… Padre
santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre, para que sean uno, así
como nosotros (Juan 17;11).
El anuncio fúnebre de Alan Nanninga, un hombre de
donde yo vivo, lo identificaba como "sobre todo, un testigo fiel de Cristo".
Después de describir su vida familiar y su carrera profesional, el artículo
hablaba sobre casi una década de problemas de salud progresivos. Concluía
diciendo: "sus estancias en el hospital le confirieron el título
honorario de “El paciente de la oración”, por su ministerio hacia los demás
enfermos. Aquí tenemos a un hombre que, en sus períodos de aflicción, se
dedicaba a orar por y con las personas necesitadas que lo rodeaban.Horas antes de que Judas lo traicionara, Jesús oró por sus discípulos: «Y ya no estoy en el mundo; mas éstos están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre, para que sean uno, así como nosotros» (Juan 17:11). Como sabía lo que iba a suceder, Jesús dejó de pensar en sí mismo y centró su atención en sus seguidores y sus amigos.
Durante nuestros períodos de enfermedad y angustia,
anhelamos y necesitamos las oraciones de los demás. ¡Cuánto nos ayudan y animan
esas oraciones! Que nosotros, como nuestro Señor, elevemos nuestros ojos para
orar por aquellos que nos rodean y enfrentan una gran necesidad.
Señor,
pongo hoy ante ti en oración a los enfermos y necesitados.
Nuestros problemas pueden llenar nuestras oraciones.
Nuestros problemas pueden llenar nuestras oraciones.
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