domingo, 9 de febrero de 2020

El Justo por la Fe vivirá

"Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá. Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad”. Romanos 1:17-18
En la carta a los Romanos hay cosas muy interesantes, y Pablo muestra una de ellas. En este pasaje de la biblia, Pablo destaca por qué tenemos vida, lo que realmente nos salva, nos justifica y nos hace ver como justos delante de Dios.
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Lo que realmente salva al justo es la fe, no las obras que pueda hacer o dejar de hacer. Las obras son solo un complemento, pero lo que hace que lleguemos al cielo es la fe; esta nos hace justos. Por el contrario, a cualquier persona que no tenga fe, se la considerará injusta y la ira de Dios caerá sobre ella.

I. ¿Por qué Dios nos considera justos por medio de la fe?

Es así, porque no hay nada que nosotros podamos hacer para que Dios nos considere justos. Lo único que Dios utiliza para justificarnos es la “fe”. Palabra muy fácil de pronunciar, pero una cualidad muy difícil de desarrollar. Sin embargo, la necesitamos para vivir. Aunque la persona sea mundana, en algo tendrá fe (Hebreos 11:1).
Muchos piensan que porque han hecho esto, aquello o lo otro serán salvos; pero no es así. Solo la fe puede salvar; así como una vez en el Antiguo Testamento, los israelitas hablaron cosas malas de Dios y este les envió una calamidad como castigo. Posteriormente hizo algo pasa sanarlos, pero solo el que tuviera fe se salvaría. Historia que se encuentra en el libro de Números (Números 21:8).
Constantemente en la Biblia, la fe es la que salva a las personas. Debido a nuestras limitaciones e imperfecciones, Dios permitió que la fe fuese el medio por el cual somos sanados, enaltecidos y justificados. Por eso el que tenga fe en que sus pecados son perdonados por el sacrificio de Jesús en la cruz, será salvo (Romanos 4:16).

Hacer brillar la luz

Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder (Mateo 5:14).
Esteban les dijo a sus padres que tenía que llegar a la escuela temprano todos los días, pero por alguna razón, no les explicó por qué. No obstante, ellos se aseguraron de que llegara siempre a las 7:15.
Un día de invierno, Esteban tuvo un accidente automovilístico y murió. Cuando pasó, sus padres supieron por qué iba a la escuela tan temprano. Cada mañana, él y unos amigos se juntaban a la entrada de la escuela para recibir a los otros alumnos con una sonrisa y unas palabras de aliento. Eso hacía que todos los alumnos, incluso los que no eran muy populares, se sintieran bienvenidos y aceptados.

Como creyente en Cristo, Esteban quería compartir su gozo con quienes lo necesitaban desesperadamente. Su ejemplo sigue siendo un recordatorio de que una de las mejores maneras de reflejar la luz del amor de Cristo, es con gestos bondadosos y un espíritu receptivo.
En Mateo 5, Jesús revela que en Él, somos la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte (verso 14). Las ciudades antiguas solían construirse con caliza blanca, y sobresalían reflejando el sol ardiente. Decidamos no escondernos, sino alumbrar a todos los que están en casa (verso 15).
A medida que alumbre (nuestra) luz delante de los hombres (verso 16), que ellos experimenten los brazos de amor abiertos de Cristo.
Padre, ayúdame a seguir el ejemplo de Esteban.
 

No hay amigo como Cristo

Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas
que oí de mi Padre os las he dado a conocer. 
(Juan 15:15)

Cristo nos llama amigos, término que procede de un vocablo griego compuesto por a (“sin”) y ego (“yo”), por lo que amigo significa como “sin mi yo”. Es decir, que el Señor Jesús nos está ofreciendo una relación en la cual no está presente Su ego, una relación basada en el amor.
Jesús mi fiel amigo
Cualquier servicio que podamos hacer para Dios no es para satisfacer nuestro ego, nuestra sed, o alguna ansiedad de complacencia. A Dios se le ofrece un servicio sin esclavitud basado en una relación de Amor Divino y de Gracia Celestial.

Desde el mismo huerto del Edén, Dios anhelaba ser amigo del hombre y tener una relación íntima con él; la voz de Dios se paseaba en el huerto. (Génesis 3:8).
La Trinidad es un reflejo de la comunión perfecta del Dios trino, y esto sigue siendo el anhelo más vehemente del corazón de Dios: que nosotros entremos en una danza divina y eterna con Él, que nuestra comunión con Él sea perfecta.
¡Dios quiere ante todo una relación eterna y perfecta con nosotros!

