sábado, 9 de julio de 2016

La canción de Dios

… creados en Cristo Jesús para buenas obras, que Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas. Efesios 2:10
Un organista de la iglesia practicaba una pieza de Mendelssohn y no estaba tocando muy bien. Frustrado, tomó la partitura y se dispuso a marcharse, pero no había advertido que un extraño se había sentado en un banco.
Cuando se iba, el extraño se acercó y le preguntó si podía tocar la pieza. El organista respondió enojado: Nunca dejo que nadie toque este órgano. Finalmente, después de otras dos peticiones amables, el músico gruñón accedió.
El extraño se sentó y llenó el santuario de una música hermosa e impecable. Cuando terminó, el organista preguntó: ¿Quién es usted? El hombre contestó: Soy Felix Mendelssohn. Aquel organista casi impidió que el propio creador de la pieza tocara su música.
A veces, nosotros también tratamos de tocar los acordes de nuestra vida e impedimos que nuestro Creador ejecute una hermosa música. Como el obstinado organista, nos rehusamos a quitar las manos del teclado. Pero como pueblo de Dios, somos creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano (Efesios 2:10). Nuestra vida no producirá una música hermosa a menos que lo dejemos obrar a través de nosotros.
Dios tiene una sinfonía escrita para cada persona. Dejemos que haga su voluntad en nosotros.
Señor, toma mi vida y conviértela en música para tu gloria.
La capacidad de Dios no está limitada por nuestra incapacidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario