martes, 31 de enero de 2017

Tus sueños, mis sueños. Tu tiempo, Tu Voluntad

Hay sueños que se cumplen antes de lo esperado y otros que tardan en hacerse realidad.
Hay sueños que se cumplen solo con tener fe, con tener la paciencia y la esperanza necesarias que con el tiempo se pueden perder, pero que perduran aunque sea como un grano de arena.
Hay personas que cumplen sus sueños dejando todo en manos del Señor, en cambio otras deciden echar su suerte al azar, o pactar con el enemigo para alcanzar aquello tan deseado y anhelado.
Tus sueños mis sueños. Tu tiempo, Tu VoluntadEl enemigo podrá hacer realidad tus sueños, conceder tu deseo como un “Genio” y se hará realidad, pero con el paso del tiempo las cosas van a cambiar. Quizá tu sueño se haga realidad pero siempre te faltará algo importante. El enemigo te pasará la factura en algún momento y si no haces lo que te pide, hará de tu vida un infierno. Aunque parezca que ahora vives en un infierno, en un pozo sin salida, en el medio del desierto seco y sin vida, el infierno del enemigo es aún peor, más de lo que te puedes imaginar.
El ser humano no es un ser paciente, todo lo contrario; ansía cada vez más tener aquello que no llega, que no se concreta, que no se cumple… ¡Ahora!, ¡ya! ¿Cuántas veces hemos creído en los cuentos de hadas? ¿Cuántas personas siguen creyendo en los cuentos de hadas?
En estos cuentos todo es perfecto, no hay error, no hay tristeza ni dolor, todo se hace realidad. Pero nuestra vida no es perfecta, vivimos y convivimos en un mundo lleno de odio, rencor, violencia, maldad, oscuridad, tristeza, desesperación,... entre otras cosas que componen este mundo de pecadores; no hay cosas perfectas.
Y si hay algo o alguien perfecto es Él, que se pasea por todas partes, lo ve todo, lo escucha todo, observa con detenimiento y con su tiempo a  cada persona, conoce las situaciones en las que vivimos, conoce lo triste o gozosa que está nuestra alma, lo fuerte o frágil de nuestro espíritu, qué pensamos, qué sentimos. Él conoce nuestros sueños, nuestros mayores anhelos.
Sabe si lloramos en silencio por no ver concretado nuestro anhelo. Sabe por qué situación estamos pasando, sabe qué nos duele o nos enfada, como ver a otros con éxito cuando nosotros creemos que merecen el fracaso absoluto, cuando juzgamos al que está al lado sin saber qué es lo que pasa.
Muchos optamos o decidimos dejar nuestros sueños, nuestra vida en manos del Señor; a veces muchos se arrepienten o dudan de dejar su vida en manos de Dios, es más, hasta se enojan con Él por las decisiones que Él toma o los sueños que no se cumplen ahora.
¿Entendemos los planes, sueños y tiempos de Dios? ¡NO!
¿Podemos llegar a entenderlos en algún momento? ¡SÍ!
¿Aceptamos los tiempos, los sueños y lo que Dios quiere para nuestra vida? Y… ¡SÍ y NO!
Si aceptamos lo que Dios tiene para nosotros, lo aceptamos siempre y cuando llegue pronto. A veces pareciera que el Señor no te escuchara o no le importaras.
Sin embargo, a Dios sí le importas, más de lo que tú imaginas. Él te ama más de lo que te ama tu propia familia, amigos, pareja… Él conoce tu estado, conoce tus sentimientos.
Él te acompaña en cada paso que das, está donde tú estás, sabe de quién estás rodeado y sabe quién te acecha para devorarte. Solo que a veces Él deja que algo te pase para poner a prueba tu fe.
Si tuviera que hablar de mis sueños y tuviera que decirle a Dios de su comportamiento conmigo:
En primer lugar no soy quién para puntuar a Dios, mi Padre, mi Creador, quien me sustenta, quien me da fuerzas a cada instante.
Soy apenas un alma que está siendo restaurada, limpiada por el Señor.
No tengo trabajo, pero estoy buscando. No estoy estudiando, terminé la secundaria hace 5 años e hice cursos de capacitación. Buscamos con mi familia dónde vivir y poder concretar el sueño de nuestra casa.
Parece poco, o parece mucho depende de cómo lo veas. Acabo de nombrar “desventajas”.
Ahora las ventajas, o mejor dicho “bendiciones” que Dios me da día a día, son:
Un día más de vida, un día más en donde tengo un techo y cama para dormir, un plato con comida sobre la mesa, una madre y un padre que me acompañan.
Mis padres tienen trabajo. ¡Gracias Señor porque lo tienen!
Tal vez y es la verdad, estamos alejados de gente que nos puede dar una mano, pero no la vemos. A veces se nos hace muy difícil apreciar la ayuda que Dios nos da acercando gente a nosotros. Nos falta fe, nos falta convicción, movernos, hablar.
Si tuviera que hablar de cuáles son mis sueños, son varios. ¿Si Dios ha cumplido alguno? ¡SÍ! Mi familia, sin saberlo hasta hace un tiempo atrás, es uno de mis sueños. Conocer en persona al artista que más me gusta, sí también.
Ser piloto de avión de combate,... ¡NO! No resultó ser un sueño para mí. Pueden llamar mi atención los aviones, pero no pilotaría estas máquinas para destruir vidas, porque fueron creadas con ese fin. Gracias Señor, por hacerme entender esto.
Ser paleontólogo; suena extraño, especialmente si estudias restos de seres que ya no existen. ¿Los fósiles hablan? Sí, si haces las preguntas correctas. Tengo pendiente este sueño, lo dejaré para más adelante. ¿Cumpliré este sueño? Solo Dios sabe si este sueño es para mí y así muchos otros sueños aún sin cumplir.
Tal vez por momentos baje la cabeza, pierda las esperanzas, no encuentre salidas, no vea la luz que necesito ver; pero aún me queda mi fe. Estoy aprendiendo a dominarme, a entender los tiempos y planes del Señor. Me cuesta y Él lo sabe. A todos nos cuesta, a unos más y a otros menos.
Los sueños de nuestro Padre son que tengamos una vida plena y en abundancia, tener un hogar, una familia, un buen vivir, un buen aprendizaje sobre Él.
Solo Dios es digno de decidir cuándo hacer realidad sus sueños y los nuestros, conforme a su voluntad, a su tiempo.
Recordemos que somos sus hijos. Nos ve, nos ama, nos busca, quiere lo mejor para nosotros.
Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos.
(Romanos 8:25 RV60) 
Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz,  menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.
(Hebreos 12:1-2 RV60)

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