Jericó estaba rodeada por un enorme muro construido para protegerla alrededor de la ciudad, y la fama que tenía es la de que ningún ejército lo podía penetrar; bueno, la realidad es que los ejércitos humanos no podían, pero el ejército guiado por Dios sí… porque para el Señor no hay nada imposible.

El ejército hebreo fue instado por Dios para que, durante seis días, dieran una vuelta a la ciudad cada día; el séptimo día siete vueltas, y al toque prolongado de las bocinas, el pueblo gritaría a gran voz; el muro caería y finalmente, a la voz de Josué, el pueblo avanzaría. Así ocurrió, Dios les dio la victoria; los muros cayeron y el ejército de Israel obtuvo una gran victoria.
Llama la atención esta victoria, primero, porque dar vueltas marchando realmente no es una estrategia normal de guerra, y segundo, porque gritar para que grandes muros caigan no tiene nada que ver con los procesos habituales para que los grandes muros sean derribados. En nuestra cultura lo normal es gritar y celebrar después de la victoria y no antes.
Todo lo descrito tiene un común denominador, “la fe en la obra de Dios”. Quienes recibieron estas órdenes, “ilógicas aquí en la tierra”, tuvieron éxito porque el pueblo fue obediente a la voz del Señor.
Si tienes fe en Jesús, entonces debes alegrarte, cantar y gritar por la victoria que vendrá.
Por eso, “si hoy estás pasando por situaciones difíciles, no te rindas, no pienses que es algo imposible, los muros que se han levantado delante de ti no son nada para Dios. Él los puede derribar con solo dar una orden”. Gózate en el Señor, canta canciones alegres de alabanza porque la victoria en Cristo está garantizada.
“Señor, gracias por hacerme más que un vencedor. Creo que en ti tengo la victoria garantizada, mi fe se fortalece con tu mensaje, canto de alegría anticipadamente al milagro que recibiré, lo creo y declaro en el nombre de Jesús. Amén”.
“Cuando los sacerdotes tocaron sus trompetas, los soldados gritaron con todas sus fuerzas y los muros se derrumbaron. Entonces todo el ejército entró en la ciudad, y cada soldado la atacó hasta conquistarla”. Josué 6:20 (TLA)
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