Cada persona es un mundo, cada uno tiene sus propias vivencias y por lo tanto, no podemos menospreciar las circunstancias de los demás. A veces entramos en una etapa de quejas y reclamos delante de Dios, quien en vez de darnos la solución, lo que hace es retrasarla, pues no somos nadie para acorralarlo.
Pero a pesar de que estemos pasando por momentos difíciles, eso no es óbice para que seamos instrumentos usados por Dios. De las experiencias se aprende y por algo Dios nos lleva por el desierto; y es para estar más cerca de Él, para conocerlo más, amarlo y depender totalmente de Él. Aparte que es muy importante también para ayudar a otros y así darles una palabra de aliento y un sabio consejo.
Nos sentimos mal al no poder ayudar a los demás como quisiéramos, y aún más cuando vemos que atraviesan por situaciones peores y quisiéramos colaborar de muchas maneras; y, ¡vaya!, se nos hace imposible porque la solución no está en nuestras manos, pero ayudamos con lo más importante que es la oración y la intercesión. ¨Fueron mis lágrimas mi pan de día y de noche, mientras me dicen todos los días: ¿Dónde está tu Dios? Salmos 42:3 (Reina-Valera 1960).
Esta es una de las preguntas que todos en algún momento nos hemos hecho, puesto que en esos instantes cegados por el dolor y la angustia, nuestras lágrimas no nos dejan observar el panorama y no notamos que detrás de las nubes grises está por salir un sol radiante.
Sí, Dios llega en el momento indicado, ni más ni menos; Dios aprieta pero no ahorca, Él no se ha olvidado de nosotros, Jehová no tiene en poco valor las lágrimas que derramamos por la cantidad de problemas que tenemos. Él sabe lo que necesitamos, nos levantará y con sus brazos nos sostendrá; nuestros problemas no son mayores que las muchas promesas que nos hace a través de su palabra. Es hora que nos levantemos en oración y súplica, estar con Él es la única y verdadera solución. No te preocupes, solo son días, pero no significa que toda tu vida será así.¨El (Abraham) creyó en esperanza contra esperanza, para llegar a ser padre de muchas gentes, conforme a lo que se le había dicho: Así será tu descendencia. Y no se debilitó en la fe al considerar su cuerpo, que estaba ya como muerto (siendo de casi cien años), o la esterilidad de la matriz de Sara. Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios, plenamente convencido de que era también poderoso para hacer todo lo que había prometido¨. Romanos 4:18-21 (Reina-Valera 1960).
La vida real no es justa, el mundo no es justo, y si nos apegamos a las cosas del mundo nunca seremos felices, el único justo es Dios y solo debemos refugiarnos y esperar en Él, en nadie más. Dios tarda pero nunca olvida.
¿Por qué te abates, oh alma mía, y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, ¡salvación mía y Dios mío!
Salmos 42:11 (Reina-Valera 1960).
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