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unánimes, a una voz, glorifiquéis al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo. Romanos 15:6
Mientras un hombre abordaba un tren en Perth,
Australia, se le trabó la pierna entre la plataforma y un vagón. Los guardias de
seguridad no podían liberarlo, por lo que coordinaron los esfuerzos de casi 50
pasajeros, quienes, a la cuenta de tres, empujaron el tren hacia un costado. Ese
trabajo en conjunto desplazó el vagón lo suficiente para liberar la pierna del
hombre.
En muchas de sus cartas, Pablo destacó el potencial
del trabajo en conjunto de los cristianos de las primeras iglesias. Instó a los
creyentes en Roma a que se aceptaran unos a otros como lo había hecho Cristo con
ellos: «Dios (…) os dé entre vosotros un mismo sentir según Cristo Jesús, para
que unánimes, a una voz, glorifiquéis al Dios y Padre de nuestro Señor
Jesucristo» (Romanos 15:5-6).
La unidad con otros creyentes nos permite comunicar
la grandeza de Dios y nos ayuda a soportar la persecución. A los filipenses, los
alentó a estar «firmes en un mismo espíritu, combatiendo unánimes por la fe del
evangelio, y en nada intimidados por los que se oponen» (Filipenses
1:27-28).
A Satanás le encanta dividir para vencer, pero sus
esfuerzos son inútiles cuando, con la ayuda de Dios, somos «solícitos en guardar
la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz» (Efesios 4:3).
Señor,
ayúdanos a experimentar la unidad en ti.
Nuestra
unidad es fruto de nuestra unión con Cristo.
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