jueves, 18 de mayo de 2017

El poder del amor de Dios

Las muchas aguas no podrán apagar el amor ni lo ahogarán los ríos. Y si un hombre ofreciera todos los bienes de su casa a cambio del amor, de cierto sería despreciado. Cantar de los Cantares 8:7
Nadie tiene mayor amor que éste, que uno ponga su vida por sus amigos. Juan 15:13
Dios manifestó en Jesús su poder de amor; un amor que permanece intacto, incluso cuando los hombres lo rechazan. Nadie puede alterar el amor de Dios ni degradarlo. Este amor puede cambiar a los orgullosos en hombres humildes, a los ladrones en personas generosas, y a los hombres más disolutos en personas íntegras y puras.
Dios es Maestro y Señor, pero debemos reconocer su señorío a la luz de su actividad de amor en medio de los hombres: es Señor viviendo como Siervo. El Hijo de Dios vino a servir a favor del hombre. Vino a vivir cerca de nosotros, a morir por nosotros y a darnos la vida.
Dios es el Todopoderoso, sin embargo su poderío aparece a la luz de un amor que le hizo entregarse hasta la muerte, lleno de compasión por nuestros sufrimientos. Este amor condujo a Jesucristo a llevar Él mismo el castigo por nuestros pecados.
Dios será el juez supremo de todos los hombres, pero reconocemos su justicia a la luz de su misericordia. En la cruz de Cristo, su justicia no nos condena, al revés, nos hace justos. Cada uno de nosotros puede acercarse a Dios confiando en su amor.
Dios nos buscó y nos halló en Jesús. Él, que es Dios desde toda la eternidad, aceptó hacerse hombre y morir en la cruz para revelarnos al Dios de amor.
El Señor se manifestó a mí hace ya mucho tiempo, diciendo: Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia” (Jeremías 31:3).

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