Vuelve, y dile a Ezequías, príncipe de mi pueblo: Así dice Jehová, el Dios de David, tu padre: He oído tu oración, he visto tus lágrimas y voy a sanarte: dentro de tres días subirás a la casa de Jehová. 2 Reyes 20:5
Este texto corresponde a la respuesta de Dios a la
oración que hizo el rey Ezequías cuando estaba enfermo de muerte, y nos permite
comprender el valor y la importancia que tienen, tanto para nosotros como para nuestro
Dios, las oraciones que hacemos cuando estamos pasando por tiempos de crisis y
enfermedad.
En el tiempo que estamos viviendo en el mundo, es importante que comprendamos la
importancia que tienen nuestras oraciones, pues si algo tenemos que hacer como
pueblo de Dios que somos es ORAR. La palabra de Dios nos demuestra la importancia
de la oración en la vida de los hijos de Dios:
La oración produce paz en nuestra vida en tiempos de aflicción (Santiago 5:13).
Debemos orar con la seguridad de que nuestro Dios nunca es indiferente a las
oraciones de sus hijos (1 Pedro 3:12).
Por medio de la palabra de Dios, ¿Cómo
debemos orar en los tiempos de crisis y de angustia? Para responder esta pregunta, vamos a tomar como ejemplo las oraciones que los hombres de la Biblia hicieron
cuando se encontraron en momentos así, como los nuestros, de angustia, de crisis y
enfermedad.
I) EN TIEMPOS DE CRISIS DEBEMOS ORAR COMO ABRAHAM, SIN EGOÍSMO
(Génesis 18:23-33)
El Señor le reveló a Abraham que iba a destruir a Sodoma y Gomorra por sus pecados, lo cual directamente no le afectaría a él pues no vivía en ese lugar, pero sí tenía familia
en ese lugar, su sobrino Lot y su familia vivían allí. Y Abraham intercedió por los justos que posiblemente habría en esas dos ciudades. Él
clamó para que Dios tuviera misericordia de los justos que vivían en ese lugar, y así
nosotros, como cristianos, debemos orar a Dios, sin egoísmo, pidiendo misericordia no
solo por nosotros y nuestras familias, sino también por todos los hijos de Dios que están
alrededor del mundo, y no solamente por los hijos de Dios, sino también por todas
aquellas personas que si mueren irán a la condenación eterna.
Oremos por
misericordia.
Posiblemente haya personas cristianas que piensen que está bien lo que está
pasando en países que son idólatras o que están llenos de ateos, y en países donde se
persigue a los cristianos o que no permiten que el evangelio se predique.
Quizás
pensemos, o digamos, que “se merecen lo que están viviendo”, pero tenemos que
recordar las palabras de nuestro Señor Jesús a sus discípulos, cuando estos querían
pedir que cayera fuego del cielo sobre una ciudad que no los recibió (Lucas 9:51-56).
Nosotros como hijos de Dios, tenemos que clamar por misericordia y por salvación de
las naciones, no por juicio, ni mucho menos alegrarnos de lo que las naciones están
sufriendo, porque nuestro Señor vino a buscar y salvar lo que se había perdido. Lucas 19:10.
II) DEBEMOS ORAR COMO JOSUE, CON FE, CREYENDO QUE DIOS TIENE
PODER PARA HACER COSAS EXTRAORDINARIAS (Josué 10:12-14)
¿A quién se le ocurre pedir en oración que el sol y la luna se detengan? ¿A un loco? ¿A un
soñador? Josué no era ni un loco ni un soñador, sino un hombre
que conocía el poder de Dios.
Josué sabía que Dios es un Dios que hace maravillas, por eso clamó y tuvo fe para
pedir que el sol y la luna se detuvieran; y lo extraordinario es que el texto nos dice Dios
atendió la voz de un hombre,... porque Jehová peleaba por Israel.
Nosotros al igual que Josué, tenemos que tener esa fe de creer que Dios puede detener
esta pandemia, que Dios puede frenar y vencer este virus. Si por el clamor de un
hombre DIos obró maravillas, imaginemos lo que DIos puede hacer si su pueblo se une
con fe a clamar como Josué.
Sé un Josué en tu casa, en tu vecindario, en tu país. Clamemos todos con la fe de que Dios hoy sigue haciendo maravillas; el mismo Dios de ayer es
el mismo Dios de hoy (Hebreos 13:8).
III) DEBEMOS ORAR COMO DANIEL, PIDIENDO PERDÓN Y CLAMANDO POR
MISERICORDIA (DANIEL 9:1-3/16-19).
Daniel oraba intercediendo por él y por su pueblo, cautivo durante
70 años en Babilonia; y oró pidiendo dos cosas muy importantes: perdón y misericordia.
Pero Daniel no solamente oraba pidiendo perdón por sus pecados personales o
individuales, sino también pidiendo perdón en nombre de su nación (versos 4-6). Él confesó
los pecados de su nación y pidió perdón al Señor por ellos. Daniel oró muy sabiamente,
no oró confiado en sus justicias, sino en las muchas misericordias de Dios, y el verso 19 "¡Oye, Señor! ¡Señor, perdona! ¡Presta oído, Señor, y hazlo! No tardes, por amor de ti mismo, Dios mío, porque tu nombre es invocado sobre tu ciudad y sobre tu pueblo" es algo que todos debemos pedir hoy a nuestro Dios: Oye, Señor; oh Señor, perdona;
presta oído, Señor, y hazlo; no tardes, por amor de ti mismo, Dios mío. ¡AMÉN!
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