viernes, 10 de agosto de 2018

El amor incondicional de Dios

Nadie tiene mayor amor que éste, que uno ponga su vida por sus amigos.

Juan 15:13



Cristo no se refiere a hermanos, ni a hijos, tampoco a ovejas del rebaño; se refiere a amigos. Los amigos son personas que tienen muchas cosas en común, que saben disfrutar de la compañía el uno del otro. En esta vida podemos tener muchos conocidos con quienes nos llevamos bien, pero un verdadero amigo es más unido que un hermano. (Proverbios 18:24).
¿Eres amigo de Cristo? ¿Puedes disfrutar de una amistad con Dios? Dice la Escritura que Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios. (Santiago 2:23).

Aceptación condicionada 
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Todos nacemos y crecemos en un mundo de aceptación condicionada, o sea, a medida que van pasando los años nos damos cuenta de que somos aceptados o rechazados en base a lo que hacemos. Desde nuestra más temprana edad cada uno de nosotros es calificado entre los niños obedientes o desobedientes, entre los bien criados o los malcriados, entre los gordos o los flacos, bellos o feos, alegres o tristes, tranquilos o inquietos, inteligentes o torpes, etc. 
Nuestras notas académicas en la escuela dirán a nuestros padres cómo es nuestra capacidad intelectual, y desde muy pequeños comenzamos a captar, en base a conductas, si somos amados o no mucho por los seres que nos trajeron a este mundo, o por quienes tienen la responsabilidad de criarnos y guiarnos en esta vida. 

Es muy normal ver a padres que castigan a sus hijos con amenazas y regaños, exhortándolos al mejor camino; pero haciendo saber a sus hijos que su amor es condicionado a su triunfo en la vida, y/o sembrando heridas en sus corazones que les marcarán para el resto de su vida en esta tierra.
Por el contrario, es poco común ver a padres que sientan a sus hijos a un lado del sofá, y con amor y serenidad les dicen: "Hijo(a) lo que estás haciendo nos duele y nos produce una gran preocupación. Creemos que no es lo mejor para ti; pero aún si lo continúas haciendo, y la vida te trae resultados fatales, nosotros queremos ratificarte que siempre seremos tus padres para amarte y sostenerte en medio de cualquier situación que tengas que afrontar por tus actos o decisiones".
Son pocos los hijos que han podido gozar de padres con tal capacidad para amar y ofrecer un cierto grado del amor incondicional. Muchos hijos que han contado con padres de este nivel, han tenido una gran ventaja para llegar a triunfar en medio de los retos que la vida les impone.

Jesús, nos vamos a morir sin aclarar cuál es el mayor de estos misterios:

El que Tú nos hayas amado o el que nos hayas permitido amarte.



El amor incondicional no existe
A medida que crecemos y nos involucramos más y más en un mundo competitivo y moderno, nos damos cuenta de que el amor incondicional no existe. 
Estamos sumergidos en una época en la que las personas, constantemente, están midiéndose unas a otras por sus bienes materiales, por sus talentos, por el número de relaciones interpersonales que tienen, por su fama o su capacidad de influir sobre otros. Es un mundo que cada vez se rige más por el aspecto material y echa a un lado la espiritualidad de los hombres.
El amor incondicional de Dios
Sin embargo, Jesús nos ama sin importar nuestro triste pasado, nuestra raza o nuestra condición física o social, sin importar incluso nuestra conducta de hoy. Él nos ama, y nos perdona al creer que es nuestro Salvador personal y que ha derramado Su sangre por nuestros pecados.
La Santa Biblia declara: “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo.” (Romanos 5:1)
“Mas a todos los que lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios.”(Juan 1:12)

¿Esto se logra fácilmente?
Muchos cristianos llevamos años y años en la fe, y aún así Satanás puede hacernos dudar sobre el profundo amor incondicional de Dios a nuestro favor.​ Y es que son tantas las heridas que nos ha producido un mundo de amor condicionado, que es difícil aceptar y creer con total rotundidad en el amor incondicional de Dios.
Jesús nos ama sencillamente porque somos hijos, seamos mal criados, desobedientes o infieles. "Si fuéremos infieles, Él permanece fiel; Él no puede negarse a sí mismo." (2 Timoteo 2:13).
El toque de Su amor incondicional y de Su gracia irresistible transforman nuestras vidas para siempre. La seguridad eterna del Amor incondicional de Dios puede sanar nuestras heridas e ir dando la certeza plena, cada día más, de un Amor que no tiene nada que ver con el orden terrenal de esta vida pasajera.
Dios es amor, y este amor será el motor impulsor para amarlo nosotros y para poder sentir con más seguridad que somos Sus hijos.

Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte ni la vida, ni ángeles ni principados ni potestades, ni lo presente ni lo por venir, ni lo alto ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.
Romanos 8:38 y 39

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