Confesaos vuestras ofensas unos a otros y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho.
Santiago 5: 16

La iglesia necesita el poder de guía del Espíritu Santo; y éste es el momento de orar por él. Pero como en todo lo que Dios hace por nosotros, espera que cooperemos con Él. Con este objetivo nos invita a tener una mayor piedad, un sentido más objetivo del deber y una comprensión más clara de nuestras obligaciones hacia el Creador. El Señor nos ruega que seamos puros, santos y trabajadores, y la obra de ayudar a otros es un medio para lograrlo, porque el Espíritu Santo se comunica con todos los que prestan servicio a Dios.
Dios espera que usemos todas las bendiciones celestiales en nuestra labor en las filas de Cristo. En la medida en que realicemos individualmente la obra que nos ha sido asignada, nos veremos rodeados de una atmósfera completamente diferente; nuestras labores irán acompañadas de bendición y poder; nuestros pensamientos y sentimientos se refinarán; el egoísmo, que una vez aprisionó nuestras almas, quedará vencido. Nuestra fe será una fe viva; nuestras oraciones serán más fervientes; y todo porque la influencia vivificadora y santificadora del Espíritu Santo se derramará sobre nosotros, y nos sentiremos más cerca del reino de los cielos.
El Salvador no tiene en cuenta jerarquías ni clases sociales, honores mundanos ni riquezas. El carácter y la consagración es lo que vale para Él.
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