“En casa del sabio abundan las riquezas y el perfume, pero el necio todo lo despilfarra (Proverbios 21:20, NVI).
"El chocolate del loro”, ¿oíste esta expresión? Una de las hipótesis de su origen hace referencia a un matrimonio de ricos que comenzó a tener serios problemas económicos. Abrumados por la nueva situación financiera, decidieron hablar con el administrador de sus bienes. Éste les aconsejó hacer cambios radicales en su estilo de vida o, de lo contrario, terminarían en la ruina. Así que marido y mujer se reunieron para analizar la situación. El marido sugirió despedir a la mitad de la servidumbre y quedarse con un solo coche, pero la mujer no estuvo de acuerdo. La discusión se volvió cada vez más tensa, hasta que finalmente acordaron: “Comencemos por suprimir la barra de chocolate del loro”. Y de ahí que la expresión signifique “ahorro insignificante en relación con la economía que se busca”.
Los tiempos en que vivimos nos invitan a adherirnos radicalmente a ciertas costumbres populares. ¡Más claro aún!, la sociedad tiende a vivir cada vez más endeudada y nosotras, las mujeres cristianas, no deberíamos caer en esta gran tentación, sino seguir los consejos bíblicos relativos al ahorro y la prudencia en la administración de nuestros recursos económicos. No es que no sea digno que pidamos un préstamo para comprar una casa o un coche; se trata de saber adaptarnos a nuestra realidad económica, y no vivir por encima de nuestras posibilidades. Y si eso implica tomar decisiones radicales, hagámoslo, pues simplemente con dejar de darle chocolate al loro no solucionaremos nada.
Dios nos invita a planificar. Nos inspira a tener claras nuestras metas; metas que afecten a esta vida y también a la venidera; y que en función de esas prioridades, hagamos presupuestos y ahorremos para ir alcanzándolas de manera que no implique para nosotras un yugo económico. “Porque ¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla? No sea que después que haya puesto el cimiento, y no pueda acabarla, todos los que lo vean comiencen a hacer burla de él, diciendo: ‘Este hombre comenzó a edificar, y no pudo acabar’ ” (Lucas 14:28-30).Edifiquemos nuestra vida con prudencia, no sea que, por falta de ahorro y organización, acabemos endeudadas hasta niveles imposibles. Porque cuando fracasamos en planificar, estamos planificando fracasar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario