domingo, 9 de abril de 2017

Muchos Lápices

Mi madre vive sola. Hace ocho años que mi padre murió, y ella no puede salir sola salvo para dar caminatas cortas. Tiene muchas dificultades con su memoria corta, y las conversaciones se limitan a unos cuantos comentarios repetidos.
Sin embargo, mi madre me dijo algo profundo: «El otro día estaba pensando en mis problemas y concluí de que no tengo nada de qué quejarme. Dios me está cuidando y tengo gente que me ayuda. Mi único problema es que no puedo acordarme de nada, pero tengo muchos lápices y papel para escribirlo todo.»
El apóstol Pablo luchaba con lo que él llamaba «un aguijón en la carne» (2 Corintios 12:7). Pero descubrió que en su debilidad, él experimentaba «el poder de Cristo» (verso 9). Dijo: «Por eso me complazco en las debilidades, en insultos, en privaciones, en persecuciones y en angustias por amor a Cristo» (verso 10).
Todos tenemos luchas. Éstas se pueden relacionar con la edad, las finanzas, las relaciones o miles de otras dificultades. Pero si de verdad disponemos nuestro corazón a confiar en Dios, y si permanecemos agradecidos incluso en medio de nuestros problemas, es más probable que reconozcamos que «no tenemos nada de qué quejarnos». 

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