La evangelización es fundamental para el crecimiento de la iglesia, y por lo tanto, del Reino de Dios; ¿qué lugar ocupa la evangelización en sus vidas? Nosotros, el Cuerpo de Cristo, tenemos un compromiso, movilizarnos para ganar almas para el Señor, y esta tarea evangelista no se realiza en el interior del templo, sino fuera de él:
“¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el escriba? ¿Dónde está el que discute asuntos de este siglo? ¿No ha enloquecido Dios la sabiduría del mundo? Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación” 1 Corintios 1:20-21.
Dios extiende el Evangelio a través de sus instrumentos en la tierra, y esos instrumentos somos nosotros, los cristianos, y es por lo que un verdadero cristiano no pierde tiempo en su tarea de evangelización, como cuando:
“entrando Pablo en la sinagoga, habló con denuedo por espacio de tres meses, discutiendo y persuadiendo acerca del reino de Dios. Pero endureciéndose algunos y no creyendo, maldiciendo el Camino delante de la multitud, se apartó Pablo de ellos y separó a los discípulos, discutiendo cada día en la escuela de uno llamado Tiranno. Así continuó por espacio de dos años, de manera que todos los que habitaban en Asia, judíos y griegos, oyeron la palabra del Señor Jesús” Hechos 19:8-10.
En la palabra de Dios, leemos en Hechos 8:1-8 “Y Saulo consentía en su muerte. En aquel día hubo una gran persecución contra la iglesia que estaba en Jerusalén; y todos fueron esparcidos por las tierras de Judea y de Samaria, salvo los apóstoles. Y hombres piadosos llevaron a enterrar a Esteban, e hicieron gran llanto sobre él. Y Saulo asolaba la iglesia, y entrando casa por casa, arrastraba a hombres y a mujeres, y los entregaba en la cárcel. Pero los que fueron esparcidos iban por todas partes anunciando el evangelio. Entonces Felipe, descendiendo a la ciudad de Samaria, les predicaba a Cristo. Y la gente, unánime, escuchaba atentamente las cosas que decía Felipe, oyendo y viendo las señales que hacía. Porque de muchos que tenían espíritus inmundos, salían éstos dando grandes voces; y muchos paralíticos y cojos eran sanados; así que había gran gozo en aquella ciudad”.
La palabra Evangelio viene de la palabra griega que significa “buenas noticias” y que tiene sus raíces en otra que significa “ángel”. Bien..., sabemos que ángel significa enviado o mensajero de Dios, y al convertirnos nos estamos comprometiendo con el Señor a ser sus mensajeros de las buenas nuevas que han transformado nuestras propias vidas, y por lo tanto, con nuestra experiencia y testimonio, proclamaremos el evangelio de salvación a la humanidad.
Mateo nos dice que “Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” Mateo 28:18-20
Jesús nos hace la invitación a evangelizar de una manera especial, ya que para poder comprender este mandato, primero tenemos que experimentar la buenas nuevas en nuestras propias vidas, mostrando los frutos.
Desde el momento en que fuimos bautizados en fe, estamos llamados a llevar el evangelio a la humanidad empleando lo que el Señor nos ha regalado como son nuestros dones espirituales, y nuestra propia experiencia demostrada con una vida recta, como forma de dar ejemplo de hombres que viven plenamente la experiencia de haber sido evangelizados.
Y además, ese poder se nos da a nosotros, los que creemos verdaderamente y nos dejamos llenar de Su amor, recordando que la autoridad la obtenemos por la relación estrecha que mantenemos con el Padre y con Aquél que sacrificó su vida por amor a cada uno de nosotros, al extremo que en todo lo que hacemos por amor y confiando en su poder, tenemos la seguridad de que tendremos la victoria.
Pero Jesús no obligó a los apóstoles a evangelizar, ni les pidió que infundieran el miedo a los que iban a ser evangelizados, solos, tal como nos dice la Biblia:
“Sabrá toda esta congregación que Jehová no salva con espada y con lanza; porque de Jehová es la batalla, y él os entregará en nuestras manos” 1 Samuel 17:47
Pensemos lo que Jesús hizo por cada uno de nosotros en una entrega total que lo llevó a la cruz, para enseñarnos la manera en la que debemos evangelizar, llevando su Palabra de amor y salvación para que las almas lleguen a sus pies. Pero no podemos traer almas a sus pies cuando nosotros no hemos venido a Él, no podemos hacer que todos los pueblos sean discípulos del Señor si nosotros mismos no estamos viviendo ese discipulado.
