuego del cielo sobre una ciudad que no los recibió (Lucas 9:51-56). 
Nosotros como hijos de Dios, tenemos que clamar por misericordia y por salvación de las naciones, no por juicio, ni mucho menos alegrarnos de lo que las naciones están sufriendo, porque nuestro Señor vino a buscar y salvar lo que se había perdido. Lucas 19:10.

viernes, 3 de abril de 2020

¿Cuál es la diferencia entre resurrección y reencarnación?

Tema que ya se ha publicado, pero que dada su trascendencia volvemos a tratar.

Algunas personas creen en la doctrina de la reencarnación. Incluso algunos cristianos llegan a compartir esa creencia, confundiéndola a veces con la doctrina de la resurrección. Pero si comparamos esas dos doctrinas, veremos que una no tiene nada que ver con la otra, sino que ambas se excluyen.

La resurrección significa resurgir, volver a la vida. 


De este modo, Jesús resucitó porque murió y, al tercer día, volvió a vivir en el mismo cuerpo (su cuerpo había desaparecido del sepulcro: (Mateo 28,5-7; Marcos 16,6; Lucas 24,3-4 y Juan 20,1-9); aunque ese cuerpo se vuelva glorioso, pudiendo ser tocado (Juan 20:17,27) y también atravesar puertas y paredes sin la necesidad de que se abrieran o se derrumbaran (Juan 20,19). El cuerpo de Jesús resucitado es un cuerpo semejante al que recibiremos al final de los tiempos.

Reencarnación significa volver a encarnar, materializarse nuevamente


Es una doctrina espiritista que no posee ninguna base bíblica, ni encuentra amparo en la Tradición y el Magisterio de la Iglesia; por lo tanto, no puede ser aceptada por ningún cristiano.

La doctrina de la reencarnación afirma que el espíritu del fallecido asumirá un nuevo cuerpo para fines de purificación, es decir, las sucesivas reencarnaciones de un espíritu lo hacen alcanzar la perfección al final de este largo proceso, purificándose de esta manera de las culpas y pecados cometidos en las reencarnaciones anteriores.
Algunos pensadores que creen en la reencarnación, llegan a afirmar otras dos aberraciones: que el espíritu humano puede reencarnarse en el cuerpo de algún animal o vegetal, y que cuando un espíritu alcanza la perfección puede transformarse en dios.

