jueves, 6 de abril de 2017

Detrás de escena

Entonces me dijo: “Daniel, no temas, porque desde el primer día que dispusiste tu corazón a entender y a humillarte en la presencia de tu Dios, fueron oídas tus palabras; y a causa de tus palabras yo he venido. Daniel 10:12
Mi hija envió un mensaje de texto a una amiga, esperando que le respondiera pronto. Solo unos momentos después, empezó a disgustarse y a quejarse molesta por la demora. La irritación dio lugar a la preocupación, y mi hija se preguntó si la falta de respuesta indicaría un problema entre ella y su amiga. Al cabo de un rato, llegó la respuesta, y mi hija se sintió aliviada. Simplemente, su amiga había estado resolviendo detalles necesarios para responder.
El profeta Daniel también esperaba con ansias una respuesta. Después de recibir una visión espantosa de una gran guerra, ayunó y buscó a Dios en humilde oración (10:3, 12). Durante tres semanas, no hubo respuesta (versos 2, 13). Por fin, apareció un ángel y le aseguró que sus oraciones habían sido escuchadas «desde el primer día». Desde entonces, el ángel había estado batallando a favor de esas oraciones. Aunque Daniel no lo sabía, Dios había estado obrando cada día desde su primera oración hasta la llegada del ángel.
Saber que Dios oye nuestras oraciones (Salmo 40:1) puede ponernos ansiosos si su respuesta no llega rápido. Solemos preguntarnos si le importará lo que nos pasa. Sin embargo, la experiencia de Daniel nos recuerda que Dios obra a favor de aquellos que ama, aunque no podamos verlo.

Señor, ayúdame a confiar en tu cuidado por mí aunque no pueda verlo.
Dios siempre está obrando a favor de su pueblo.

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