En el orden de las cosas terrenales, sabemos que la amistad sincera no está relacionada con intercambiar cosas, no tiene nada que que ver con un espectáculo de logros de uno hacia el otro.
Un Portal Cristiano Diferente
La amistad sincera no es tampoco para criticar o dar sermones al amigo, no se compone de ropas, comidas o bebidas. Si has llegado a tener un buen amigo en esta tierra, seguro que sabes que lo único que tienes que hacer y que él quiere hacer contigo es pasar tiempo juntos.
Más que discutir, hacer alardes, señalar las faltas o mostrar los logros, los amigos se cuentan sus problemas, se escuchan el uno al otro, se sinceran en sus tentaciones y debilidades, saben reír y llorar juntos, se comprenden en sus luchas y tormentos, en una atmósfera de gracia y de completa tolerancia del uno con el otro.
Cristo desea lo mismo de una manera más excelsa y divina. Él quiere que pasemos tiempo con Él y planea una eternidad con nosotros.

jueves, 6 de febrero de 2020

¿Por qué debemos leer/estudiar la Biblia?

Debemos leer y estudiar la Biblia simplemente porque es la Palabra de Dios para nosotros. 2 Timoteo 3:16 dice que la Biblia es “inspirada por Dios”. En otras palabras, son las mismísimas palabras de Dios para nosotros. 
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Hay muchas preguntas que los filósofos se hacen y que Dios nos las responde en las Escrituras: ¿Cuál es el propósito de la vida? ¿De dónde vengo? ¿Existe vida después de la muerte? ¿Cómo puedo ir al cielo? ¿Por qué está el mundo tan lleno de maldad? ¿Por qué me cuesta tanto trabajo hacer lo bueno? Además de estas “grandes” preguntas, la Biblia nos proporciona un sin fin de consejos prácticos en áreas como: ¿Qué debo buscar en mi pareja? ¿Cómo puedo tener un matrimonio exitoso? ¿Cómo puedo ser un buen amigo? ¿Cómo puedo ser un buen padre/madre? ¿Qué es el éxito y cómo puedo alcanzarlo? ¿Cómo puedo cambiar? ¿Qué es lo más importante en la vida? ¿Cómo debo vivir para que no tenga que arrepentirme en un futuro? ¿Cómo debo manejar las circunstancias adversas y eventos injustos de la vida para salir victorioso?
Debemos leer y estudiar la Biblia porque es totalmente confiable y sin error. La Biblia es única entre muchos denominados libros “sagrados”, porque no solo ofrece enseñanzas morales y dice “confía en mí”; más bien, nos ofrece la oportunidad de probarla, para así corroborar cientos de detalladas profecías que contiene, verificando los eventos históricos que relata, y comprobando los hechos científicos que describe. Aquellos que dicen que la Biblia tiene errores, deben tener sus oídos cerrados a la verdad. Jesús preguntó una vez, “¿Qué es más fácil, decir: tus pecados te son perdonados o decir: levántate y anda?” (Lucas 5:23). Él probó que tenía el poder para perdonar los pecados (algo que no podemos ver físicamente) sanando al paralítico (algo que los que lo rodeaban pudieron atestiguar con sus ojos). De manera similar, tenemos la seguridad de que la Palabra de Dios es verdad cuando se discuten aspectos espirituales que no podemos atestiguar con nuestros sentidos físicos, pero mostrando su veracidad en todas aquellas áreas que sí podemos verificar, tales como la exactitud histórica, científica y profética.

Oración para dar gracias

Sabemos pedir pero, ¿sabemos agradecer? Esa es la pregunta. Diariamente solemos hacer muchas, muchas peticiones pero poco agradecemos. Al parecer, después de recibir un favor se nos olvida que podemos hacer una Oración Poderosa para dar gracias, y así dirigirnos a Dios y que sepa que nos acordamos de Él no solo en las dificultades.


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"Tu palabra me da vida, mi Señor.
Sirva la ocasión para agradecerte inmensamente,
Porque me amas y me consientes,
Porque me levantas cada vez que caigo,
Porque no miras lo malo en mí, sino lo bueno.
Por el pan de cada día,
Porque puedo respirar y puedo observar las maravillas que para mí has hecho,
Porque me das sin reparo bendiciones materiales y espirituales,
Porque tengo una familia,
Porque hoy pude levantarme,
Porque tengo un trabajo,
Porque a pesar de mi fatiga,
siento ganas de vivir,
Porque tu amor es mi fuerza y mi impulso para avanzar,
Porque siento tu presencia santa,
Y por tu fuego espiritual.
Hoy vengo a darte las gracias,
Siento que me tocas y tu luz es mi fuerza,
No puedo olvidar las veces que estás a mi lado,
Ni tu amor infinito y tu incondicional ayuda.
Hoy vengo a darte las gracias,
Llegue a ti mi alabanza,
Mi canto en voz vigorosa,
Mis manos levantadas proclamando tu nombre santo,
Mis lágrimas de alegría que adornan mis mejillas,
Con un solo eco y en una sola voz,
Te digo, Mi Señor, gracias.
Hoy vengo a darte las gracias,
Por el agua, el sol y las estrellas,
Por mi familia y amigos,
Por todos mis conocidos,
Por mi casa y por mis enemigos,
quienes merecen una oración por su paz y tranquilidad,
Y te digo una vez más, gracias porque me amas
Por tu perdón, por tu presencia, por ser mi Señor,
Infinitamente y con todo mi amor, gracias papito Dios.
Amén."

