Y me ha dicho: «Bástate mi gracia, porque mi poder se perfecciona en la debilidad.» Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. 2 Corintios 12;9
Hace varios años, escribí un ensayo sobre mi
colección de diferentes bastones y trípodes, y pensaba que algún día, quizá tuviera que usar un andador para caminar. Bueno, ese día ha llegado. Una
combinación de problemas lumbares y neuropatías periféricas me han dejado
empujando un andador de tres ruedas. No puedo hacer caminatas, ni pescar ni
hacer muchas cosas que me encantaban.Sin embargo, estoy tratando de aprender que mi limitación es también un regalo de Dios, y con este regalo tengo que servir. Este regalo y no otro. Lo mismo se aplica a todos nosotros, sean nuestras limitaciones emocionales, físicas o intelectuales. Pablo llegó a decir que se gloriaba en su debilidad, para que se manifestara en él el poder de Dios (2 Corintios 12:9).
Considerar de este modo nuestras limitaciones nos
permite cumplir nuestras obligaciones con confianza y valor. En vez de
quejarnos, sentir lástima de nosotros mismos o aislarnos, nos ponemos a
disposición del Señor para cumplir con sus propósitos.
No tengo ni idea de qué planea Él para ti y para mí,
pero no debemos preocuparnos. Nuestra tarea hoy es aceptar las cosas como son y
estar contentos. En el amor, con la sabiduría y la providencia de Dios, esta
situación es lo mejor para mí (nosotros).
Señor,
confío en que me darás todo lo que hoy necesito.
El contentamiento te permite crecer donde Dios te ha plantado.
El contentamiento te permite crecer donde Dios te ha plantado.
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