El Dr. Torrey cuenta una experiencia propia de su juventud, para probar una (esta) promesa de Jesús.
Un día, cuando subió al tranvía y después de pagar su billete, descubrió que solo le quedaban 7 centavos y no sabía de dónde saldría el dinero para comprar la comida para él y su familia. Sin embargo, se dijo que no le preocupaba porque Dios siempre había suplido sus necesidades.
Apenas había tomado asiento, cuando una señora subió al vehículo y pagó sus 5 centavos, pero el cobrador le devolvió la moneda diciendo que no era buena. Muy atribulada, la mujer dijo que era todo lo que tenía y el cobrador le ordenó bajar.
Conmovido por el caso, Torrey puso en manos del cobrador la única moneda de 5 centavos que le quedaba, sin preocuparse de que solo le quedaban dos céntimos, lo que no era suficiente ni siquiera para pagar su viaje de vuelta en el tranvía; por cuyo motivo tuvo que volver a pie.
Cuando volvía, de repente un coche se paró a su lado, y un hombre lo detuvo para preguntarle cómo iba la obra de su ministerio. A sus palabras, sacó su cartera y le dio 200 dólares diciéndole: "Hace días que deseaba encontrarlo para darle algo para su obra".
Andando hacia su casa, el doctor Torrey dio gracias a Dios por el alto dividendo que había recibido por sus 5 centavos dados aquella mañana.
En todo os he enseñado que, trabajando así, se debe ayudar a los necesitados, y recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: Más bienaventurado es dar que recibir. Hechos 20:35
Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús. Filipenses 4:19
Un día, cuando subió al tranvía y después de pagar su billete, descubrió que solo le quedaban 7 centavos y no sabía de dónde saldría el dinero para comprar la comida para él y su familia. Sin embargo, se dijo que no le preocupaba porque Dios siempre había suplido sus necesidades.
Apenas había tomado asiento, cuando una señora subió al vehículo y pagó sus 5 centavos, pero el cobrador le devolvió la moneda diciendo que no era buena. Muy atribulada, la mujer dijo que era todo lo que tenía y el cobrador le ordenó bajar.
Conmovido por el caso, Torrey puso en manos del cobrador la única moneda de 5 centavos que le quedaba, sin preocuparse de que solo le quedaban dos céntimos, lo que no era suficiente ni siquiera para pagar su viaje de vuelta en el tranvía; por cuyo motivo tuvo que volver a pie.
Cuando volvía, de repente un coche se paró a su lado, y un hombre lo detuvo para preguntarle cómo iba la obra de su ministerio. A sus palabras, sacó su cartera y le dio 200 dólares diciéndole: "Hace días que deseaba encontrarlo para darle algo para su obra".
Andando hacia su casa, el doctor Torrey dio gracias a Dios por el alto dividendo que había recibido por sus 5 centavos dados aquella mañana.
En todo os he enseñado que, trabajando así, se debe ayudar a los necesitados, y recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: Más bienaventurado es dar que recibir. Hechos 20:35
Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús. Filipenses 4:19
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