domingo, 5 de febrero de 2017

Pedir con fe, no dudando

“Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra.” Santiago 1:6
Todos sabemos que nuestra dependencia del Señor debe ser completa, eso está bien claro dentro del cuerpo de Cristo; todos sabemos perfectamente quién es nuestro proveedor, nuestro sustento.
Por eso siempre que nos encontramos en dificultades o necesitamos algo, acudimos al Dios de nuestra salvación.
Sabemos que Dios es la solución a todos nuestros problemas y dificultades. El hecho de que nos acerquemos a Dios es algo bueno, pero aún mejor es que nos acerquemos a Dios creyendo en Él, pues pocos son los que se acercan a Él confiando en su poder y gloria. Algunos buscan la ayuda de Dios, como por costumbre, al no encontrar solución a sus problemas de otra manera, como si lo buscaran como por inercia al acabárseles todas las posibles “soluciones”.
Buscan del Señor como última alternativa, al no saber más qué hacer. Y en esa desesperación se acercan a Dios esperando hallar solución a sus problemas, pero se acercan sin creer, se acercan como probando a ver si Dios les soluciona las cosas.
Es esta la condición que muchas veces hace que se detengan las bendiciones de Dios. Obviamente, Él quiere que tú vivas tranquilo, pero ante toda adversidad y problema tú debes confiar plenamente en Él, no probando a ver si te lo resolverá o no. Debemos recordar que el Señor tiene todo el poder para solucionar nuestros problemas, pero muchas veces no tenemos la fe suficiente en Él, y claramente lo demostramos cuando tratamos de solucionar las dificultades por nuestros propios medios.
“Pero pida con fe, no dudando nada” eso es lo que dice el texto de referencia (Santiago 1:6); tienes necesidad de algo, quieres algo... pídeselo al Señor; pero no dudes al pedírselo, te lo dará; recuerda que de Él es la tierra y todo lo que en ella hay (Salmos 24:1; Salmos 89:11), por lo tanto lo que tú le pidas Él lo te lo dará. En su palabra encontramos una gran cantidad de promesas, referente al hecho de que si le pedimos, Él nos dará (Juan 15:7; Juan 16:24; Mateo 7:7), pero lo más importante radica en que cuando nos acerquemos a Dios debemos creer estas promesas, no decirlas solamente, pues muchos creen que con decir “yo creo” basta. NO, realmente debemos creer en nuestro corazón (Juan 11:40; Marcos 11:22), o sea, lo que tú confiesas debes creerlo. En la cita de Marcos 11:22, dice que lo que diga será hecho, pero el requisito es “y no dudare en su corazón”; no solamente es decirlo, sino que también debes creerlo en tu corazón.
La misma palabra de Dios nos dice que sin fe no podemos agradar a Dios (Hebreos 11:6). Si tú te acercas a Él debes creer que te dará lo que necesitas. Dios prometió ayudarnos, y por eso debemos estar seguros que nos proveerá todo lo que necesitemos.
Además, recuerda que Él te ama, y te ama tanto que no le importó enviar a su hijo por rescatarte (Romanos 8:32), tan grande es su amor que dio su vida por ti y por mí; ¿cómo pues crees que no te dará las cosas que necesitas, no solo lo material sino también lo espiritual, paz, gozo, todas las cosas que sean de bendición para tu vida?
Recuerda que Cristo quiere lo mejor para ti, ya dio su vida por nosotros. Analiza esto: “el que te regala un par de gafas oscuras, ¿cómo no te dará el estuche para que las guardes?”; ¿el que te ha dado la vida, ¿cómo no te dará las cosas que necesitas para seguir adelante con ella?
¡Dios les bendiga!

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