No son muchos, pero Dios los puso ahí para ayudarnos y brindarnos su hombro cuando más los necesitamos, para hacerme comprender un poco más el calibre del amor de mi padre celestial.
En todo tiempo ama el amigo, y es como un hermano en tiempo de angustia. -Proverbios 17:17
No son muchos pero Dios los puso ahí.
Un poquito más cercanos, me los regaló a mí
para hacerme comprender un poco más
el calibre del amor de mi Padre Celestial.
Un poquito más cercanos, me los regaló a mí
para hacerme comprender un poco más
el calibre del amor de mi Padre Celestial.
No son muchos, pero no los hay mejores en la tierra,
sin temor a los leones en la arena,
solo pendientes de que alguien me proteja
aunque el precio sea mayor.
sin temor a los leones en la arena,
solo pendientes de que alguien me proteja
aunque el precio sea mayor.
Son amigos y no tengo que dar nombres ni apellidos,
porque ellos mismos ya se saben aludidos.
No son muchos pero Dios los puso ahí,
peregrinos de otra talla, tan insólitos aquí,
que me respetan y regañan a la vez,
y me quieren como soy aunque me conocen bien.
Están cerca, no me es fácil engañarles
porque llevan mis heridas y miserias en su pecho,
aunque jamás me echan en cara lo que han hecho
aun teniendo una razón.
Son amigos, no hace falta dar sus nombres ni apellidos
peregrinos de otra talla, tan insólitos aquí,
que me respetan y regañan a la vez,
y me quieren como soy aunque me conocen bien.
Están cerca, no me es fácil engañarles
porque llevan mis heridas y miserias en su pecho,
aunque jamás me echan en cara lo que han hecho
aun teniendo una razón.
Son amigos, no hace falta dar sus nombres ni apellidos
porque de sobra ellos se saben aludidos.
No son muchos pero Dios los puso ahí
peregrinos incansables, luchadores de marfil,
forasteros con nostalgia en el hogar,
en sus frentes brilla el sol, en sus manos siempre hay pan,
y en sus labios no hay engaño ni hay traición, porque son sellos
y jamás he visto zánganos mas bellos,
ni me he reído tanto como junto a ellos,
aun en medio del dolor.
Son amigos y no quiero dar sus nombres ni apellidos,
ellos lo saben y se dan por aludidos.
No son muchos pero Dios los puso ahí
peregrinos incansables, luchadores de marfil,
forasteros con nostalgia en el hogar,
en sus frentes brilla el sol, en sus manos siempre hay pan,
y en sus labios no hay engaño ni hay traición, porque son sellos
y jamás he visto zánganos mas bellos,
ni me he reído tanto como junto a ellos,
aun en medio del dolor.
Son amigos y no quiero dar sus nombres ni apellidos,
ellos lo saben y se dan por aludidos.
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