lunes, 21 de enero de 2019

¿Tienen que obedecer los cristianos la ley del Antiguo Testamento?

La clave para entender este asunto es saber que la ley del Antiguo Testamento fue dada a la nación de Israel, no a los cristianos. Algunas de las leyes se hicieron para que los israelitas supieran cómo obedecer y agradar a Dios (por ejemplo los Diez Mandamientos); otras eran para mostrarles cómo adorar a Dios (el sistema de sacrificios), y otras más simplemente, para hacer a los Israelitas diferentes de otras naciones (las reglas de alimentación y vestimenta). Pero ninguna de las leyes del Antiguo Testamento se aplican a nosotros hoy, porque cuando Jesús murió en la cruz puso fin a la ley del Antiguo Testamento (Romanos 10:4; Gálatas 3:23-25: Efesios 2:15).

En lugar de estar bajo la Ley del Antiguo Testamento, estamos bajo la ley de Cristo (Gálatas 6:2), esto es “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas” (Mateo 22:37-40). Si hacemos estas dos cosas, estaremos cumpliendo con todo lo que Cristo quiere que hagamos, “Pues éste es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos” (1 Juan 5:3). Técnicamente, incluso los Diez Mandamientos no son aplicables a los cristianos. Sin embargo, nueve de los Diez Mandamientos están repetidos en el Nuevo Testamento (todos, excepto el mandamiento de observar el Día de Reposo). Obviamente, si estamos amando a Dios, no estaremos adorando a otros dioses o adorando a ídolos. Y si estamos amando a nuestros vecinos, no estaremos asesinándolos, mintiéndoles, cometiendo adulterio contra ellos, o codiciando lo que les pertenece. De manera que, no estamos bajo los requerimientos de la ley del Antiguo Testamento. Debemos amar a Dios y a nuestros vecinos. Si hacemos estas dos cosas fielmente, todo lo demás va a estar en su lugar.
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La Ley Mosaico del Antiguo Testamento abarca tres diferentes aspectos: la ley civil (específicamente para la nación de Israel), la ley ceremonial y levítica (los sacrificios y otras prácticas relacionadas con la vida espiritual de la nación de Israel), y la ley moral (resumida en los diez mandamientos).

La ley civil siempre ha sido de aplicación exclusiva para la nación de Israel, bajo el liderazgo de Dios como su Soberano, y nunca a las naciones gentiles. Estas leyes civiles no tienen nada que ver con el cristiano hoy en día. Estas leyes tratan de la vida diaria (comida, etc.), y la conducta personal de los judíos como el pueblo de Dios. Además, son las leyes aplicables a la vida social y civil de Israel.

Las leyes ceremoniales y levíticas no tienen NADA QUE VER con el cristiano hoy en día. Cuando Cristo murió en la cruz, Él cumplió la ley, hizo innecesarias estas leyes, porque Él fue el último y suficiente sacrificio por los pecados de la humanidad. No ofrecemos sacrificios de animales por el pecado hoy en día, no hay necesidad. Tampoco estamos obligados a celebrar las fiestas anuales de Israel.

Sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos. Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados, anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz. Colosenses 2:12-14

Fue, pues, necesario que las figuras de las cosas celestiales fuesen purificadas así; pero las cosas celestiales mismas, con mejores sacrificios que estos. Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios; y no para ofrecerse muchas veces, como entra el sumo sacerdote en el Lugar Santísimo cada año con sangre ajena. De otra manera le hubiera sido necesario padecer muchas veces desde el principio del mundo; pero ahora, en la consumación de los siglos, se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado. Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio, así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que lo esperan. Hebreos 9:23-28

La ley moral, sí es aplicable al cristiano hoy en día, porque los diez mandamientos son un reflejo de la santidad de Dios y la base de la conducta en todo tiempo para el hombre o la mujer que quiere agradar a Dios.

Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos. Gálatas 4:4-5

Cristo nació bajo la ley, pero, ¿qué dice el evangelio de Juan?

Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. Juan 1:17

La ley estaba relacionada con Moisés, pero la gracia con Jesucristo. Por lo tanto, después de la muerte y resurrección de Cristo se inició el tiempo de la gracia. No estamos bajo la ley, sino bajo la gracia ahora. Esto no quiere decir que la ley moral de Dios (manifestado en los diez mandamientos) no sea aplicable hoy en día, solo que no estamos obligados a cumplir la ley civil o la ley ceremonial y ritual del Antiguo Testamento.

