jueves, 13 de abril de 2017

Avaricia, ¿para qué?

«Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; pues él dijo: “No te desampararé ni te dejaré”». Hebreos 13: 5.

Resultado de imagen de Avaricia, ¿para qué?No me duele mi fealdad, sino la belleza de las otras chicas».
La frase brota de Elisa, rasgando la garganta. Hay amargura en el tono de su voz. Una nube que empaña el brillo de sus ojos. No es tristeza; es rabia reprimida en contra de la vida y de las injusticias de la naturaleza. No es fea, tal como ella piensa. Si se arreglara mejor, permitiría abrir la bella flor que yace, adormecida, dentro de ella. Si tuviera un poco de alegría en su vida, la sonrisa, escondida, aparecería como el arco iris después de la tormenta.

Pero Elisa no quiere aceptar la realidad; se rehúsa a convivir con ella. 
En vez de mirar hacia las cosas buenas que recibió de Dios, ha hecho de la codicia por lo que los otros tienen y ella no, su afán cotidiano. El problema de esta joven es la belleza. Pero la codicia no tiene que ver solo con la estética. Hay gente infeliz porque quisiera tener el automóvil del vecino, o la casa del amigo o el sueldo del jefe.
Al codicioso no le duele su necesidad; lo irrita lo que los demás tienen. Es un desvío de la conducta que anula los sueños y el deseo de luchar. Sus ideales se ven envueltos por el manto triste de las lamentaciones. El consejo de Pablo en el versículo es: «Vive contento con lo que tienes ahora». ¿Por qué «ahora» ? Porque si eres agradecido a Dios por lo que tienes en este momento, te pones en condiciones de recibir más en el futuro.
Dios te da poco para ver qué harás con lo poco que recibiste. Si malgastas el tiempo lamentándote porque no posees lo que el otro recibió, te incapacitas para recibir más. Mira hacia delante. Administra lo que tienes; sé feliz con lo que recibiste hoy, y prepárate para las grandes cosas que el Señor desea concederte. Parte para la batalla de este día es disponerte a usar de la mejor manera lo poco o lo mucho que tienes, para la gloria de Dios y el beneficio de la humanidad. El resultado será tu propia felicidad.
Recuerda: «Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; pues él dijo: “No te desampararé, ni te dejaré».

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