¿Cuántos pretextos le hemos puesto a Dios para no hacer su voluntad?..., que otros prediquen, que otros evangelicen a mi familia, decimos que es responsabilidad del pastor y de los líderes hablar de Dios y nos quedamos quietos, esperando; y nos enojamos cuando no se hace como nosotros pensamos y decidimos ir a la busca del sitio donde supuestamente nos atenderán mejor, olvidándonos de que Jesús vino a servir y no a ser servido, tal como demostró con hechos, no solo con palabras ni deseos. Dios te ha dado dones, cada uno tiene uno en particular, pues ponlo al servicio del Señor, y la recompensa será grande, será la vida eterna.
Dios está constantemente con nosotros derramando lágrimas por nuestras faltas, y nosotros nos sentimos abandonados, y en lugar de acercarnos a Él buscamos otras experiencias en vicios como el alcohol, las drogas, las infidelidades y hasta los golpes a los seres queridos; no encontramos paz porque nos sentimos abandonados por Dios, mientras que su mano está sosteniéndonos en cada tropiezo que damos, por lo que:
“en las manos te llevarán, para que tu pie no tropiece en piedra” Salmo 91:12,
“¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?” Romanos 8:31-32.
Ese es el Señor para nosotros, pero lo que debemos preguntarnos es: ¿Soy yo verdaderamente para el Señor o hago las cosas sin ser consciente de su amor? Por supuesto que hay veces que la vida que llevamos no nos permite servirle como quisiéramos y no podemos experimentar la presencia del Señor a nuestro lado, o bien tenemos una enfermedad, o un problema de violencia doméstica que nos llevan a preguntamos si esa promesa del Señor es real.
Para poder comprender lo que el Señor nos promete, debemos estar llenos de Su Palabra y reflexionar en todo lo que hizo por nosotros, pues ahí tendremos una visión clara de lo que significa evangelizar, siendo obedientes al Padre en todo y poniendo en acción lo que leímos.
El propio Jesús y los apóstoles realizaron la primera evangelización, y gracias a ésta ha llegado hasta nosotros el mensaje de Cristo. Pero a causa de la situación en el mundo y la posición de la iglesia en este escenario, todos debemos actuar como evangelizadores en el lugar donde estemos, convirtiéndose cada cristiano es un eslabón de la cadena de la evangelización, comprendiendo que si la cadena se rompe habrá muchas almas que se perderán para siempre en el infierno.
Pablo usaba dos medios para la evangelización, la exposición pública y la exposición personalizada del evangelio, pues:
“sirviendo al Señor con toda humildad, y con muchas lágrimas, y pruebas que me han venido por las asechanzas de los judíos; y cómo nada que fuese útil he rehuido de anunciaros y enseñaros, públicamente y por las casas” Hechos 20:19-20
Si hacemos esto, así como Pablo tuvo buenos resultados, igual ocurrirá hoy con nuestra predicación; recordemos que el llamamiento más grande de todo cristiano es el de ganar almas para Cristo.
Un buen cristiano es el que asume su compromiso evangelizador al haber comprendido la importancia de ganar almas, y esto involucra a hombres y mujeres con el evangelio e implica que debemos experimentar un crecimiento espiritual, tomados de la mano del Señor, en el estudio de la Palabra y en la oración.
Evangelizar es amar, y si no amamos nunca podremos llevar las buenas nuevas a la humanidad, y mucho menos podremos hacer de los pueblos sus discípulos. Jesús nos envía sabiendo que hemos comprendido su Palabra, sus enseñanzas y que sus milagros los vivimos en nuestro corazón, pero la clave es estar unidos a Él.
A los apóstoles los reunió en un mismo lugar y a todos los habló de la misma forma, no individualmente, por lo tanto nosotros debemos de unirnos en su Palabra para poder ser los mensajeros del poder de Dios.
Si estás decidido a responder al llamado evangelizador de Jesús debes tomar en serio el llamado de Cristo a predicar el evangelio en todo momento en el ambiente donde vives, esforzándote por alcanzar las virtudes de los grandes evangelizadores, leyendo diariamente un fragmento de la Palabra y estrechando tu relación con el Señor, a fin de que te indique el lugar y las personas a las que vas a ver, de manera que puedas preparar la manera como las podrás evangelizar en cada situación.
Desde el momento en que fuimos bautizados en fe, estamos llamados a llevar el evangelio a la humanidad empleando lo que el Señor nos ha regalado como son nuestros dones espirituales, y nuestra propia experiencia demostrada con una vida recta, como forma de dar ejemplo de hombres que viven plenamente la experiencia de haber sido evangelizados.
“¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?” Romanos 8:31-32.
No hay comentarios:
Publicar un comentario