Hebreos 11:1 “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”.
La fe implica abandonar toda la confianza en sí mismo, en nuestras propias fuerzas, en nuestros propios recursos, en nuestras habilidades y razonamientos; es decir, en todas las cosas que vemos o en lo que nos podemos apoyar humanamente.
La fe es confiar en las cosas que no se pueden ver, porque lo que se ve ¿a qué esperarlo, si ya lo estamos viendo?; si esperamos con paciencia lo que no vemos, si lo aguardamos con seguridad y certeza en nuestro corazón, lo recibiremos, ésta es la verdadera fe; (Marcos 11:22-23).
La fe es confiar en las cosas que no se pueden ver, porque lo que se ve ¿a qué esperarlo, si ya lo estamos viendo?; si esperamos con paciencia lo que no vemos, si lo aguardamos con seguridad y certeza en nuestro corazón, lo recibiremos, ésta es la verdadera fe; (Marcos 11:22-23).
La fe en Dios es creer plenamente en Él y sus promesas, en su provisión y su preocupación por nosotros, sabiendo que al entregar nuestras vidas como posesión de Dios, Él mismo toma el control de todos los aspectos de nuestras vidas.
Tú puedes ser una persona de fe teniendo tu propia convicción del Poder y de la presencia de Dios en tu vida; aunque a veces frente a las evidencias parezca todo lo contrario, siendo tú una persona de fe no vas a desfallecer, sino que te fortalecerás en la fe y en la seguridad de las promesas de Dios.
Como una persona de fe, tienes la fidedigna seguridad de que lo que has pedido en la perfecta voluntad de Dios, ya lo puedes dar como recibido, no mirando el tiempo del cumplimiento de la promesa o las circunstancia adversas, sino que te aseguras y te aferras con mayor fuerza en ellas, no desmayando en la espera, sino accionando la palabra de fe, confesando la promesa con tus palabras, sabiendo que lo que confesares, creyéndolo en tu corazón, lo recibirás.
Como una persona de fe, tienes la fidedigna seguridad de que lo que has pedido en la perfecta voluntad de Dios, ya lo puedes dar como recibido, no mirando el tiempo del cumplimiento de la promesa o las circunstancia adversas, sino que te aseguras y te aferras con mayor fuerza en ellas, no desmayando en la espera, sino accionando la palabra de fe, confesando la promesa con tus palabras, sabiendo que lo que confesares, creyéndolo en tu corazón, lo recibirás.
Dios habilita el tiempo del cumplimiento de las promesas. Abraham tuvo que esperar 25 años para recibir la promesa, pero no desfalleció sino que se fortaleció en ella, y su fe fue contada por justicia. No fue fácil para él, las circunstancias no eran favorables para recibir la promesa, la ancianidad de Sara, sus pocas fuerzas y el haber perdido su fertilidad de mujer para ser madre,... todo humanamente indicaba la imposibilidad de que la promesa de Dios se cumpliera en ellos. Abraham fue el padre de la fe y hoy tú puedes ser hijo de la fe, una persona con una fe inquebrantable convencida del poder de Dios y de su perfecta voluntad. Él es Todopoderoso para cumplir todo lo que te ha prometido.
La fe si no tiene obras es muerta en sí misma (Santiago 2:17-20). Tienes que asegurarte que tu fe sea una fe viva, no una fe muerta, que no es una fe verdadera ni genuina; esta clase de fe no alberga esperanza, es una emoción momentánea que desaparece sin dejar evidencias ni frutos.
Sin las obras, la fe es muerta, no hay crecimiento, no hay frutos, no hay desarrollo, no hay acción, la falta de obras demuestra que se engañan o se mienten a sí mismos. Hay un ejemplo claro en la parábola de los talentos, (Mateo 25:18); el siervo inútil y negligente no puso en acción su fe para multiplicar el talento que su Señor le había entregado, lo dejó morir en sus manos y no se multiplicó ni dio fruto alguno.
La persona de fe es aquella que tiene una fe viva, activa, que se mueve constantemente por fe, que sabe oír y obedecer a la voz de Dios, Romanos 10:17 “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios”. La persona de fe sabe que la palabra de Dios es vivificada por el Espíritu Santo, sabe que le da la revelación y la acción por la fe; se hace vida en ella; la persona de fe es sensible a la voz de Dios, conoce a Dios, interpreta a Dios y obedece su palabra; sabe que su obediencia traerá bendición, que su fe es activa y operativa en la palabra recibida. La fe viva produce movimiento, acción, desarrollo, crecimiento y trabajo.
La verdadera fe se muestra en el hacer, no en el decir. Una fe genuina, viva y verdadera en nuestro Señor Jesucristo traerá importantes cambios en tu vida, producirá en ti abundantes frutos, obras, resultados y bendiciones.
Piensa en este momento conforme a la palabra, si tú eres una persona de fe, si tu fe es una fe viva y activa, si tu fe ha producido cambios en ti y en tu entorno, piensa si puedes mostrar con tus obras tu fe; haz un balance de tu vida, en cuantas bendiciones recibiste por creer en el poder de Dios y en sus promesas o cuantas bendiciones perdiste por tu falta de fe, piensa si fuiste prosperado en todos tus caminos, piensa cuantas almas has ganado para el Reino de Dios por tu fe, cuantos en tu familia has ganado para Cristo por tu fe, por tu constancia y perseverancia, o cuantas estás perdiendo por tu incredulidad, Hechos 16:31 “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa”.
Hoy puedes cambiar tu vida. ¿Quieres ser una persona de fe?; cree en Dios y en el Señor Jesucristo; cree en la palabra de Dios pues en ella hay vida y poder; cree que Dios todo lo puede y que no hay nada imposible para Él; cree que la fe mueve montañas y todo lo que pidas a Dios en el nombre del Señor Jesucristo, creyendo, lo recibirás; cree aunque todo parezca en contra, aunque el tiempo y las circunstancias te digan que no; sigue creyendo, nunca pierdas la fe y la confianza en Dios, y deja que el Señor Jesucristo controle todos los aspectos de tu vida, 2ª Corintios 1:20 “Porque todas las promesas de Dios son en él sí, y en él amén”.
Recuerda que Dios es tu salvador, que es un Dios de amor que con amor eterno te ha amado, que es un Dios justo y misericordioso. Dios es fiel, eterno y verdadero, es tu pastor y nada te faltará, es tu justicia, tu ayudador, tu amparo, tu sanador, tu fuerza, tu proveedor, tu paz, Dios es tu pronto auxilio en la tribulación, Dios es el Todopoderoso, Él te sustenta con la diestra de su justicia.
1ª Pedro 1:7-9 “Para que sometida a prueba vuestra fe, mucha mas preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra, cuando sea manifestado Jesucristo, a quien amáis sin haber visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso; obteniendo el fin de vuestra fe, que es la salvación de vuestras almas”.
Hombre o mujer de fe, toma esta promesa de Dios y avanza en el camino que Dios te ha trazado, sabiendo que tienes guardada la recompensa en los cielos.
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