Hay una controversia en la actualidad, sobre el mandamiento del día de reposo, y si el cristiano de hoy en día debe adorar a Dios el sábado o como la gran mayoría lo hacen hoy en día, el domingo, el Día del Señor.  
No es nuestra responsabilidad cumplir con el día de reposo tal como lo hacían los israelitas en el Antiguo Testamento. El asunto hoy en día no está en dónde ni cuándo uno adora a Dios, sino en el hecho de adorar a Dios en espíritu y en verdad (Juan 4:24), y dedicar todos nuestros días a la adoración de Dios, y un día a la semana en particular. Unos cristianos lo hacen el sábado y otros el domingo. El punto principal lo dijo el Señor Jesús cuando dijo que lo más importante era adorar a Dios en espíritu y en verdad.
   
Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre. Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de los judíos. Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que lo adoren. Juan 4:21-24

En el Nuevo Testamento la adoración del día de reposo (sábado) fue reemplazado en la Iglesia de Cristo, por el primer día de la semana, el Día del Señor, el domingo. El Señor Jesús resucitó de los muertos el primer día de la semana, y la muerte y la resurrección de Jesús son el fundamento de la Iglesia. Puede parecer lógico, en consecuencia, apartar el domingo para descansar y buscar a Dios.

En cuanto a la ofrenda para los santos, haced vosotros también de la manera que ordené en las iglesias de Galacia. Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado, guardándolo, para que cuando yo llegue no se recojan entonces ofrendas. 1 Corintios 16:1-2 (RVR60)

La Iglesia del Nuevo Testamento estableció la práctica de recibir las ofrendas de los hermanos el primer día de la semana, indicando también que ellos se juntaban ese día como iglesia para adorar a Dios.

En el siguiente texto, vemos a los cristianos del libro de Hechos juntándose el primer día de la semana (el domingo) para celebrar la cena del Señor – el partimiento del pan.

El primer día de la semana, reunidos los discípulos para partir el pan, Pablo les enseñaba, habiendo de salir al día siguiente; y alargó el discurso hasta la medianoche. Hechos 20:7 (RVR60)

Pablo dice respecto al cumplimiento de ciertos días que nadie debe juzgar a otro.

Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo, todo lo cual es sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es de Cristo. Colosenses 2:16-17

En resumen, hoy en día debemos cumplir los diez mandamientos para llevar una vida que refleja la santidad de Dios en medio de un mundo lleno de maldad. Debemos ser luces en la oscuridad tal como Dios es luz.

Este es el mensaje que hemos oído de él y os anunciamos: Dios es luz y no hay ningunas tinieblas en él. Si decimos que tenemos comunión con él y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado. 1 Juan 1:5-7

En conclusión, la Iglesia de Cristo no está BAJO la ley de Moisés, sino bajo la gracia. No estamos obligados a cumplir las leyes civiles ni las ceremoniales de la ley, aunque los principios de los 10 mandamientos son un reflejo continuo de la santidad de Dios, y por tanto debemos cumplirlas. La única excepción es el día de reposo, porque en el Nuevo Testamento el sábado fue reemplazado por el domingo, el día del Señor, para la reunión y adoración de los cristianos.

Ahora bien, ¿cómo saber qué parte del Antiguo Testamento aplicar a nuestras vidas? Hay promesas que fueron dadas a la nación de Israel que no son para la Iglesia de Cristo hoy en día.

Dios hizo varios pactos con la nación de Israel. En estos pactos, Dios hizo ciertas promesas, y al mismo tiempo, puso ciertas condiciones a la nación para recibirlas. Básicamente, Dios dio ciertas reglas (mandamientos) a la nación que cumplir, y si los israelitas las cumplían, entonces había la promesa de bendiciones para la nación.

Un ejemplo perfecto de esto es el capítulo de bendiciones y maldiciones sobre Israel según su cumplimiento del pacto con Dios, en el libro de Deuteronomio.

