Vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios. Isaías 59:2
Mas a todos los que lo recibieron, a quienes creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios. Estos no nacieron de sangre, ni por voluntad de carne, ni por voluntad de varón, sino de Dios. Juan 1:12-13
Mas a todos los que lo recibieron, a quienes creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios. Estos no nacieron de sangre, ni por voluntad de carne, ni por voluntad de varón, sino de Dios. Juan 1:12-13
El director de una pequeña empresa había tenido un día difícil, pues uno de sus colaboradores había actuado mal. Al final tuvo que citarlo en su despacho para decirle que estaba despedido. Después de ese momento difícil, regresó a casa. Su pequeña hija lo estaba esperando… Tan pronto como lo vio, se echó en sus brazos y se pusieron a charlar alegremente en el cálido ambiente familiar. La niña ignoraba completamente las actividades de la empresa de su padre, pero ¿qué importaba? Le encantaba disfrutar del cariño de su padre, incluso si a menudo él tuvo que reprenderla.
El jefe, que está obligado a mostrarse justo y riguroso frente a sus empleados, y el papá justo y cariñoso a la vez, ¿es el mismo hombre? ¡Por supuesto! Pero la relación con cada persona es diferente: una es la de jefe en su empresa, y la otra es la de padre en su familia…
El día del juicio, ¿qué relación tendremos con Dios, el Señor del universo?
Si la cuestión de nuestros pecados no ha sido solucionada, lo tendremos como juez, y las consecuencias de esta comparecencia serán mucho más graves que las que sufrió el empleado despedido, pues nuestros pecados nos alejarán del Dios santo toda la eternidad.
Pero para todos aquellos que recibieron mediante la fe a Jesús como Salvador, la relación con Dios será totalmente diferente. Un cristiano es un hijo de Dios y disfruta de una relación filial de amor y confianza. “Amados, ahora somos hijos de Dios” (1 Juan 3:2).
El día del juicio, ¿qué relación tendremos con Dios, el Señor del universo?
Si la cuestión de nuestros pecados no ha sido solucionada, lo tendremos como juez, y las consecuencias de esta comparecencia serán mucho más graves que las que sufrió el empleado despedido, pues nuestros pecados nos alejarán del Dios santo toda la eternidad.
Pero para todos aquellos que recibieron mediante la fe a Jesús como Salvador, la relación con Dios será totalmente diferente. Un cristiano es un hijo de Dios y disfruta de una relación filial de amor y confianza. “Amados, ahora somos hijos de Dios” (1 Juan 3:2).
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