El Arte de Amar

Erich Fromn, en su libro “El Arte de Amar”, habla de la diferencia entre enamoramiento y amor. Nos enamoramos cuando conocemos a alguien por quien nos sentimos atraídos y dejamos caer, a un lado, frente a él o ella, las barreras que nos separan de los demás.
Cuando compartimos con esa persona nuestros sentimientos y pensamientos más íntimos, tenemos la sensación de que, por fin, conectamos con alguien. Nos sentimos felices y andamos todo el día de buen humor y atontados.
Cuando estamos enamorados nos parece que nuestra pareja es perfecta y la persona más maravillosa del mundo.
Resultado de imagen de El Arte de AmarVeamos la diferencia entre enamoramiento y amor.
Empezamos a amar cuando dejamos de estar enamorados.
¿Cómo? Así es. El amor requiere conocer a la otra persona, requiere tiempo, requiere reconocer los defectos del ser amado, requiere ver lo bueno y lo malo de la relación.
No quiere decir que enamorarse no es bueno, al contrario, es maravilloso. De hecho, muchas personas son adictas a estar enamoradas. Acaban sus relaciones cuando la magia de haber conocido a alguien nuevo desaparece; cuando empiezan a ver defectos en la otra persona y a darse cuenta que no es tan perfecta como pensaban.
Por el contrario, el verdadero amor no es ciego. Cuando amas a alguien puedes ver sus defectos, sus fallos, y quieres ayudarle a superarlos.
Al mismo tiempo esa persona ve tus propios defectos y los entiende.
El amor verdadero está basado en la realidad. No en el sueño de encontrar a un príncipe azul o a una princesa encantada.
Es encontrarse a una persona maravillosa, que no es perfecta y tú tampoco.
Encontraste a tu alma gemela. Pero también los gemelos discuten y tienen diferencias.
Amar es poner en una balanza lo bueno y lo malo de esa persona y después amarla.
El amor es una decisión consciente.
Muchas veces oímos a personas que dicen que se enamoraron de alguien y que no pueden evitarlo.
Eso no es cierto.
Puedes sentir una gran admiración por alguien, puedes desear tener una relación con alguien, puedes estar muy agradecido por lo que alguien ha hecho por ti, pero eso NO SIGNIFICA que la ames.
El amor nace de la convivencia, de compartir, de dar y recibir, de intereses mutuos, de sueños compartidos. Tú no puedes amar a alguien que no te ama, o que no se interesa en ti.
El amor verdadero es recíproco. Recibes tanto como das.
Si en este momento tú mismo tienes un “amor imposible”, debes estar molesto. Tal vez estés pensando ¿cómo es posible que me digan eso?
Y les dirías ¿es que no ves que es amor lo que siento?
No te culpo, algunas veces hay amores imposibles, en los que sientes la frustración de que esa otra persona no te haga caso o te abandone.
Pero te repito. No puedes amar a alguien que no te ama.
En resumen:
Enamorarse no es lo mismo que amar.
No puedes amar a alguien que no te ama.
El amor no es ciego.
Sí, el amor está basado en la realidad, pero también tus sueños los puedes alcanzar.
Empezamos a amar no cuando encontramos a una persona perfecta, sino cuando aprendemos a ver perfectamente a una persona imperfecta.

3 tipos de Amor

Muchas cosas se han dicho del amor. Es algo tan antiguo como el universo, pues Dios, siendo la esencia del Amor, lo creó para ser parte primordial de nuestras vidas. Cuando no está presente viene el caos y puede llevar a la destrucción del ser humano.
El primer amor que experimentamos es el…
 FILEO (FRATERNAL)           
Es el amor fraterno, incluyendo amistad y afecto. Es querer, apoyar, soportar a alguien. Es lo que uno siente hacia una persona por amistad, similitudes, gustos. También amor de familia, hermanos, hijos.
Un ejemplo en la Biblia está en el apóstol Pablo y el amor que tenía hacia los hermanos en la fe…
Fuimos como una madre con sus hijos…» 1 Tesalonicenses 2:7
Timoteo, que es mi hijo amado y fiel en el Señor. 1 Corintios 4:17
Más bien te ruego por amor… Filemón 1:9
Es el tipo de amor que debemos desarrollar con todos nuestros semejantes. En la iglesia se forma un vínculo familiar, similar al que tenemos en casa, por eso nos llamamos hermanos.
El segundo amor se da en la adolescencia o adultez…
EROS (AMOR DE PAREJA)
Este amor es el romántico, que desea, que busca satisfacción sexual. Dios lo ha hecho de manera que haya un fuerte deseo físico del uno por el otro, expresado en el deleite de vivir mutuamente su sexualidad. 
Es el amor que debe darse dentro del matrimonio, junto con el amor fileo y el amor ágape (descrito a continuación). Los 3 amores son necesarios dentro del matrimonio, porque este requiere una entrega total: compromiso, fidelidad, y amor sobrenatural. Si uno se casa basado en este amor solamente, ese matrimonio está destinado al fracaso, pues no tiene buena base para soportar las tormentas (desacuerdos, conflictos) que trae la unión de 2 seres completamente distintos, los cuales deben adaptarse el uno al otro.
Un ejemplo bíblico es Salomón y la Sulamita en Cantar de los Cantares 7:6-9
Sigue el amor más sublime, el cual se experimenta cuando ya conocemos al Señor Jesucristo como nuestro Señor y Salvador…