Acontecerá que si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, para guardar y poner por obra todos sus mandamientos que yo te prescribo hoy, también Jehová tu Dios te exaltará sobre todas las naciones de la tierra. 2Y vendrán sobre ti todas estas bendiciones, y te alcanzarán, si oyeres la voz de Jehová tu Dios. 3Bendito serás tú en la ciudad, y bendito tú en el campo. 4Bendito el fruto de tu vientre, el fruto de tu tierra, el fruto de tus bestias, la cría de tus vacas y los rebaños de tus ovejas. 5Benditas serán tu canasta y tu artesa de amasar. 6Bendito serás en tu entrar, y bendito en tu salir. 7Jehová derrotará a tus enemigos que se levantaren contra ti; por un camino saldrán contra ti, y por siete caminos huirán de delante de ti. 8Jehová te enviará su bendición sobre tus graneros, y sobre todo aquello en que pusieres tu mano; y te bendecirá en la tierra que Jehová tu Dios te da. 9Te confirmará Jehová por pueblo santo suyo, como te lo ha jurado, cuando guardares los mandamientos de Jehová tu Dios, y anduvieres en sus caminos. 
10Y verán todos los pueblos de la tierra que el nombre de Jehová es invocado sobre ti, y te temerán. 11Y te hará Jehová sobreabundar en bienes, en el fruto de tu vientre, en el fruto de tu bestia, y en el fruto de tu tierra, en el país que Jehová juró a tus padres que te había de dar. 12Te abrirá Jehová su buen tesoro, el cielo, para enviar la lluvia a tu tierra en su tiempo, y para bendecir toda obra de tus manos. Y prestarás a muchas naciones, y tú no pedirás prestado. 13Te pondrá Jehová por cabeza, y no por cola; y estarás encima solamente, y no estarás debajo, si obedecieres los mandamientos de Jehová tu Dios, que yo te ordeno hoy, para que los guardes y cumplas, 14y si no te apartares de todas las palabras que yo te mando hoy, ni a diestra ni a siniestra, para ir tras dioses ajenos y servirles. 15Pero acontecerá, si no oyeres la voz de Jehová tu Dios, para procurar cumplir todos sus mandamientos y sus estatutos que yo te intimo hoy, que vendrán sobre ti todas estas maldiciones, y te alcanzarán. 16Maldito serás tú en la ciudad, y maldito en el campo. 17Maldita tu canasta, y tu artesa de amasar. 18Maldito el fruto de tu vientre, el fruto de tu tierra, la cría de tus vacas, y los rebaños de tus ovejas. 19Maldito serás en tu entrar, y maldito en tu salir.
20 Y Jehová enviará contra ti la maldición, quebranto y asombro en todo cuanto pusieres mano e hicieres, hasta que seas destruido, y perezcas pronto a causa de la maldad de tus obras por las cuales me habrás dejado. 21Jehová traerá sobre ti mortandad, hasta que te consuma de la tierra a la cual entras para tomar posesión de ella. 22Jehová te herirá de tisis, de fiebre, de inflamación y de ardor, con sequía, con calamidad repentina y con añublo; y te perseguirán hasta que perezcas. 23Y los cielos que están sobre tu cabeza serán de bronce, y la tierra que está debajo de ti, de hierro. 24Dará Jehová por lluvia a tu tierra polvo y ceniza; de los cielos descenderán sobre ti hasta que perezcas. Deuteronomio 28:1-24 (RVR60)

Este texto describe promesas de Dios de bendición y maldición sobre Israel según su obediencia o su desobediencia. Hay cristianos en la actualidad, que toman este texto y hacen una aplicación a la Iglesia de hoy en día. Ellos dicen, “Si somos fieles a Dios, y cumplimos Su Palabra, entonces Dios nos va a bendecir material y físicamente. Vamos a tener el dinero que queremos y la buena salud. Vamos a tener victoria sobre nuestro enemigo el diablo.” Y mucho más… El tema es que este pasaje es específicamente para Israel, el pueblo NACIONAL de Dios, y no para la Iglesia, el pueblo ESPIRITUAL de Dios. Siempre tenemos que estudiar el contexto de la promesa para saber si fue dada a todos los creyentes de todo tiempo, solo a la nación de Israel, o solo a la Iglesia de Cristo.

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