Cómo tratar con el desaliento

En el Salmo 42:5, vemos al salmista desalentado. El desaliento destruye la esperanza, así que naturalmente el diablo trata de desalentarnos. Y sin esperanza nos rendimos, que es exactamente lo que el diablo quiere que hagamos. 

La Biblia nos dice repetidamente que no nos desalentemos ni desmayemos. Dios sabe que no podremos ser victoriosos si estamos desalentados, así que nos anima a iniciar cada proyecto diciéndonos: “No nos desalentaremos”. Dios quiere que estemos con aliento, no desalentados. 

Cuando el desaliento o la condenación traten de abrumarlo, lo primero que debe hacer es examinar su modo de pensar. ¿Qué clase de pensamientos ha estado teniendo? ¿Acaso sonaban como éstos?: “No podré hacerlo, es demasiado difícil. Yo siempre fracaso; siempre pasa lo mismo. No cambia nunca nada. Estoy seguro de que otras personas no tienen tantos problemas para renovar sus mentes. Será mejor que me rinda. Estoy cansado de intentarlo. Oro, pero parece que Dios no me oye. Probablemente Dios no responde a mis oraciones, porque está decepcionado por la manera en que actúo”.
Si estos ejemplos representan sus pensamientos, no se asombre de estar desalentado o sentirse condenado. Recuerde, usted se transforma en lo que piensa. Si tiene pensamientos desalentadores, terminará desalentado. Si tiene pensamientos condenatorios, vivirá bajo condenación. ¡Cambie sus pensamientos y libérese!
En lugar de pensar negativamente, piense algo como esto: "Bueno, las cosas van un poco lentas, pero, gracias a Dios, estoy haciendo algunos progresos. Me alegra saber que estoy en el camino que me conducirá a la libertad. Ayer, tuve un día agitado. Escogí pensamientos erróneos a lo largo de todo el día. Padre, perdóname y ayúdame a seguir adelante. Cometí un error, pero al menos es un error que no volveré a cometer otra vez. Éste es un nuevo día. Tú me amas, Señor. Tu misericordia es nueva cada mañana. Rehúso estar desalentado. Rehúso ser condenado. Padre, la Biblia dice que Tú no me condenas. Tú enviaste a Jesús a morir por mí. Voy a estar bien: hoy va a ser un gran día. Te pido que hoy me ayudes a elegir pensamientos correctos.
Seguro que usted ya puede sentir la victoria con este tipo de pensamientos positivos, alentadores, que agradan a Dios. ¡Practique hoy mismo este tipo de pensamientos!

lunes, 3 de febrero de 2020

Encontrar a Cristo

No es solo la principal misión de nuestra vida, sino también una necesidad existencial: queremos encontrar a Cristo, queremos tener la certeza de que Dios existe, queremos encontrar el sentido de la vida. Porque en el fondo sabemos que nuestra mente aspira a conocer la verdad absoluta y nuestro corazón no se contenta con cualquier bien finito; nuestro corazón está hecho para alcanzar a Dios, el único bien infinito y eterno.
Lo reconozcamos o no, todos llevamos en el corazón ese profundo vacío que nada ni nadie puede llenar, solo Dios. Claro es, que en muchas ocasiones preferimos acallar ese grito sordo de nuestro corazón y lo silenciamos con “comida basura”: buscamos opacar ese clamor existencial con fiesta, con diversión, con un afán desmedido por comprar y conseguir la última versión del teléfono, del smartwatch, de las gafas o de los zapatos de moda.
Resultado de imagen de los pastores Encontrando a CristoPuede que también tratemos de ocultar nuestro vacío rodeándonos de amistades o de diversión y amores mundanos… Posiblemente, almas pagadas por ti mismo, soberbias y pseudo-intelectuales, que se llenan la boca con las teorías y suposiciones científicas que niegan la existencia de Dios, “porque no es científicamente comprobable”.
Pero en el fondo, tarde o temprano, nos damos cuenta de una realidad: no hay nada ni nadie en el mundo que pueda llenar ese ansia de infinito, y nada ni nadie puede acallar esa pregunta, esa búsqueda de Dios y esa necesidad existencial de conocer al Creador.

