sábado, 9 de julio de 2016

El mantel

El nuevo sacerdote, recién asignado a su primer ministerio para reabrir una iglesia en los suburbios de Brooklyn, New York, llegó a comienzos de octubre entusiasmado con su primera oportunidad.
Cuando vio la iglesia, se encontró con que estaba en pésimas condiciones y requería mucho trabajo de reparación, pero se fijó la meta de tener todo listo a tiempo para oficiar su primer servicio en la Nochebuena.
Trabajó arduamente reparando los bancos, empapelando las paredes, pintando, etc., y para el 18 de diciembre ya estaban casi concluidos los trabajos, adelantándose a la fecha prevista.
Pero el 19 de diciembre cayó una terrible tempestad que azotó el área dos días enteros...
El día 21 el sacerdote fue a ver la iglesia. Su corazón se contrajo cuando vio que el agua se había filtrado a través del techo, causando que un área considerable del mismo, de unos 6 metros cuadrados, cayera arrastrando parte de la pared frontal del santuario, exactamente detrás del púlpito, dejando un hueco que empezaba casi a la altura de la cabeza.
El sacerdote limpió el desastre del suelo, y no sabiendo qué más hacer sino posponer el servicio de Nochebuena, salió para su casa. En el camino notó que una tienda local estaba llevando a cabo una venta del tipo “mercadillo” con fines caritativos, y decidió entrar.
Uno de los artículos era un hermoso mantel hecho a mano, color hueso, con un trabajo exquisito de bordados aplicados, bellos colores y una cruz bordada en el centro.
Era justamente el tamaño adecuado para cubrir el hueco en la pared frontal. Lo compró y regresó camino a la iglesia. Para ese entonces, había comenzado a nevar.
En eso, una mujer mayor iba corriendo desde la dirección opuesta tratando de alcanzar el autobús, pero finalmente lo perdió. El sacerdote la invitó a esperar en la iglesia donde había calefacción, porque el próximo autobús tardaría 45 minutos más en llegar.
Ya dentro, él miró a la mujer que venía caminando con la vista hacia abajo, por el pasillo del centro. Su cara estaba blanca como una hoja de papel. “Padre, ¿dónde consiguió usted ese mantel?” El padre le explicó, y la mujer le pidió revisar la esquina inferior derecha para ver si las iniciales EGB aparecían bordadas allí.
Sí, estaban.. Estas eran las iniciales de la mujer, y ella había hecho ese mantel 35 años antes en Austria.
La mujer apenas podía creerlo cuando el pastor le contó cómo acababa de obtener el mantel. Le explicó que antes de la guerra, ella y su esposo tenían una posición económica holgada en Austria. Cuando los Nazis llegaron la obligaron a irse. Su esposo debía seguirla la semana siguiente.
Ella fue capturada, enviada a prisión y nunca más volvió a ver a su esposo ni a su casa. 
El pastor la llevó en el coche hasta su casa y ofreció regalarle el mantel, pero ella lo rechazó diciéndole que era lo menos que podía hacer.
Se sentía muy agradecida pues vivía al otro lado de Staten Island, y solamente estaba en Brooklyn por el día para un trabajo de limpieza de una casa. 
¡Qué maravilloso fue el servicio de la Nochebuena! La iglesia estaba casi llena, y la música y el espíritu que reinaban eran increíbles. Al final del servicio, el sacerdote despidió a todos en la puerta, y muchos expresaron que volverían. Un hombre mayor, que el pastor reconoció del vecindario, seguía sentado en uno de los bancos mirando hacia el frente, y el padre se preguntaba por qué no se iba.
El hombre le preguntó dónde había obtenido ese mantel que estaba en la pared frontal, porque era idéntico al que su esposa había hecho años atrás en Austria antes de la guerra, y cómo era posible que hubiera dos manteles tan idénticos.
Le relató al padre cómo llegaron los Nazis, y cómo él forzó a su esposa a irse para la seguridad de ella, y cómo estaba dispuesto a seguirla, pero fue arrestado y enviado a prisión. Nunca volvió a ver a su esposa ni su hogar en todos aquellos 35 años.
El pastor le preguntó si quería venir con él a dar una vuelta. Se dirigieron en el coche hacia Staten Island, hasta la misma casa donde el padre había llevado a la mujer tres días atrás.
Ayudó al hombre a subir los tres pisos de escalera que conducían al apartamento de la mujer, tocó en la puerta y presenció la mas bella reunión de Navidad que pudo haber imaginado.
Una historia real en la que vemos que Dios trabaja de forma misteriosa.
Le pedí a Dios bendecirte cuando oraba hoy, para guiarte y protegerte según vayas por tu camino… Su amor está siempre contigo, por eso, cuando el camino que estés cruzando parezca difícil en extremo, encomiéndaselo a Dios, y El hará el resto.
Pásale esto a aquellos que quieres sean bendecidos por Dios…

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