“Uno solo de ustedes puede poner en fuga a mil; porque ustedes cuentan con la ayuda del Señor su Dios, que es quien pelea, tal y como lo prometió.” (Josué 23:10 RVC).
Saber que Dios hace suyas nuestras batallas, conforta nuestra alma. Tener la seguridad de que Dios nos capacita para enfrentar todo lo que se levanta en contra de nosotros que pretende destruir nuestra fe, nuestra familia, el ministerio y el servicio a Dios, nos anima a seguir en el camino del evangelio.
Reflexionemos tan solo unos minutos en algunas de las cualidades o atributos de Dios, que nos revelan que “Dios no está sujeto a reglas matemáticas,” sino que actúa soberanamente como dueño y señor del universo.
1. CON DIOS SOMOS MAYORÍA.
“…Cinco de vosotros perseguirán a cien, y cien de vosotros perseguirán a diez mil, y vuestros enemigos caerán a filo de espada delante de vosotros…” (Levítico 26:8).
Dios no está sujeto a la regla de tres. La regla de tres en matemáticas, es una forma de resolver problemas de proporcionalidad entre tres o más valores conocidos y una incógnita. En esta regla matemática se establece una relación lineal (proporcional) entre los valores involucrados. Si aplicamos la regla de tres simple directa a la proporción que Dios establece en Levítico 26:8, los resultados serían diferentes. La regla de tres simple directa, dice que si 5 persiguen a 100, entonces proporcionalmente, 100 deberían perseguir a 2.000 (100 x 100 ÷ 5 = 2.000). Pero Dios dice que 100 perseguirán a 10.000. Porque en lo espiritual rige la regla de un efecto acumulativo a medida que se avanza en las cuentas.
Cuando dependemos de Dios y hacemos equipo con Él, los resultados serán superiores a la suma de los resultados de esfuerzos individuales. Con Dios, aunque seamos menos, somos mayoría. Con Dios, aunque parezcamos inferiores, somos superiores. Con Dios, aunque parezcamos incompetentes, somos capaces. Con Dios, aunque seamos débiles, somos fuertes.
La historia de Gedeón en el A. Testamento corrobora esta verdad. Gedeón se enfrentó con 300 hombres a un numeroso ejército de madianitas, amalecitas e hijos del oriente. El cronista describe a este ejército enemigo como una plaga de langosta y compara a sus camellos con la arena del mar (Jueces 7:7 y 12). Era una batalla totalmente desproporcionada. Pero con Dios somos mayoría. El caso es que a Dios se le ocurrió reducir el ejército de Gedeón de 32.000 a 300 guerreros. (menos de un 1%). Dios quería evitar que la autosuficiencia y el orgullo les hicieran creer al pueblo de Israel que ellos habían derrotado a sus enemigos con sus propias fuerzas (Jueces 7:2). Quería demostrarles que la victoria dependía no de la fuerza o del número de soldados, sino de la obediencia y el compromiso con Él. Una de las actitudes que libera el poder de Dios a nuestro favor es la obediencia.
Ésta es una buena lección que debemos aprender todos los cristianos de hoy, que aunque seamos incapaces por nuestra debilidad humana, tenemos victoria sobre satanás, el mundo y la carne, únicamente a través del poder de Dios. David estaba convencido de que “Con Dios conseguiremos la victoria; ¡él pisoteará a nuestros enemigos!” (Salmos 108:13 PDT). [Zacarías 4:6]
Cuántas veces nos hemos visto solos, librando nuestras batallas en el hogar, en la escuela, en el centro de trabajo, en la iglesia.... sin la ayuda ni el apoyo de nadie; pero no es así, porque Dios jamás abandona a sus hijos. Y lo que nos da fuerzas para no renunciar al evangelio es saber que Dios no nos llama para después abandonarnos en un rincón de la vida. Dios no deja en vergüenza a los que confían en Él.En los días del profeta Ezequiel, Dios buscó, aunque fuera solo un hombre que intercediera a favor del pueblo, pero no lo encontró. Un solo intercesor detendría el justo juicio de Dios sobre el pueblo. “Busqué entre ellos un hombre que levantara el muro y que se pusiese en la brecha delante de mí, intercediendo por la tierra para que yo no la destruyera; pero no lo hallé.” (Ezequiel 22:30 RVA 1989).
