viernes, 19 de mayo de 2017

El remedio de Cristo para las oraciones muertas

Confesaos vuestras ofensas unos a otros y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho.
Santiago 5: 16
Resultado de imagen de El remedio de Cristo para las oraciones muertasComo creyentes en Cristo necesitamos más y más fe. ¡Y como no!, necesitamos ser cada vez más fervientes en la oración. Muchos se preguntan por qué sus oraciones son tan muertas, su fe tan débil y vacilante, y su experiencia cristiana tan sombría e incierta. «¿De qué sirve, dicen ellos, que observemos los mandamientos y que nos humillemos ante el Señor?». En el capítulo 58 de Isaías, Cristo demostró cómo puede revertirse esta situación. Dice: «El ayuno que yo escogí, ¿no es más bien desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, dejar ir libres a los quebrantados y romper todo yugo? ¿No es que compartas tu pan con el hambriento, que a los pobres errantes albergues en casa, que cuando veas al desnudo lo cubras y que no te escondas de tu hermano?» (versos 6-7). Ésta es la receta que Cristo prescribió para el alma que desmaya, que duda y tiembla. Si estás afligido, levántate y socorre a alguien que necesite auxilio.
La iglesia necesita el poder de guía del Espíritu Santo; y éste es el momento de orar por él. Pero como en todo lo que Dios hace por nosotros, espera que cooperemos con Él. Con este objetivo nos invita a tener una mayor piedad, un sentido más objetivo del deber y una comprensión más clara de nuestras obligaciones hacia el Creador. El Señor nos ruega que seamos puros, santos y trabajadores, y la obra de ayudar a otros es un medio para lograrlo, porque el Espíritu Santo se comunica con todos los que prestan servicio a Dios.
Dios espera que usemos todas las bendiciones celestiales en nuestra labor en las filas de Cristo. En la medida en que realicemos individualmente la obra que nos ha sido asignada, nos veremos rodeados de una atmósfera completamente diferente; nuestras labores irán acompañadas de bendición y poder; nuestros pensamientos y sentimientos se refinarán; el egoísmo, que una vez aprisionó nuestras almas, quedará vencido. Nuestra fe será una fe viva; nuestras oraciones serán más fervientes; y todo porque la influencia vivificadora y santificadora del Espíritu Santo se derramará sobre nosotros, y nos sentiremos más cerca del reino de los cielos.
El Salvador no tiene en cuenta jerarquías ni clases sociales, honores mundanos ni riquezas. El carácter y la consagración es lo que vale para Él.

No hay comentarios:

Publicar un comentario