No puedo evitar pensar en todos esos hombres y mujeres que la Biblia menciona. Ellos atravesaron el dolor, sintieron muchas veces deseos de morir y de borrarse del mapa; pero a la vez, sentían el fuego y la pasión arder en sus corazones. El amor profundo que sentían hacia Dios los motivaba a caminar y caminar, porque sabían, al igual que Pablo, que ellos no habían sido diseñados por Dios para retroceder.
Cumplir con el propósito
y la misión que Dios tenía para sus vidas era más importante que sus propios
deseos personales. Era, para ellos, más importante cumplir el sueño de Dios que
dejarse llevar por la corriente mundana. Aunque el enemigo los atacaba una y
otra vez, aunque muchas veces eran señalados y les daban la espalda hasta las
personas que ellos menos pensaban, tenían claro que si Dios los respaldaba e
iba al frente de ellos, harían proezas en su nombre. Mientras más pruebas y
tribulaciones enfrentaban, más gloria de Dios descendía sobre sus vidas y sobre
las personas que los rodeaban. Hasta sus enemigos tenían que bajar sus cabezas,
al ver el respaldo de Dios que nunca los dejaba en vergüenza. El combate era a
muerte, y ellos estaban dispuestos a dejarlo todo a cambio de que el nombre de
Dios fuera conocido y exaltado.
Quizá sería muy fácil para mí,
decirles que, éste, mi caminar es de color de rosa. Mas no puedo dejar de ser
sincero, este caminar es hermoso, sí, pero hay batallas que enfrentar. El
enemigo sabe que le queda poco tiempo y está atacándome con todo lo que puede.
Humanamente sería muy fácil rendirme, tirarme al suelo y exclamar que hasta
aquí llegué. Pero me niego a permitir que Satanás gane el combate. No vale la
pena rendirse después de haber recorrido tanto camino.
Yo he decidido que, aunque sea con mi último suspiro, voy a seguirle sirviendo, amando, adorando y haciendo lo que Él quiera que yo haga, pese a quien le pese, y sufriendo lo que tenga que sufrir. Y créanme, soy consciente de lo que les digo y escribo. Es por esto que sigo alabando a Dios con todas las fuerzas de mi vida. Porque Él puso sus ojos sobre mí, porque Él me amó primero, y así como el salmista, una cosa he demandado a Jehová, que es estar todos los días de mi vida en su presencia. Me siento convencido, estoy muy seguro de ello, y sé que ustedes también están seguros, y es: “que el que la buena obra comenzó en nosotros, será fiel en completarla y perfeccionarla”. Filipenses 1:6
Ánimo para, sin
conocernos personalmente, orar los unos por los otros. Levantémonos en la
brecha y seamos intercesores. Sintamos el dolor del hermano como si fuera el
nuestro, y sintamos las alegrías y victorias de él como si fueran las nuestras
también. Dios no desea un pueblo dividido en iras, chismes y contiendas. Él no
desea que utilicen su palabra para pelear entre nosotros, ¡no!, la lucha es
contra las huestes y principados de las tinieblas, no contra nuestros
semejantes.
Con todo mi corazón, creo en un Dios que hace milagros, prodigios y maravillas. Un Dios que quita el dolor, la depresión, la amargura, los resentimientos, y que hace nuevas a las personas sin importar el pasado que hubieran tenido. Porque Cristo nos ha encomendado que seamos canales de bendición, y porque Él vino a este mundo a salvar lo que se había perdido.
¡Luchemos juntos, apoyémonos en Dios! Que ustedes cuenten conmigo, pero sepan que yo también cuento con ustedes. Somos una familia grande y hermosa en la que no existen las nacionalidades, razas, diferencias políticas y cosas que nos distancien. Al contrario, a nosotros nos acerca la sangre de Cristo, y somos hermosos y de gran valor a sus ojos. Si perseveramos y somos fieles a Dios, un día nos encontraremos disfrutando con Él de un paraíso indescriptible. ¡No abandonemos, avancemos sin detenernos! No importa si vamos a pasos agigantados o lentos, lo importante es que lleguemos.
ÉSTA ES MI FE Y SÉ QUE LA DE USTEDES TAMBIÉN.
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