domingo, 22 de marzo de 2020

En el proceso de convertirse en cristiano

Algunas personas, cuando “entran al cristianismo”, parece como si una esfera mística les envolviera y milagrosamente se convirtieran en una versión muy distinta a la de sí mismos, que curiosamente es parecida (más bien igual) a la de quienes entraron a este “club” antes; y que de alguna manera su membresía dependiera de este cambio de personalidad.
cristiano proceso
Lo cierto es que cuando tenemos un encuentro cara a cara con el Señor, poco importa como somos porque ya no seremos iguales. Es tan potente la experiencia de conversión, que moviliza muchísimas emociones, sentimientos y cambios, que sin necesidad de presionarlos llegan por sí solos. Lo que muchas veces sucede es que ciertas personas creen que deben ser de cierta forma para agradar a Dios: serios, reflexivos, hablar con palabras poco normales, tener una actitud de devoción constante y en fin, parecer una serie de caricaturas que NADA tienen que ver con el proceso de convertirse en cristiano.
Mas si a Dios no le importó tu presente y, así y todo, quiso invitarte a ser su hijo, ¿por qué se esmeraría en que fueses de otra forma? Todos tenemos hábitos, características de nuestro temperamento o actitudes que pueden dañar a otro o a incluso nosotros mismos; precisamente son las que nos esmeramos en cambiar porque “no cuadran” con nuestra nueva forma de ser y de pensar. PERO existen características personales que Dios nos ha regalado, como el ser más hablador o más silencioso que otros, más o menos extrovertido, ser alegre y decir cosas graciosas que hagan reír al resto, ser espontáneo, gustar de ciertos lujos o comodidades, realizar algún tipo de actividad deportiva, tener algún hobbie, etc.
Cuando permites que Dios se convierta en tu Padre, Él no quiere de ti tu pecado, pero SÍ quiere a TODA persona que esté experimentada en esta conversión. A Dios no le gustan más o menos los serios o reflexivos, o los conversadores y sociables. Él no necesita que te amoldes y seas igual a todos los que creen en Su poder. 
Cuando descubrimos que Dios nos ama tal cual somos, con nuestra forma de ser, con nuestros gustos y disgustos, con nuestra manera de decir las cosas, hasta con las expresiones faciales que ponemos y que además de amarnos, así nos creó,… sentimos como si una tonelada de cemento cayera sobre nosotros, y nos permitiera SER ASÍ.

No tengo que ser quien no soy para agradarle a Él. No me tengo que parecer a un determinado grupo para “pertenecer”. No tengo nada que aparentar, solo debo SER para que Él SEA A TRAVÉS DE MÍ, con todos mis defectos, con todo lo que tengo. Ya no tengo que luchar, me acepto como soy porque quien tenía más razones para rechazarme no lo hizo. Él dio el primer paso, a mí me tocan los siguientes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario