Los tiempos son peligrosos porque la sociedad está como en los días de Noé, el mundo está lleno de violencia y los pensamientos de la gente son malos, las personas son:
“hombres amadores de sí mismos, avaros, vanidosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, engreídos, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella. A esos evítalos.” 2 Timoteo 3:2-5.
Y debemos tener claro que la salvación no es una decisión hecha en el pasado y ya está, sino que tenemos que velar hasta el fin, pues los últimos tiempos ya están:
“por tanto, no durmamos como los demás, sino velemos y seamos sobrios. Pues los que duermen, de noche duermen, y los que se embriagan, de noche se embriagan. Pero nosotros, que somos del día, seamos sobrios, habiéndonos vestido con la coraza de fe y de amor, y con la esperanza de salvación como yelmo” 1 Tesalonicenses 5:6-8.
Leamos la Palabra de Dios en Miqueas 7:11-19 “Viene el día en que se edificarán tus muros; aquel día se extenderán los límites. En ese día vendrán hasta ti desde Asiria y las ciudades fortificadas, y desde las ciudades fortificadas hasta el Río, y de mar a mar, y de monte a monte. Y será asolada la tierra a causa de sus moradores, por el fruto de sus obras. Apacienta tu pueblo con tu cayado, el rebaño de tu heredad, que mora solo en la montaña, en campo fértil; busque pasto en Basán y Galaad, como en el tiempo pasado. Yo les mostraré maravillas como el día que saliste de Egipto. Las naciones verán, y se avergonzarán de todo su poderío; pondrán la mano sobre su boca, ensordecerán sus oídos. Lamerán el polvo como la culebra; como las serpientes de la tierra, temblarán en sus encierros; se volverán amedrentados ante Jehová nuestro Dios, y temerán a causa de ti. ¿Qué Dios como tú, que perdona la maldad, y olvida el pecado del remanente de su heredad? No retuvo para siempre su enojo, porque se deleita en misericordia. El volverá a tener misericordia de nosotros; sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados”.
El tiempo es un regalo de Dios y no se puede alterar la cantidad que nos da, de manera que debemos manejar las veinticuatro horas de cada día conforme a las demandas sobre nuestro tiempo que el Señor nos hace, y eso es lo que nos debe interesar. Jesús dijo:
“Me es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar” Juan 9:4, y lo dijo para enseñarnos cómo usar el tiempo.
Si el tiempo de vida no se puede cambiar, lo que debemos hacer como hijos de Dios es saber lo que debemos hacer para Su reino, o sea, lo que nos corresponde a nosotros con nuestros diferentes dones y cargos, pues al final la tarea es por una misma causa, la predicación del evangelio de la salvación. Ya que el mundo ofrece muchas opciones, pues vivimos en tiempos engañosos, y las cosas que parecen ser buenas no siempre lo son, debemos orar por discernimiento para invertir nuestro tiempo en lo que realmente cuenta para la eternidad.
Debemos discernir y dar prioridad a hacer los trabajos para el Señor cuando necesitan ser hechos; no hay que postergarlos, ya que eso nos pone bajo presiones innecesarias y en el peligro de no tener tiempo para las cosas más importantes; pensemos, por ejemplo, en que si hay alguna persona que se está muriendo de cáncer, por el hecho de postergar la visita podemos perder la oportunidad de orar con ella, y perderíamos la paz con Dios por nuestra pereza; ¿has pensado en cuántas oportunidades has perdido por no trabajar para Dios mientras que el día dura?
No se trata de lo que uno tiene que hacer para ser salvo, porque “ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu” Romanos 8:1, sino que debemos abrir los ojos de los que no creen para que vean los peligros que hay en la vida de hoy, y esforzarnos con nuestra fe para animarlos a vivir una vida que agrade a Dios; y no es solo para ellos, sino que es para el bien de nosotros mismos. “Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos” 2 Corintios 13:5.
Dios te ama y quiere bendecirte y prepararte para el Reino de los Cielos, preparación que es un proceso donde nadie está listo todavía, “por tanto, dejando ya los rudimentos de la doctrina de Cristo, vamos adelante a la perfección” Hebreos 6:1, o “¿acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán ambos en el hoyo? El discípulo no es superior a su maestro; mas todo el que fuere perfeccionado, será como su maestro” Lucas 6:39-40, pero si no has comenzado aún, ¿no crees que ya es hora?
Comenzamos a velar por nuestro futuro espiritual cuando comenzamos a estudiar la Biblia, ya que para un creyente se trata de la principal fuente de enseñanza para nuestro crecimiento espiritual y lo que nos hace que, de no estudiarla, y al no conocer el contexto histórico, religioso y cultural, sacar versículos fuera de su contexto e interpretarlos según nuestra propia teología, a veces extraviada, en vez de buscar la interpretación correcta.
La Iglesia, el cuerpo de Cristo, debe agradarse de quien le teme y hace justicia, pues cualquiera puede decir que es un creyente, un cristiano, lo cual no significa nada ya que una fe genuina se refleja en los hechos. Creyente es el que hace la voluntad de Dios declarada en la palabra de Dios, y no vive en la excusa y el pecado.
Este cristianismo falso que no cumple la palabra, y menos aún tiene temor de Dios, es la gran ramera de la que habla Apocalipsis 17 y 18, puesto que practica fornicación espiritual; tienen enseñanzas cristianas, pero también del paganismo del mundo; Dios va a restaurar su iglesia, y por eso llama al pueblo a salir de este cristianismo falso, para volver a la fe apostólica, “para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha” Efesios 5:26-27.
“Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley” 1 Juan 3:4, y “el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz. Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios” Romanos 8:6-8
De manera que si quieres agradar a Dios, si amas al Señor, empieza en el espíritu a seguir la plena voluntad de Dios en vez de tus propios conceptos, y así evitarás pecar intencionalmente para recibir la recompensa completa en el cielo; siendo lo importante el deseo del corazón de vivir para Él y servirle con libertad. La vida en Cristo no encadena, la transitamos alegres y libres, con paz en el corazón, pues sabemos que nuestra vida tiene un propósito.
Si queremos velar, tenemos que aprender a orar cada día y entrar en guerra espiritual. De esta manera vamos a vencer las potestades de las tinieblas de nuestras familias en el nombre de Jesús, pero si no oramos es como salir a la batalla sin espada, sin armadura, sin protección contra el mundo, y somos más fáciles de caer en tentaciones, lo cual nos aleja de Dios.
Si queremos velar debemos alabar, pues la alabanza no es algo insignificante. En el Nuevo Pacto ya no se sacrifican animales, sino que se hacen sacrificios espirituales, y la alabanza es uno:
“Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de él, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre” Hebreos 13:15,
“mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que lo adoren” Juan 4:23; para velar es necesario que la alabanza y la adoración formen parte de la vida de un creyente, ya que es la voluntad de Dios.
“mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que lo adoren” Juan 4:23; para velar es necesario que la alabanza y la adoración formen parte de la vida de un creyente, ya que es la voluntad de Dios.
Velar es apartarse del mundo, “derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo” 2 Corintios 10:5, o “¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye en enemigo de Dios” Santiago 4:4. Ésta es la piedra de tropiezo de muchos creyentes apegados a una misericordia falsa que surge de sus propios conceptos errados al andar en dos caminos, y que los separa de los verdaderos cristianos renacidos por el sacrificio de Cristo; si perteneces a ese grupo, ahora es el momento de arrepentirse.
Pensando en el crecimiento espiritual y en velar, “no os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna” Gálatas 6:7-8, y sembramos para la carne cuando alimentamos la carnalidad que está en nosotros, mirando y escuchando cosas carnales y equivocadamente espirituales, o cuando a causa de nuestro egoísmo carnal no cumplimos con el Señor, diciendo como inocentemente:
...“¿en qué te hemos robado? En vuestros diezmos y ofrendas. Malditos sois con maldición, porque vosotros, la nación toda, me habéis robado. Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde. Reprenderé también por vosotros al devorador, y no os destruirá el fruto de la tierra, ni vuestra vid en el campo será estéril, dice Jehová de los ejércitos. Y todas las naciones os dirán bienaventurados; porque seréis tierra deseable, dice Jehová de los ejércitos” Malaquías 3:8-12, pues al dejar la siembra en el Espíritu, permitimos que nuestra relación con el Señor fracase completamente.
El Señor nos dice hoy: “De cierto os digo, que no hay nadie que haya dejado casa, o padres, o hermanos, o mujer, o hijos, por el reino de Dios, que no haya de recibir mucho más en este tiempo, y en el siglo venidero la vida eterna” Lucas 18:29-30
Esta promesa se cumple en aquellos que actúan conforme a la voluntad de Dios, por lo que cualquier cosa que dejamos por Su causa el Señor lo aprecia, y nos ayuda a crecer hacia la semejanza de Cristo, devolviendo nuestra siembra multiplicada ya que “poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra” 2 Corintios 9:8.
Ahora se necesita fe, el Señor viene pronto, “pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?” Lucas 18:8. Recordemos que el Señor dice: “Por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca. Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo. Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas” Apocalipsis 3:16-18.
No debemos engañarnos a nosotros mismos creyendo que somos cristianos, cuando no estamos realmente dispuestos a renunciar a todo pecado y a hacer la voluntad de nuestro Padre Celestial, claramente escrita en Su Palabra, pues solo nosotros mismos podemos impedir nuestra salvación.
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