Que Dios nunca tenga que decir eso de la Iglesia en la que militas. Que Dios nunca tenga que decir eso de tu familia. Que seamos el hombre y la mujer que el Señor anda buscando para que libre la guerra espiritual a favor de la familia, la iglesia, la sociedad, el país y el mundo.
¿Eres tú la única o el único que oras en tu casa? No lo dejes de hacer, Dios escucha tu intercesión. ¿Eres tú la única o el único cristiano en tu familia? No te desanimes, sigue fiel. Dios premia la fidelidad. ¿Eres tú la única o el único que vienes a la iglesia? Persevera en el Señor. Dios no te dejará en vergüenza.
De todas formas, si te buscas compañeros de oración que te ayuden a clamar e interceder, los resultados serán incalculables. Si para Dios la oración intercesora de UNO tiene un valor extraordinario, mucho más la oración de toda una iglesia. Mientras más cristianos trabajen y oren juntos, más significativos serán los resultados que obtendremos en todos los órdenes de la vida.
Recuerda que en lo espiritual rige la regla de un efecto acumulativo a medida que avanzan los números. CON DIOS SOMOS MAYORÍA.
2. DIOS MULTIPLICA POR CERO Y NO DA CERO.
¿No has sabido, no has oído que el Dios eterno es Jehová, el cual creó los confines de la tierra? No desfallece ni se fatiga con cansancio, y su entendimiento no hay quien lo alcance. Él da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas. (Isaías 40:28-29).
Dios es el único que puede multiplicar por cero, sin que el resultado sea cero.
Si sientes que ya no tienes fuerzas para seguir luchando por tu familia; si notas que te has quedado sin ánimo y sin deseos de continuar tus estudios o el trabajo; si te has decepcionado tanto de la gente y de la vida que te da lo mismo una cosa que otra; si ya no sientes el mismo entusiasmo y pasión por servir al Señor porque te has desengañado; si las presiones financieras te dejan sin aliento..., SI TE HAS QUEDADO A CERO Y YA NO TIENES FUERZAS PARA CONTINUAR... la buena noticia es que Dios es el único que, al multiplicar por cero, sus resultados siempre son superiores a cero. Y lo más significativo, Dios está interesado en multiplicar tus fuerzas. Él multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas.
Hasta la gente más fuerte se cansa por momentos, pero el poder y la fuerza de Dios nunca disminuyen. Él es el Dios que no desfallece, ni se fatiga con cansancio. El Señor nunca está demasiado cansado ni ocupado para ayudarnos o escucharnos. Su fuerza es nuestra fuente de fortaleza. Cuando sintamos que todo en la vida nos aplasta y que no podemos dar un paso más, recordemos que podemos clamar a Dios para que renueve nuestra fuerza.
El cantante cristiano Samuel Hernández, dice en una de sus canciones: “Nada te turbe, nada te espante. Todo se pasa. Dios nunca cambia. Quien a Dios tiene, nada le falta. Solo Dios basta.”
El profeta sigue animando al pueblo y les dice: “Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán y no se cansarán; caminarán y no se fatigarán.” (Isaías 40:31).
Qué les espera a los que esperan en Jehová:
- tendrán nuevas fuerzas
- levantarán alas como las águilas; (Dios los capacitará para irse por encima de las tribulaciones)
- correrán, y no se cansarán; (Dios aumentará sus fuerzas)
- caminarán, y no se fatigarán.
Estas expresiones del profeta Isaías, reflejan la transformación espiritual que experimentan todos aquellos que tienen puesta su fe en el Dios de la Biblia. Dios les da fuerzas a los que confían en Él. Jesucristo prometió dar descanso a los agobiados de la vida “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.” (Mateo 11:28).
En definitiva, el Dios en quien depositamos nuestra fe no está sujeto a reglas matemáticas, Él es más que suficiente. Aunque seamos menos, con Dios somos mayoría. Aunque parezcamos inferiores, con Dios somos superiores. Aunque parezcamos incompetentes, con Dios somos capaces. Aunque seamos débiles, con Dios somos fuertes. Y si el cansancio y la fatiga, por las luchas de la vida, nos llevaran a perder todas las fuerzas para seguir peleando la buena batalla de la fe, Dios es más que suficiente para renovar nuestras fuerzas como las del águila, y aumentar nuestras fuerzas como las del búfalo. Recuerda que Dios es el único que, al multiplicar por cero, sus resultados siempre son superiores a cero.
Digamos como dijo el apóstol Pablo “Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?” (Romanos 8:31).
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