jueves, 13 de abril de 2017

Jesús lo puede hacer

“Sin embargo, fueron nuestras debilidades las que él cargó; fueron nuestros dolores los que lo agobiaron. Y pensamos que sus dificultades eran un castigo de Dios; ¡un castigo por sus propios pecados! Pero él fue traspasado por nuestras rebeliones y aplastado por nuestros pecados.
Fue golpeado para que nosotros estuvieramos en paz, fue azotado para que pudiéramos ser sanados.”
Isaías 53:4-5 Nueva Traducción Viviente (NTV)
Cuando Jesús estuvo a un paso de la Cruz en el huerto de Getsemaní, se angustió en lo más profundo de su alma. De antemano sabía el castigo y sufrimiento que lo esperaba. La peor de las muertes, muerte de cruz; pero a lo lejos Él divisó el galardón. Pudo ver millones de personas siendo perdonadas por sus pecados, libres de cadenas, restauradas de todo tipo de maltratos y abusos, sanadas de enfermedades; y esto hizo que valiera la pena. Jesús, antes de ir a la Cruz, pensó en todo aquel que estaba muerto en vida sin esperanza, en aquellos que con sus propias fuerzas jamás podrían salir de la oscuridad, en los que acabarían con su vida antes de tiempo; y al hacerlo quiso darle otro final a sus vidas, perdón y vida eterna. Cuando vio lo que logró con Su angustia, quedó satisfecho (Isaías 53:11).
Jesús ha pagado el precio para darle paz a toda la humanidad. Él cargó con todas las debilidades de las personas en la Cruz, fue azotado para que pudiéramos ser sanados, fue traspasado por toda rebelión y aplastado por todo pecado cometido; de toda persona y en todo tiempo. Por lo que, no es voluntad de DIOS que cualquier persona tenga cadenas, esté cautiva, viva en pecado, padezca enfermedades, o que viva afligido, triste o depresiva. El poder del Espíritu de DIOS puede liberar a quien sea de cualquier situación que le oprima.
Jesús tiene todo el poder necesario y la disposición para liberar a quien sea de su opresión. Él tiene derecho legal pues hizo añicos el pecado y la maldad en la Cruz. Y todo lo que hay que hacer es creerle. Él no espera que paguemos absolutamente nada, o que nos castiguemos o suframos para obtener la anhelada paz, porque Él ya pagó el precio.
Si tú has vivido en una prisión de cualquier tipo y te han dicho que nada ni nadie te puede salvar, una gran noticia te viene: ¡Jesús puede salvarte! De hecho ya lo hizo en la Cruz, solo tienes que creerlo.
Si crees que Jesús te puede hacer verdaderamente libre, haz esta oración:

“Dios, perdona mis pecados. Jesús, sálvame y lávame con tu sangre preciosa. Quebranta con tu poder todo yugo de mi vida y dame libertad. Dame la fe que necesito para ser libre. Envía a tu Espíritu Santo para que me guíe a hacer tu perfecta voluntad. Oro esto en el nombre de Jesús, amén.”

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