lunes, 24 de abril de 2017

El don de dar

Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza ni por obligación, porque Dios ama al dador alegre. (2 Corintios 9:7).
Un pastor le propuso un desafío interesante a su iglesia: «¿Qué sucedería si le diéramos a alguien necesitado el abrigo que estamos usando?». Entonces, se sacó su propio abrigo y lo colocó al frente de la iglesia. Decenas de otras personas siguieron su ejemplo. Esto fue durante el invierno, así que el viaje a casa no fue muy cómodo ese día. Sin embargo, para muchas personas necesitadas, esto significó un cálido abrazo.
Cuando Juan el Bautista estaba en el desierto de Judea, le hizo una seria advertencia a la multitud que había ido a escucharlo. «Y decía a las multitudes que salían para ser bautizadas por él:
—¡Generación de víboras!, ¿quién os enseñó a huir de la ira venidera?  Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento y no comencéis a decir dentro de vosotros mismos: “Tenemos a Abraham por padre”, porque os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham aun de estas piedras. (Lucas 3:7-8). Sobresaltados, le preguntaron: «¿Qué haremos?». Juan les contestó: «El que tiene dos túnicas, dé al que no tiene; y el que tiene qué comer, haga lo mismo» (versos 10-11). El verdadero arrepentimiento produce un corazón generoso.
Dado que «Dios ama al dador alegre», las ofrendas nunca tendrían que basarse en la culpa o la presión sentida (2 Corintios 9:7). Pero, cuando damos con libertad y generosidad, descubrimos que, sin duda, es mucho mejor dar que recibir.

Señor, gracias por bendecirnos de tantas maneras. Perdónanos porque muchas veces damos por sentada tu bondad. Muéstranos qué tenemos que podamos usar para bendecir a otros hoy.
… el que saciare, él también será saciado. Proverbios 11:25

No hay comentarios:

Publicar un comentario