lunes, 24 de abril de 2017

Él Caminará Conmigo en el Valle Oscuro

Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno; porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento. Salmos 23:4.
Con estas dulces palabras se nos describe la certeza que puede tener un moribundo en el lecho de muerte. ¡Cuántos las han repetido con gozo en su última hora! Pero este versículo puede aplicarse también a las angustias del alma en el curso de la vida.
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Algunos, como apunta el apóstol Pablo, morimos cada día por tener una tendencia a la melancolía. John Bunyan, escritor y predicador inglés del siglo XVII, sitúa el valle de sombra de muerte mucho antes, en el curso del río que corre al pie de los montes celestiales. Algunos de nosotros hemos atravesado varias veces este valle oscuro y terrible de la «sombra de la muerte», y podemos certificar que solo el Señor ha podido ayudarnos en los desvariados pensamientos, en medio de tantos horrores misteriosos y terribles abatimientos de que está erizado este paso.
El Señor nos ha sostenido y guardado libres de todo temor al mal, aun cuando estábamos a punto de desfallecer. Hemos sido afligidos y oprimidos por todas partes; sin embargo, hemos sobrevivido por haber sentido la presencia del gran Pastor y porque hemos confiado en que su cayado impediría que el enemigo nos causara alguna herida mortal. Si en el presente andamos en oscuridad bajo las negras alas de una gran tribulación, glorifiquemos a Dios con una tranquila confianza en su promesa.
Hoy me siento seguro de saber que en medio del valle de sombra de la muerte su vara y su cayado me infunden aliento.
Señor, gracias por sostenerme en el momento más angustioso de mi vida y ser así mi refugio. Amén.

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