Superar la partida de alguien especial siempre es doloroso, inclusive muchos piensan que nunca se supera sino que se aprende a vivir con el dolor o el vacío que esa persona dejó. Es algo que requiere de un esfuerzo enorme para sobrellevar todos los sentimientos encontrados que siente el corazón. Ahora bien, no es lo mismo que alguien se aleje de ti por iniciativa propia que perder a un ser querido que fue llamado por el Señor.
Es realmente difícil despedirse de quien amaste un día, de aquella persona con la que tanto compartiste y fuiste feliz; queda un gran vacío y muchos recuerdos, que si bien es totalmente cierto que nadie ocupa ese lugar y nada sustituye lo que esa persona fue en tu vida, sea poco o mucho el tiempo que lo tuviste cerca, no queda más que agradecer a Dios por la oportunidad y el tiempo de haberlo tenido contigo.
Tú que sufres la partida de un ser amado, que hoy lloras y miras al cielo preguntando qué vas a hacer para superarlo, de dónde vas a obtener la fuerza, y por qué esa persona se fue tan rápido, quiero decirte: Dios conoce tu situación, sabe el dolor que sientes, y ha visto cada una de tus lágrimas, las que derramas a solas en tu habitación y las que escondes detrás de un “estoy bien”. Él tiene tu situación en sus manos, y aunque parezca que hay cosas que quizá no entiendas, quiere darte fuerzas, consuelo y llenar tu vacío con su presencia; quiere hacerte saber que no estás solo y que con su amor sanará tu dolor.
Dios es el único capaz de transformar la tristeza en alegría. Pensar en eso se ve casi imposible, pero realmente es posible si se lo permites; los recuerdos dolorosos se vuelven vivencias que te hacen fuerte, la inseguridad se convierte en fe, y la tristeza por quien perdiste se convierte en la certeza de saber que hoy es una estrella que brilla con toda su fuerza en la presencia de Dios.
Es necesario desahogar el dolor, sacar la tristeza y eso lleva tiempo. Nadie sabe realmente el sufrimiento o el lloro que sientes por haber perdido a alguien a quien amabas, pero debes saber que sobre todas las tristezas Dios tiene una medida tan grande de amor que te sacará de ellas; por cada lágrima tiene un “te amo” y un “Yo estoy contigo”.
Recibe consuelo y descanso en los brazos de amor que te esperan abiertos cada que estás triste. Tal vez las palabras no sean suficientes hoy para aliviar el dolor, pero Dios te hará saber que sigue contigo, tendrá detalles para recordarte que eres su especial tesoro y aún tiene planes hermosos para ti.
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