“…Como no conocidos, pero bien conocidos; como moribundos, pero llenos de vida; como castigados, pero no condenados a muerte; como entristecidos, pero siempre gozosos; como pobres, pero enriqueciendo a muchos; como no teniendo nada, aunque poseyéndolo todo….” 2 Corintios 6:9-10
Aunque para el mundo no tenemos privilegios de nada, sí poseemos la verdadera riqueza que el ser humano pueda obtener, porque somos conocidos de Dios como dice Gálatas 4:9 “…Mas ahora, habiendo conocido a Dios, o más bien, siendo conocidos de Dios, ¿cómo os volvéis de nuevo a los flacos y pobres rudimentos, en los cuales queréis volver a servir?..”
El asunto es que Jehová nos hizo entender que los flacos y pobres rudimentos no tuvieron el resultado deseado, por lo cual ahora nuestras riquezas están guardadas en un lugar inaccesible para el ladrón o avaro o fraudulento. Porque a los hombres insensatos que insisten en practicar los flacos y pobres rudimentos, Jehová les puso el arduo trabajo de acumular para otros, lo que nunca ellos podrían poseer para siempre, porque Dios mismo les pregunta en Lucas 12:20 “…Y dijo Dios: Necio, esta noche vuelven a pedir tu alma; y lo que has guardado, ¿de quién será?..”
El asunto es que Jehová nos hizo entender que los flacos y pobres rudimentos no tuvieron el resultado deseado, por lo cual ahora nuestras riquezas están guardadas en un lugar inaccesible para el ladrón o avaro o fraudulento. Porque a los hombres insensatos que insisten en practicar los flacos y pobres rudimentos, Jehová les puso el arduo trabajo de acumular para otros, lo que nunca ellos podrían poseer para siempre, porque Dios mismo les pregunta en Lucas 12:20 “…Y dijo Dios: Necio, esta noche vuelven a pedir tu alma; y lo que has guardado, ¿de quién será?..”
Las riquezas acumuladas aquí en la Tierra te las pueden robar, o las puedes perder en un mal trato, o en un fraude, o en una inundación o desastre natural; además, no se pueden llevar cuando se muere, y no existe lugar seguro aquí en el planeta Tierra por más que se trate de esconderlas; por lo tanto, sus riquezas no se acumulan en la eternidad, “AQUÍ SE QUEDAN”, en la Tierra.
Por el contrario, nosotros acumulamos nuestras riquezas diariamente en el banco de la eternidad, las cuales podemos disfrutar desde ya y para siempre, sin tener que preocuparnos de fraudes, o de alguien que quiera robarlas, porque están marcadas con nuestros testimonios, nombres, adns, huellas, y obediencia a ÉL.
Por el contrario, nosotros acumulamos nuestras riquezas diariamente en el banco de la eternidad, las cuales podemos disfrutar desde ya y para siempre, sin tener que preocuparnos de fraudes, o de alguien que quiera robarlas, porque están marcadas con nuestros testimonios, nombres, adns, huellas, y obediencia a ÉL.
Jehová nos ha dado el gran privilegio de enriquecer a muchos, llevándoles la verdad que libera de la avaricia, de la interminable carrera por enriquecerse y no estar nunca satisfecho, o sea, esclavizado y enfermo del deseo de mucho tener, porque el hombre insensato nunca está conforme con lo que tiene.
Éste, cuando acumula algo de riqueza cree que lo tiene todo, cuando en realidad tiene un deslizadero delante de él; por mentir, por defraudar a sus mejores amigos y familias para mantener sus millones vergonzosamente, acumulando ¿millones? de papeles que vuelan y desaparecen como si tuvieran alas; es entonces cuando se da cuenta de su gran fracaso, porque Lucas 12:15 dice: “…Y les dijo: Mirad, guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee…”
NUESTRAS RIQUEZAS ESTÁN EN EL BANCO DE LA ETERNIDAD, y es muy triste saber que muchos cristianos no van a disfrutar, ni disfrutan, de los intereses que produce el banco de la eternidad, los cuales están disponibles cada mañana, desde el primer día: PERO NO LOS RECIBEN PORQUE LOS PIDEN MAL.
Santiago 4:3 “…Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites…”
LA ORACIÓN NO SE DEBE USAR SOLO PARA PEDIR BIENES, sino además, y sobre todo, para compartir Su aflicción, para humillarnos, adorar, agradecer, e interceder; presentándose delante de Jehová para decirle; Aquí estoy Señor, ¿en qué te puedo servir?, tu siervo escucha y está atento esperando en ti.
Pero muchos usan la oración solamente para pedir finanzas, coches, casas, lujos, negocios, posición, y hasta múltiples riquezas, y todavía escogen el color, la marca y señas particulares, porque se han dejado engañar por vientos de doctrina que los empujan a la avaricia del mucho tener y gastar en deleites. Pierden su tiempo en estar pidiendo, porque esa no es una oración, es una demanda a Dios.
Pero muchos usan la oración solamente para pedir finanzas, coches, casas, lujos, negocios, posición, y hasta múltiples riquezas, y todavía escogen el color, la marca y señas particulares, porque se han dejado engañar por vientos de doctrina que los empujan a la avaricia del mucho tener y gastar en deleites. Pierden su tiempo en estar pidiendo, porque esa no es una oración, es una demanda a Dios.
Porque nosotros no somos de los que andan detrás de las bendiciones; sino que las bendiciones andan detrás de nosotros, porque buscamos el reino de Jehová y su justicia primero.
- Deuteronomio 28:2 dice: “…Y vendrán sobre ti todas estas bendiciones, y te alcanzarán, si oyeres la voz de Jehová tu Dios….”
- Salmo 37:4 dice: “…Deléitate asimismo en Jehová, Y él te concederá las peticiones de tu corazón…”
- Mateo 6:33 dice: “…Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas…”
- Lamentaciones 3:22-25 dice: “…Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad. Mi porción es Jehová, dijo mi alma; por tanto, en él esperaré. Bueno es Jehová a los que en él esperan, al alma que le busca…”
Nunca ha decaído la misericordia de Jehová porque Él es fiel a sus promesas, y en Él debemos esperar cada mañana que nos presentemos delante de Su presencia, porque ésta es una promesa de Jehová para los que esperamos y buscamos calladamente en recibir la salud y bienestar de su parte.
TRES COSAS POR LAS CUALES NO ORAMOS CADA MAÑANA
- Se me olvida orar porque no tengo costumbre, ni estoy ejercitado en ello.
- La flojera o vergüenza de orar delante de alguien.
- No se ora porque no se cree. Y ésta es la más peligrosa.
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