Un grupo de niños se acercaba a un maravilloso lago ubicado en la montaña, meta de la excursión escolar. Todos estaban ansiosos por llegar a ese lugar, pero una última pausa al borde del camino permitió al profesor dar algunas explicaciones más sobre la formación del lago.
Al observar a esos niños atentos, sentados formando un semicírculo, pensé en una escena del evangelio: los discípulos acababan de llegar de una misión difícil; el Maestro los condujo a un lugar aparte para pasar un momento tranquilo de comunión y confianza.
Amigos creyentes, a nosotros también nos hace mucho bien disfrutar de un descanso espiritual después de un periodo de actividad a veces intenso. Es un tiempo que nos permite dirigirnos al Señor, quien desea hablarnos al corazón (Oseas 2:14). Apartados del mundo y de sus distracciones, aprendemos con humildad del ejemplo que Jesús mismo nos da (Lucas 5:16).
Quizás alguno de nosotros esté pasando por un tiempo de descanso "forzado" debido a una enfermedad, a un accidente, a la pérdida de un empleo… Entonces escuchemos la voz llena de gracia de Aquel que nos dice: “Venid… descansad”. Él sabe animar, fortalecer y consolar a los suyos.
Fijémonos que en el pasaje de Marcos 6, el descanso es de corta duración: “un poco”. No nos dejemos ganar por la pereza, y no dudemos en retomar el servicio después de haber renovado nuestras fuerzas a los pies del Señor. ¡No olvidemos que el verdadero descanso, para el cristiano, está por llegar! (Hebreos 4:9)
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