domingo, 22 de marzo de 2020

Magnolias de acero

Existe una película de finales de los años ochenta que se llama “Steal magnolias” (“magnolias de acero” en español), que relata la historia de seis mujeres normales y corrientes que viven en un pueblo del sur de Estado Unidos. El porqué de ese nombre para la película, no se sabe, pero las dos palabras juntas tienen un profundo significado.
Resultado de imagen de magnoliaHay una especie de magnolia que se llama “liliflora”, considerada un arbusto por su “pequeño” tamaño, ya que solo alcanza la altura de cuatro metros. Pero hay algo especial en el fruto de este arbusto, y son las maravillosas flores que aparecen en invierno. Es precioso ver cómo estas flores aparecen erguidas en ese tronco con escasas hojas, cuando todas las flores de la primavera ya se fueron a dormir. Cuando las flores son cortadas de la rama que las sostiene, resisten muy poco tiempo sin marchitarse, y sus pétalos se debilitan hasta quedar casi completamente transparentes. Pero impresiona ver la firmeza de su tronco y la debilidad de sus pétalos, como ninguna otra flor. Es única en su especie.
También impresiona que sea una flor que habite en altura, que en vez de tener tallo tenga tronco y que tenga escasas hojas que la rodean, pero lo que más llama la atención es que florezca en invierno. Tal vez este arbusto ha entendido algo que aún no logramos comprender.
¿Y si pensamos en magnolias y en Jesús? Somos como esas magnolias, con un tronco firme que es Cristo, quien nos eleva sobre las circunstancias e incluso en invierno nos hace florecer; pero considerando la fragilidad de los pétalos, nos encontramos con el sentido de la película mencionada al principio: “Magnolias de Acero”. El acero es una combinación de hierro y carbón que se utiliza generalmente para construir estructuras como puentes y estanques, o sea, estructuras que deben ser firmes y resistentes. ¿Ves la metáfora? Exactamente. El “acero” nos da la fuerza y resistencia que nuestro delicado y fatigable cuerpo no posee; nos permite seguir siendo frágiles pero resistentes, nos da el valor para reconocer nuestra naturaleza y permitir que Dios la transforme por completo.

En Cristo somos ¡MAGNOLIAS DE ACERO!

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