Una coraza para el guerrero. Se utilizaba como una armadura que cubre pecho y espalda, para que los dardos de sus enemigos no llegaran directamente a su corazón y tampoco le dieran por la espalda sin darse cuenta.
Ponerse la coraza de justicia como parte de la armadura de Dios es resguardar nuestro corazón para Jesús, resguardarlo de contaminación, de tristezas y depresiones, guardarlo de contiendas y pleitos, para que nadie pueda dañarnos o cambiar el curso de nuestro día por un simple comentario que duele y nos hace tambalear.
La coraza también cubre la espalda, pues no podemos vivir una vida doble o encubierta porque tarde o temprano todo puede salir a la luz, y llevar la coraza de justicia cada día de nuestras vidas es llevar una vida justa, una vida recta delante de Dios, no haciendo nada malo ni haciendo cosas buenas que no parezcan tan buenas.
La vida del cristiano que ha conocido la justicia de Dios es recta, con un corazón entregado completamente a Jesús y fiel a quien le ha llamado. La coraza de justicia es sumamente importante, ya que derrota completamente al enemigo al acusarnos. Un corazón que no tambalea porque se sostiene en Dios, y una vida íntegra donde no hay nada que reprochar. Ciertamente, ante esta parte de la armadura nuestro adversario se queda quieto.
Señor mi Dios, quiero ponerme hoy la coraza de justicia sobre mi corazón para que Tú lo guardes cada mañana antes de salir de casa, no quiero vivir una vida que se deje influenciar por mis emociones o por las emociones de otros, mi corazón está guardado en ti desde temprano; quiero ponerme la coraza de justicia para llevar una vida recta desde que sale el sol hasta que se pone, hacer un compromiso contigo para agradarte en todo momento sea de día o de noche, estemos solos o rodeados de personas, que con tu armadura mi corazón y mi vida estén cubiertos, amén.
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