De parte mía es promulgada esta ordenanza: “Que en todo el dominio de mi reino, todos teman y tiemblen ante la presencia del Dios de Daniel.
Los historiadores afirman que, después de que los
babilonios conquistaran Jerusalén, los cautivos hebreos habrían visto estos
leones durante el reinado de Nabucodonosor. Además, es probable que algunos
hubieran creído que Istar había vencido al Dios de Israel.
Pero Daniel, uno de los esclavos hebreos, no compartía
estos interrogantes que quizá hayan afligido a algunos israelitas. Su visión y
su compromiso con Dios permanecieron firmes. Oraba tres veces al día, con la
ventana abierta, incluso cuando sabía que esto lo llevaría al foso de los
leones. Después que Dios rescató a Daniel de los hambrientos animales, el rey
Darío exclamó: «El Dios de Daniel es el Dios viviente y permanece por todos
los siglos (…). Él salva y libra» (Daniel 6:26-27). La fidelidad de Daniel le
permitió influenciar a los líderes babilonios.
Permanecer fiel a Dios a pesar de la presión y el
desánimo puede inspirar a otros a glorificarlo.
Señor, dame
fuerzas para seguir confiando en ti cuando me sienta desanimado.
La fidelidad a Dios inspira a otros.
La fidelidad a Dios inspira a otros.
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