Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de bondad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia. Colosenses 3;12
Siete amigos asistimos a un espectáculo en un
concurrido parque. Como queríamos sentarnos juntos, intentamos ubicarnos en una
misma fila. Pero, mientras lo hacíamos, una mujer se apresuró a sentarse entre
nosotros y masculló unas palabras descorteses, mientras ella y sus dos
acompañantes se metían en el medio.
Cuando tres de nosotros nos sentamos más atrás, mi esposa, Sue,
notó que la mujer estaba con un adulto con discapacidades. Había tratado de
mantener su grupo unido para cuidar a su amigo. De repente, nuestra irritación
desapareció. Sue dijo: «Imagina lo difícil que debe ser para ella estar en un
lugar tan abarrotado». Sí, puede que la mujer respondiera de forma descortés, pero
nosotros pudimos responder con compasión.
Dondequiera que vayamos, encontraremos personas que
necesitan compasión. Tal vez estas palabras del apóstol Pablo nos ayuden a ver a
los demás como personas que necesitan un toque de gracia. «Vestíos, pues, como
escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad,
de humildad, de mansedumbre, de paciencia» (Colosenses 3:12). Además, nos insta
a soportarnos y perdonarnos unos a otros (verso 13).
Cuando mostramos compasión, lo hacemos como Aquel que
derramó su corazón de gracia y misericordia sobre nosotros.
Tu
compasión nunca falla, Padre. Que podamos reflejar tu corazón.
Compasión es
entender los problemas de los demás.
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