Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder (Mateo 5:14).
Esteban les dijo a sus padres que tenía que llegar a la escuela temprano todos los días, pero por alguna razón, no les explicó por qué. No obstante, ellos se aseguraron de que llegara siempre a las 7:15.

Como creyente en Cristo, Esteban quería compartir su gozo con quienes lo necesitaban desesperadamente. Su ejemplo sigue siendo un recordatorio de que una de las mejores maneras de reflejar la luz del amor de Cristo, es con gestos bondadosos y un espíritu receptivo.
En Mateo 5, Jesús revela que en Él, somos la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte (verso 14). Las ciudades antiguas solían construirse con caliza blanca, y sobresalían reflejando el sol ardiente. Decidamos no escondernos, sino alumbrar a todos los que están en casa (verso 15).
A medida que alumbre (nuestra) luz delante de los hombres (verso 16), que ellos experimenten los brazos de amor abiertos de Cristo.
Padre, ayúdame a seguir el ejemplo de Esteban.
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