En esta vida todo tiene su momento; hay un tiempo para todo.
Eclesiastés 3,1
¿Por qué? Es una contradicción del ser humano, que a veces se pasa la vida entera pidiendo por aquello que no tiene, y cuando Dios lo bendice con el anhelo de su corazón, algo sucede que pierde el interés y no valora la bendición.
Sería estupendo que todas las personas valoraran lo que tienen y sobre todo, aquello por lo que en oración clamaron y que ahora están descuidando de la manera más necia. Especialmente, los estudiantes que tienen la bendición de estudiar. Es una bendición que los padres den estudios a sus hijos con la provisión de nuestro Padre Celestial.
Estudiar es un privilegio del que no todos gozan, que debemos valorar y por lo que dar todo de nosotros. Todo tiene su tiempo y si eres estudiante tu prioridad es estudiar, y a través de tus calificaciones, darle toda la gloria a Dios. Cada buena calificación es un TE AMO, Padre Celestial, y OS AMO padres de carne y hueso.
Escuchaba a mi mamá, quien trabaja muy duro al igual que mi papá para dar lo que necesitan sus hijos, y entre ellos yo, hablar acerca de lo difícil que están las cosas en su trabajo.
Sentí vergüenza cuando la escuché hablar. Sentí vergüenza y coraje conmigo mismo, porque mientras mis padres se estaban entregando completamente en el trabajo, yo muy inmaduramente, ocupaba mi mente en otros asuntos de los que Dios hoy me confirmó, tomaría las riendas.
Querido amigo(a) estudiante, no te distraigas, no lo hagas más, todo tiene su tiempo para cada cosa que se hace bajo el cielo, y en estos momentos, tus prioridades son otras. Estudia tan duro como sea posible, date el gusto de decirle a tu Padre Celestial, “LO LOGRAMOS”, y luego un “GRACIAS” a tus padres de carne y hueso, que día a día desempeñan labores que quizá no quisieran llevar a cabo pero que lo hacen por ti.
No echemos por la borda todo ese esfuerzo, y mucho menos la bendición de estudiar.
Si en estos momentos te has dado cuenta del tiempo que has perdido, ánimo, aún nada está perdido totalmente. Si te faltan aún algunos exámenes, pruebas, prepárate para ellos con todo ese don que Dios te ha dado.
Haz sonreír a Dios, a tus padres y a ti mismo(a) con tus habilidades desarrollándose en plenitud.
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