Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo. Gálatas 6:2
Voluntarios de una iglesia pasaron una noche gélida distribuyendo alimentos a personas de bajos ingresos en un edificio de
apartamentos. Una mujer que recibió comida estaba exultante y los llevó a su casa. Les mostró su
aparador vacío y les dijo que ellos eran una respuesta a sus oraciones.Cuando llegaban de nuevo todos a la iglesia, una mujer empezó a llorar, y dijo: «Cuando yo era niña, esa mujer fue mi maestra de escuela dominical. Viene a la iglesia todos los domingos, ¡pero no teníamos ni idea de que se estaba casi muriendo de hambre!»
Sin duda, personas como ella se interesaban en los demás
y buscaban formas de aligerar sus cargas, tal como señaló Pablo en Gálatas 6:2.
Pero no se habían percatado de las necesidades particulares de esta mujer a quien veían
todos los domingos, y ella no había dicho nada al respecto. Éste podría ser un
recordatorio de que todos tomemos consciencia de los que nos rodean y que
«hagamos bien a todos, y especialmente a los de la familia de la fe» (Gálatas 6:10).
Las personas que se reúnen para adorar juntas tienen
el privilegio de ayudarse unas a otras, para que ningún miembro del cuerpo de
Cristo padezca necesidades. Si nos ocupamos de conocernos y nos interesamos por
los demás, quizá nunca tengamos que decir: «No teníamos ni idea».
Señor,
ayúdame a ver las necesidades de los demás y a suplirlas.
Nada cuesta
tanto como interesarse… excepto no interesarse.
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