El pecado es la consecuencia de un proceso en el que casi siempre está involucrada la tentación, en un mundo donde Satanás manipula las mentes de los hombres, excusando todo tipo de acciones aparentemente casuales y muy normales ante los ojos de los hombres. Mas en la palabra vemos que no son nada normales ante los ojos de Dios, incluso la frase “tentación no es pecado” es usada por el demonio, para que incluso muchos cristianos creyendo ser fuertes, caigan bajo esta excusa, en situaciones con circunstancias al borde del abismo. Cuidémonos de no jugar con la tentación.
Tentación se define como incitación al mal, y más explícitamente, podemos decir que es el deseo de participar o hacer algo inmoral que no es del agrado de Dios, pero que a nosotros nos podría traer una satisfacción según la carne y su pecaminosidad.
La tentación ya casi es común en este mundo pues todo es tentación e inmoralidad en la actualidad, y casi es subestimada por muchos cristianos, de ahí que cause tanto daño ya que no muchos se preocupan por ella, debido principalmente al hecho de que no creen en su poder y efecto.
Quizás el problema en el mundo, radica que el pecado como palabra, no indica realmente la magnitud de lo que viene a significar, y muchos se tildan de ser los mismos sin querer cambiar ni darse cuenta de lo que están diciendo, con frases como: “sí, soy pecador, ¿es normal, no?", o "todos somos pecadores”; sin darse cuenta que están postrados y conformándose con irse al infierno, porque la palabra dice “la paga del pecado es la muerte”. En este mundo, mucho de lo que se ha encasillado como pecado, viene a ser en realidad algo muy común y parte de la vida misma. ¡Qué pena!
Lo vemos por ejemplo en películas, en programas de una TV cada día más insana para pequeños, adolescentes y hasta para adultos; una TV saturada de violencia, sexo y droga en la que el adulterio, el robo, el homosexualismo, el chisme y demás actitudes similares son “normales.” Así son todos los medios de comunicación actuales, y así es la sociedad actual, lo que no significa que Dios la apruebe.
2. Reconocer nuestras debilidades:
Todo cristiano debe reconocer que sin Cristo no somos nada, que por su gracia estamos donde estamos, y debemos acción de gracias eternas a nuestro salvador. Sabemos que solos nada podemos, y que debemos mantenernos con Cristo en todo momento evitando en todo caso, situaciones que nos puedan perjudicar, no consintiendo ideas demoníacas que nos pedirán no quedar mal con las amistades del mundo, para reunirnos con ellas en situaciones no edificadoras. Por ejemplo, el caso común de las fiestas mundanas; podemos ser invitados a estas reuniones aparentemente de “sana diversión”, con argumentos miles y habrá más en tu cabeza. ¿Es propio para ti, el estar con tus amistades mientras éstos se tocan y bailan danzas inmorales?, ¿mientras beben y fuman, mientras en sus mentes está la pecaminosidad y el bullicio?, ¿es ese lugar para dama o varón cristiano? De ninguna manera, pues si amas a tu prójimo te reunirás después con él, y no será en ese ambiente de pecado, sino para su exhortación con amor y sabiduría, para llegar a su corazón con el evangelio de Jesucristo. ¿Más argumentos?, ora al Señor para que no te ponga el demonio más... de ellos.
Romanos 6:23:
Todo cristiano debe reconocer una sola realidad, la paga del pecado es la muerte, en realidad no hay más. El pecado nos aparta de Cristo, rompe abruptamente nuestra comunión con Él.
Y sabemos que para vencer debemos conocer al enemigo, y si tomamos una vez la decisión de estar en Cristo, no debemos pecar ni permanecer en pecado porque las caídas duelen. Entonces ¿por qué volver a jugar con las tentaciones en situaciones difíciles, creyendo poder dominarlas o creyéndolas normales y falta de peligro? No endurezcamos el corazón a lo que Dios quiere para nosotros.
La mayoría del pecado se concibe a través de la tentación. La primera tentación se registra en el Edén y fue a Eva; está claro que esta tentación concibió y dio a luz al pecado que fue muerte para el hombre, el mensaje es claro.
Todos por lo regular tenemos una debilidad, como por ejemplo, hay quienes en algún tiempo, cuando no conocían a Jesús, tuvieron problemas con adicciones, dureza de corazón, inmoralidad sexual, adulterio etc., pecados borrados y vencidos por el poder de Cristo pero que Satanás trabaja para que el hombre vuelva a caer en ellos. Debemos cerrar las puertas a toda clase de ataques de esta índole, no oigamos a nuestro propio parecer ni razón, sino a Dios y lo que nos dicta al corazón; el mundo nos puede ofrecer miles de viandas deliciosas, pero esa cena de demonios no es para nosotros, el pecado se presenta tentador, como “algo muy agradable que nos va a causar satisfacción y ningún tipo de problema”, pero la realidad es que la tentación misma es una mentira.
Marcos 7:21–23:
Muchas veces la tentación es provocada por nuestra propia concupiscencia. No olvidemos que los pecados se maquinan en la mente; por ahí entra, por nuestra naturaleza humana imperfecta y muy débil a estos ataques; por aquí se maquina el pecado y luego se hace obra. La tentación es la madre del pecado, y no deberíamos usar la excusa, aunque sea verdad, de que no hay pecado en la tentación, porque si la permitimos, dará a luz y caeremos.
Eso sí, nadie está libre de ser tentado, y entonces debemos imitar al mismo Jesucristo cuando fue tentado en el desierto, que no dejó que Satanás le hiciera ni siquiera dudar; actuemos con radicalismo y fe en Dios su Padre.
3. Cómo resistir la tentación:
A. Fortaleciendo cada día la comunión con Dios a través de la oración y lectura de la Biblia (Santiago 4:8)
B. No confiando en nosotros mismos para resistir la tentación, evitando exponernos a ella cuando conscientemente la reconocemos. No sintiéndonos fuertes en nosotros mismos.
C. Pidiéndole a Dios la sabiduría de reconocer nuestras debilidades, para reconocer las tentaciones en toda circunstancia y no argumentar, más bien evitarlas, y ponernos en las manos de Dios. (Santiago 1:5)
D. Tomando a la tentación como una prueba que produce gozo, por fortalecer nuestra dependencia y fe en Dios. (Santiago 1:2–4)
Hay dos promesas muy importantes en la Biblia:
La primera dice: “Fiel es Dios que no nos dejará ser tentados más allá de lo que podamos resistir, dándonos conjuntamente también la salida.” (1 Corintios 10:13 )
La segunda dice: “Resistid al diablo y este huirá de vosotros” (Santiago 4:7)
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