Jesús nos dice en su Palabra, que ser como un niño es un requisito para entrar al Reino de Dios, y que los misterios del Reino solo son revelados a los niños. ¿Entiende que esto, lejos de ser una frase de cajón, es una necesidad de todo cristiano?
Esta aclaración viene a cuento porque leyendo un fragmento de Hechos 1, donde Jesús les decía a los discípulos que iban a ser bautizados por el Espíritu Santo, una curiosidad sana (más que sana necesaria) surge para entender, verdaderamente, qué significaba esta afirmación. Muchas veces nosotros solo estamos buscando el poder de Dios de hacer milagros para satisfacer nuestro ego y deseo de superioridad; pero no nos damos cuenta que la vida en el Espíritu Santo es mucho más que eso, y que el Poder solo es consecuencia de una vida de comunión con Él.
Desenterremos los maravillosos misterios que Dios tiene, para enseñarnos siendo "Nacidos del Espíritu":
1. Un nuevo nacimiento:
Si es usted un cristiano que lleva muchos años conociendo el evangelio, seguramente habrá leído y estudiado muchísimas veces acerca de este tema. ¿Realmente sabe lo qué significa? ¿Ha nacido usted de nuevo? ¿Sabe lo que significa ser un hijo de Dios? ¿Vive usted de acuerdo a la carne o de acuerdo al Espíritu?
En el versículo 3 de Juan 3;1-15, Jesús le dice a Nicodemo, gran maestro de la ley que sabía mucho de la Biblia y de Dios, que tenía que nacer de nuevo para ver el Reino de Dios. Paradójicamente, Nicodemo no entendía a lo que Jesús se refería y pensaba que era una locura, ya que no puedes entrar por segunda vez al vientre de tu madre y nacer por segunda vez. Pero Jesús no se refería a esta clase de nacimiento, sino al nacimiento de agua y del Espíritu.
Bautizar significa sumergir o lavar. Y recordemos que Juan el bautista en su predicación, dijo que vendría alguien que bautizaría con Espíritu Santo y fuego. Los elementos agua y fuego son relacionados con las palabras Espíritu Santo y bautismo en muchas ocasiones ¿Qué relación tienen?
En el Antiguo Testamento, tanto el fuego como el agua eran representación del Espíritu Santo; recordemos, por ejemplo, el texto de Ezequiel de las aguas salutíferas o el fuego que alumbraba en el candelero de oro. Estos símbolos representan pureza, son símbolos de la obra que Dios hace en nuestros corazones para lavarnos y limpiarnos de toda maldad; el fuego representa la obra del Espíritu Santo, quemando aquellas cosas de nuestras vidas que no son agradables a Dios, aunque esto pueda doler por un tiempo; el agua representa la obra del Espíritu Santo, limpiando nuestras maldades y regenerando nuestro ser.
Esto es, precisamente, a lo que Jesús se refiere cuando habla de bautismo y de nuevo nacimiento, y también cuando nos ordena ser como niños; también es la razón por la cual dijo que más valía para nosotros, que se fuera para enviarnos al Consolador. Cuando dejamos que Dios actúe de esta forma en nuestras vidas, el resultado final es que volvemos a nacer, nos convertimos en nuevos seres regenerados por Dios, útiles para mostrar su amor al mundo; y plenamente libres para confiar en sus promesas y disfrutar de su amor; nos convertimos en nuevos seres que no viven en la carne sino en el Espíritu.
Te damos gracias Dios, por tu infinita bondad y misericordia, pues nos permites entender los grandes misterios de tu verdad; te pedimos que hagas esta obra en nuestras vidas, y depositamos toda nuestra fe en ti.
2. ¿Cómo puede hacerse esto?
Nicodemo le realizó esta pregunta a Jesús, y Jesús le recriminó saber mucho de la Ley pero no saber esto que le estaba enseñando. Muchas de las autoridades religiosas del tiempo de Jesús no creían que Él fuera el Mesías y buscaban hacer caer su reputación ante el pueblo, o bien hacerlo callar como fuera necesario; de hecho, muchos explican así, que Nicodemo buscara a Jesús de noche, por esta misma razón. ¿Qué pensarían los compañeros de Nicodemo si lo vieran hablando con aquél “blasfemo” que intentaban acallar? ¿Qué opinión tendría el pueblo de sus autoridades religiosas, si uno de sus principales estaba hablando con Jesús mientras otros hablaban en su contra?
Luego, Jesús le planteó un reto de proporciones gigantescas, teniendo en cuenta el contexto social en el que vivía este hombre; y no solo su contexto social, sino también sus pensamientos y racionalismo que jugaban en su contra. Jesús lo exhortó a creer en Él y le mostró que creer en Él era el único camino para nacer de nuevo.
Leamos los últimos dos versículos de este maravilloso pasaje, ya que en ellos está la clave para nacer de nuevo:
“Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna.” Juan 3;14-15
Toda la predicación de Jesús se basaba en la enseñanza de la vida eterna, vida eterna que es el conocimiento del Padre; y solo se puede llegar al Padre a través de Él, su Hijo. Esta vida eterna y conocimiento de Dios es la síntesis de toda la belleza, felicidad, plenitud, paz y todo estado de bienestar humano, que trasciende ampliamente lo que podemos imaginar. Jesús reta a Nicodemo a creer que Él es el Hijo de Dios y que sería levantado como la serpiente en el desierto. He ahí la clave, he ahí el único requisito y el llamado de esperanza más grande que podamos recibir. YA NO ESTAMOS PERDIDOS SI CREEMOS EN CRISTO, HEMOS SIDO HALLADOS PARA TENER VIDA ETERNA.
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