¡Cuán
preciosos me son, oh Dios, tus pensamientos!… Salmo 139;17)
Mi hijo está aprendiendo a contar hasta diez. Cuenta
todo, desde juguetes hasta árboles. Incluso cosas que yo tiendo a pasar por
alto, como las flores silvestres camino a la escuela o los dedos de mis
pies.
Así me está enseñando a mí a volver a contar. A
veces estoy tan inmersa en cosas que no he terminado o que no tengo, que dejo
de ver todo lo bueno que me rodea. Olvido contar las nuevas amistades que hice
este año o las respuestas de oración que he recibido, las lágrimas de gozo
derramadas y los momentos de risa con los amigos.
Mis diez dedos no son suficientes para contar todo
lo que Dios me da cada día. «Has aumentado, Señor, Dios mío, tus maravillas; y
tus pensamientos para con nosotros, no es posible contarlos ante ti. Si yo
anunciare y hablare de ellos, no pueden ser enumerados» (Salmo 40:5). ¡Ni
siquiera podríamos llegar a contar todas las bendiciones de la salvación, la
reconciliación y la vida eterna!
Junto con David, alabemos a Dios por todos sus preciosos pensamientos sobre nosotros y lo que ha hecho a nuestro favor: «¡Cuán preciosos me son, oh Dios, tus pensamientos! ¡Cuán grande es la suma de ellos! Si los enumero, se multiplican más que la arena» (Salmo 139:17-18). ¡Aprendamos a contar!
Junto con David, alabemos a Dios por todos sus preciosos pensamientos sobre nosotros y lo que ha hecho a nuestro favor: «¡Cuán preciosos me son, oh Dios, tus pensamientos! ¡Cuán grande es la suma de ellos! Si los enumero, se multiplican más que la arena» (Salmo 139:17-18). ¡Aprendamos a contar!
Señor,
aunque no puedo contar todas las cosas buenas que haces, te doy gracias por cada
una.
Demos gracias
a Dios por sus innumerables bendiciones.
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