Faraón tenía el poder económico, pero José tenía el poder de Dios; y el que tiene el poder de los milagros termina quebrando el poder natural. Porque faraón podía tener los recursos, podía tener el látigo, pero el que tiene la fe acaba liberado, acaba bendecido.
“Y mandó José que llenaran sus sacos de trigo y devolviesen el dinero a cada uno de ellos, poniéndolo en su saco, y les diesen comida para el camino”. Génesis 42;25
El saco: representa la comida y el dinero para lo que se necesite.
“Y tú toma para ti trigo, cebada, habas, lentejas, mijo y avena, y ponlo en una vasija, y hazte pan de ello” Ezequiel 4;9.
La vasija: tenemos más comida, es un nivel más grande, para ti, para tu marido y tus hijos.
“Y comieron todos, y se saciaron; y recogieron de lo que sobró de los pedazos doce cestas llenas”. Mateo 15;37
Las cestas: es para ti, para tu familia y para los demás.
“Jehová te enviará su bendición sobre tus graneros, y sobre todo aquello en que pusieres tu mano; y te bendecirá en la tierra que Jehová tu Dios te da”. Deuteronomio 28;8
El granero: No pedimos por el saco, ni por la vasija, ni por las cestas, ¡sino abundancia para toda la vida!
José primero tuvo su túnica y ovejas para cuidar, abundancia para Potifar; pero luego tuvo abundancia para él: “voy a llenar tus graneros, le dijo Dios”
Cuando los israelitas salieron de Egipto, Dios les dio oro y vestidos a las mujeres que lo pidieron, que despojaron a los egipcios. Ahora la pregunta es: los maltrataron, entonces ¿para qué querían el oro?; porque lo que querían realmente era irse y olvidarse de todas las maldades que sufrieron. Mas el oro era para cuando se les pasara el dolor, porque había que seguir viviendo e iban a necesitar el oro y los vestidos.
David tenía 400 personas menesterosas con él y los convirtió en un ejército. David tenía el sueño de Dios, sí, en cambio los problemas no inventan nada, revelan lo que hay en tu corazón. Quizás te robaron, no tienes dinero para nada y te preguntas ¿por qué me ha pasado esto? Pero hay una salida, porque Dios no solamente te hace ver el problema, también te da la salida. Por ejemplo: el efod que tenía dos hombreras con unas tiras de oro se lo ponía el sacerdote para orar a Dios, y David se lo pidió prestado al sacerdote para consultar, y el Señor le dijo “síguelos”.
¿Quién es tu fuente de información? ¿Son los recursos, la gente, la mente? En cambio, si tu fuente es Dios sabrás lo que vas a hacer.
Lo primero que tienes que declarar es que la gloria de Dios te va a rodear.
Lo primero que le dijo Rut a Noemí en medio del dolor, (porque Rut también había perdido al marido, ella también estaba triste, también había dejado su casa) fue: “Tu Dios será mi Dios”. Rut era una mujer pagana, y lo que estaba diciendo es que la gloria que tenía el Dios de Noemí, ahora sería la gloria que iba a estar en su vida.
¿Sabes qué significa que la gloria de Dios te rodee? Que todo lo que hagas te va a salir bien.
Por ejemplo, yo te digo lo siguiente: “Llueve, y llueve mucho, y las nubes están oscuras”.¿Eso es bueno o es malo? Según, por un lado es bueno porque hay una parejita abrazada, tomando un café, mirando hacia la ventana y prometiéndose amor por siempre. Pero simultáneamente hay otra pareja en un barco, en una expedición, que quedaron perdidos por la copiosa lluvia y no pueden ser rescatados. En otro lado hay un agricultor que hacía seis meses que oraba para que lloviera. Entonces, ¿la lluvia es buena o mala? Depende del contexto. El contexto le da sentido al texto. ¿Sabes lo que estaba diciendo Rut? Decía:
“Yo soy pobre, pero le voy a poner el contexto de la gloria. Yo estoy sola, pero no será para siempre”; y el contexto le va a dar sentido a lo que ahora estoy viviendo. Este dolor se va a transformar en victoria. Porque cuando le pones la gloria a tu casa, la casa termina bendecida.
No olvides que vamos de gloria en gloria y de poder en poder; el contexto de la gloria le da sentido al presente que vivimos.
Al apóstol Pablo lo apedrearon, y un día terminó en la cárcel. Los cristianos decían: “Pobrecito Pablo, si él no hace nada malo”. Pero Pablo dijo: “Esperen, porque esta leve y momentánea tribulación produce en mí cada vez más gloria”. Por lo cual podemos decir: “yo estoy en una cárcel, pero voy a rodear esta cárcel con la gloria. Y la gloria va a hacer que esta cárcel termine siendo de bendición para muchos”; porque no son las circunstancias, es el contexto lo que le da el sentido. Nosotros le vamos a poner la gloria.
Un día iban los discípulos caminando con Jesús y se encontraron con un hombre ciego. A los discípulos les agarró “el ataque religioso” y preguntaron: “¿Maestro, quién pecó para que esté así, él o sus padres? ¿La culpa de quién fue, o es una herencia de maldición generacional?” Y Jesús los miró y les dijo: “No pecó ni él ni sus padres. A esto le vamos a poner la gloria de Dios y este ciego va a terminar viendo”.
Deja de andar preguntándote si te equivocaste, si la culpa es de tus padres o de alguien más. Ponle la gloria al problema y el problema va a terminar acabando en victoria. El libro de Rut tiene cuatro capítulos, ten confianza en que Dios te dará las fuerzas para que logres caminar dos capítulos más y entres en el “capítulo de la abundancia”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario