jueves, 29 de diciembre de 2016

Un momento oportuno

Al disertar Pablo acerca de la justicia, del dominio propio y del juicio venidero, Félix se espantó y dijo: Ahora vete; pero cuando tenga oportunidad te llamaré. Hechos 24:25.

Aunque el gobernador Félix era conocido por su crueldad, dio a Pablo libertad para ver a sus amigos mientras estaba bajo arresto.
Resultado de imagen de Un momento oportuno para recibir a DiosNo mucho tiempo después de esto, Félix y su hermosa esposa, Drusila, de 22 años, llamaron a Pablo para tener una entrevista en privado con él. Mientras Félix nunca había oído la verdad acerca de Jesús, Drusila sí sabía algo de los cristianos. Pero ambos estaban interesados en escuchar el mensaje de Pablo “acerca de la fe en Jesucristo” (Hechos 24:24)
Pablo sabía que tenía una oportunidad de oro. Estas dos personas podrían no oír nunca más sobre las buenas nuevas de Jesús. Por lo tanto, sencillamente, les contó de su propia fe en Jesús, resaltando las virtudes esenciales en la vida de cualquier cristiano. La orgullosa pareja, sentada en el trono frente a él, sabía muy poco sobre el amor y la vida cristiana.
Pablo les contó, en un lenguaje directo, sobre el carácter de Dios. Explicó que llegaría el día en que Dios juzgaría al mundo entero. Quería que Félix y Drusila aceptaran a Jesús como su Salvador, de manera que no tuvieran que morir con sus pecados. Félix se retorció en su asiento. Nunca antes la verdad había impresionado de esta manera su corazón. Nunca antes se había llenado así su alma de terror. El pensamiento de que todos los secretos de su carrera de crímenes estaban abiertos ante los ojos de Dios, y que habría de ser juzgado de acuerdo con sus hechos, le hizo temblar de miedo. 
Repentinamente, ni él ni Drusila quisieron escuchar más. Félix prometió oír nuevamente a Pablo cuando fuera conveniente. Pero la única vez que vio a Pablo después de esto, fue cuando visitó al apóstol en privado con la esperanza de que Pablo intentara pagar por su libertad. Durante dos años Pablo permaneció como prisionero, y nunca aceptó la oferta de Félix.
Finalmente, el gobernador Félix tuvo que abandonar su puesto envuelto en un escándalo, y la hermosa Drusila murió, años más tarde, en lava ardiente durante la terrible explosión del Vesubio.
La pareja real esperó el momento conveniente para aceptar a Jesús… y esa hora nunca llegó. Postergar su decisión por Cristo terminó en su separación eterna de Dios.

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