QUIERO VER UNA SEÑAL

Los pastores que fueron testigos del nacimiento de Cristo también tenían esa misma sed de infinito, esperaban un salvador que los liberara de la opresión. Aunque sus aspiraciones eran mundanas, Cristo mismo viene a hacerles ver que no necesitaban un salvador de los romanos, sino alguien que los liberase de las tinieblas y de la esclavitud del pecado (Romanos 8:2).
Ellos no sabrían por dónde empezar a buscar. Por eso Dios les envió a su ángel para hacerles saber que el Salvador acababa de nacer. Sin embargo, los pastores querían un salvador guerrero que aplastara con brazo poderoso a los poderes paganos de los romanos. Igual que muchas veces los incrédulos están esperando un dios, como si fuera una máquina expendedora a la que le echas unas monedas (algunas obras buenas o unas oraciones) y a cambio te da lo que quieres. Como si Dios fuera el genio de la lámpara y le tuviéramos que ordenar cuáles son nuestros deseos.
Por eso un buen padre no le da a escoger a su hijo pequeño si prefiere comer dulces y comida basura o frutas, verduras y pescado; porque ya sabe la respuesta y también sabe muy bien qué es lo que lo hará crecer sano y fuerte. De igual manera, Dios nos da, no lo que creemos que necesitamos, sino lo que realmente es bueno para nosotros.
Dios sabía que los pastores no lo iban a entender, así que les da una señal inequívoca de que Cristo ha llegado para salvarnos: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre” (Lucas 2:12).

Llegar como sea

Posiblemente hayan escuchado la historia de John Stephen Akhwari, el atleta  de Tanzania que quedó en último lugar en la prueba de maratón, de las Olimpiadas de 1986 en México.
Resulta que la ceremonia de clausura de los Juegos Olímpicos había concluido. Los espectadores y participantes empezaban a abandonar el estadio. Ya había anochecido cuando de repente, por los altavoces del estadio, se pidió a  los  pocos asistentes que aún quedaban, que se sentasen. 
sigue co¿Que sucedía? … Pues que John Stephen Akhwari, se acercaba lentamente en la oscuridad. Entró renqueante al estadio olímpico, dando muestras  evidentes de un dolor que le punzaba en una de sus sangrantes  piernas. John prácticamente cruzó andando el túnel. No podía más; se había caído más o menos en el Km. 19, golpeándose la rodilla y, como se pudo comprobar en la revisión médica posterior, dislocándose un hombro.
Le quedaban solo los 400 metros finales de la maratón. 
Una vez cruzada la meta, un periodista le preguntó: ¿Por qué después de la caída, con el dolor que sentía y sin opciones de lograr una posición relevante, decidió seguir en la competición?  Akhwari contestó: “Mi país no me envió a México a iniciar la carrera, sino a terminarla.”
Amigos y amigas, la actitud de dicho atleta la podemos aplicar a la carrera de nuestra existencia. Habrá muchos obstáculos, muchas circunstancias en el camino que nos estimulen a abandonar el propósito que tiene Dios para nuestra vida; contratiempos, infortunios, adversidades, reveses económicos, falta de salud , etc. pero aún así, nuestro paso no debe suspenderse, debemos avanzar hasta el final. No importa el lugar en el que lleguemos; lo importante será llegar.
Podríamos entonces, trasladar la frase de este esforzado atleta, señalando también que Dios no nos ha enviado a este mundo a iniciar una carrera, sino a terminarla.

“Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante

(Hebreos 12:1).

¿Cómo puedo tener la seguridad de mi Salvación?

Resultado de imagen de ¿Cómo puedo tener la seguridad de mi Salvación?Muchos seguidores de Jesucristo buscan la seguridad de la salvación en lugares equivocados. Tendemos a buscar la seguridad de la salvación en las cosas que Dios está haciendo en nuestras vidas, en nuestro crecimiento espiritual, en las buenas obras y en la obediencia a la Palabra de Dios, evidente en nuestro caminar cristiano. Aunque estas cosas pueden ser evidencias de la salvación, no son las cosas en las que debemos basar la seguridad de nuestra salvación. Más bien, debemos basar la seguridad de nuestra salvación en la verdad objetiva de la Palabra de Dios. Debemos tener confianza en que somos salvos basados en las promesas que Dios ha declarado, no en nuestras experiencias subjetivas.

¿Cómo puedes estar seguro de ser salvo? Considera 1 Juan 5:11-13 “Y éste es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en Su Hijo. El que tiene al Hijo tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida. Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios”. ¿Quién es quien tiene al Hijo? Aquellos que han creído en Él y lo han recibido (Juan 1:12). Si tienes a Jesús, tienes la vida. La vida eterna; no temporal, sino eterna.