Este fin de mes de agosto pasado, hemos sido testigos indirectos de la mayor inundación que se haya registrado en territorio de los Estados Unidos, concretamente en el norte del Golfo de México, tocando los estados de Texas y Luisiana, en donde millones de personas están sufriendo las consecuencias del huracán Harvey. El 29 de Agosto de 2017 se ha dado la orden de evacuar varias zonas de Luisiana, porque el huracán ha descargado en un solo día el equivalente a cuatro huracanes normales.
Muchas de las autoridades y de los residentes de estas áreas subestimaron el poder que podía causar este fenómeno y no estaban preparados.
Así que éste es un gran momento para mostrar el amor de Jesús para con ellos. Posiblemente no puedas ir a ayudar, o puede que no tengas camiones o barcos disponibles, pero quizá puedas enviar una ayuda económica, altamente necesaria en estos casos. Mas lo que sí puede hacer cada creyente es orar, clamar a Dios.
Así que éste es un gran momento para mostrar el amor de Jesús para con ellos. Posiblemente no puedas ir a ayudar, o puede que no tengas camiones o barcos disponibles, pero quizá puedas enviar una ayuda económica, altamente necesaria en estos casos. Mas lo que sí puede hacer cada creyente es orar, clamar a Dios.
Muchas de estas personas están experimentando la pérdida de su vivienda, o pérdida de sus pertenencias, de sus vehículos e incluso algunos perdieron sus vidas.
En momentos como estos, cuando los próximos pasos de la vida son inciertos y cuando todo parece haberse perdido, nuestra fuente de fortaleza es Jesús. Porque incluso cuando las cosas que nos rodean están mal podemos encontrar seguridad en la paz que Jesús nos dejó, aquella que no tiene entendimiento humano.
No sabemos por qué Dios a veces interviene en los desastres naturales y en ocasiones no lo hace. No sabemos por qué a veces sana y otras veces no lo hace. Pero lo que sí sabemos es que Él nos dice que “Sus pensamientos no son como nuestros pensamientos, y que nuestros caminos no son como Sus caminos” (Isaías 55:8) y que Él es redentor de todas las cosas, “del que sufre y llora promete que recibirá consuelo” (Mateo 5:4),En momentos como estos, cuando los próximos pasos de la vida son inciertos y cuando todo parece haberse perdido, nuestra fuente de fortaleza es Jesús. Porque incluso cuando las cosas que nos rodean están mal podemos encontrar seguridad en la paz que Jesús nos dejó, aquella que no tiene entendimiento humano.
Con esta fe y firme garantía extendemos nuestras manos a todas las víctimas de este desastre, orando para que Dios consuele y restaure a aquellos que han sido afectados directa e indirectamente por el Huracán Harvey.
Señor de toda bondad, sabemos que cuando somos débiles Tú nos fortaleces; que cuando nos rendimos, Tú nos levantas. Unidos en oración pedimos que restaures a toda víctima de este desastre; que puedan conocerte a ti, que un ejército de creyentes estén ofreciendo su mano como una extensión de la tuya para mostrarles tu amor y misericordia. Restaura estos pueblos que han sufrido como solo Tú puedes hacerlo; lo pedimos en el precioso nombre de Jesús, amén”.
“Alégrense en la esperanza, muestren paciencia en el sufrimiento, perseveren en la oración”. Romanos 12:12 (NVI)
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