Cuando estábamos terminando de almorzar juntas, mi hermana le dijo a Annica, mi sobrina de tres años de edad, que era hora de hacer una siesta. Con ojos alarmados y llenos de lágrimas, la pequeña objetó: «¡Pero tía Mónica todavía no me sostuvo en brazos hoy!». Mi hermana sonrió: «Está bien. Puede hacerlo. ¿Cuánto tiempo necesitas?». -«Cinco minutos», contestó.
El Salmo 131 es una oración bíblica que nos ayuda a volvernos «como niños» (Mateo 18:3) y a dejar de luchar mentalmente contra lo que no entendemos (Salmo 131:1). Por eso, al pasar tiempo con el Señor, recuperamos la paz y la esperanza que necesitamos (versos 2-3) ... tan arrullados y tranquilos como si volviéramos a ser niños en brazos de nuestra mamá.
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